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Escuelas mexicanas rurales proveen educación, pero no agua corriente

Para muchos niños mexicanos, los retos de la escuela aumentan debido a la falta de recursos básicos. Miles de escuelas mexicanas no tienen ni siquiera acceso a agua corriente.

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Rural Mexican Schools Provide Education – Not Running Water

Mayela Sánchez, GPJ México

Un estudiante de la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla llena un contenedor con agua. El acceso al agua es intermitente, así que el agua almacenada a veces es usada para descargar los inodoros.

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SAN JOSÉ DEL RINCÓN, MÉXICO – Suritzel de Jesús Cruz, de 11 años, tiene suerte de vivir justo detrás de su escuela.

Ella va a su casa dos veces al día para usar el baño, ya que su escuela no cuenta con agua corriente.

“Es que ahí no hay agua y apesta mucho”, dice Cruz, refiriéndose a los baños de Miguel Hidalgo y Costilla, una escuela primaria en la comunidad rural de Barrio El 44 Pueblo Nuevo, donde cursa el sexto grado.

Los Servicios Educativos Integrados al Estado de México, o Seiem, una entidad pública encargada de la educación básica en el Estado de México, construyeron nuevos baños en la escuela en 2017. Pero, durante la construcción, los baños no fueron conectados a la red hídrica de la comunidad, dice Ernesto Flores Martínez, el director de la escuela.

Los nuevos baños resultaron ser inútiles para los 71 estudiantes, niños entre los seis y los 12 años, y para sus tres profesores.

En vez de agua corriente, los estudiantes y los profesores recolectan agua en cuatro contenedores para lavarse las manos y descargar los inodoros de los baños. Pero a veces no hay suficiente agua, así que los inodoros permanecen sucios por varios días.

Muchas escuelas en México y sus alrededores no tienen acceso a agua corriente todos los días, mientras que otras no lo tienen nunca. La falta de infraestructura que conecte los baños escolares a la tubería local es una de las razones. Pero algunos activistas y profesores dicen que el problema es complejo.

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Mayela Sánchez, GPJ México

Suritzel de Jesús Cruz, de 11 años, dice que tiene suerte de vivir cerca a la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla, pues así puede ir a su casa a usar el baño durante la jornada escolar.

En el país hay más de 5,600 escuelas conocidas como “indígenas multigrado”, 14,8 por ciento de las cuales no contaba con agua durante la jornada escolar todos los días en 2014, según una evaluación de desempeño y operaciones escolares llevada a cabo ese año por la entidad pública encargada de evaluar la calidad de la educación del país. Aunque esas son las estadísticas más recientes disponibles, los expertos dicen que la situación no ha cambiado mucho.

Aquí, hay un patrón en las diferencias del acceso al agua. La falta de agua en las escuelas es más común en las escuelas rurales y en las escuelas pequeñas con menos de 100 estudiantes. La falta de acceso al agua, según concluyó el estudio, es más común en las escuelas conocidas como indígenas multigrado, en las que la mayoría de estudiantes son parte de grupos que existen desde antes de la llegada de los europeos a México.

Pero las raíces del problema son complejas, dice Saúl Kenji Pío Robles Ramírez, coordinador de Participación y Pedagogía del Programa Agua Segura en Escuelas de la Fundación Cántaro Azul, una organización cívica que ofrece un programa, principalmente en escuelas rurales, para proveerles agua potable y corriente. La red hídrica local podría ser inadecuada, el suministro de agua podría ser intermitente, o la infraestructura de una escuela podría ser deficiente, o estar instalada incorrectamente, dice.

Robles Ramírez dice que las conversaciones sobre acceso al agua en escuelas suele centrarse en la inversión de las escuelas en sistemas de descargas de agua.

“Sin embargo, no se prevé que no es fácil para las comunidades el abasto de agua”, dice.

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Mayela Sánchez, GPJ México

Ernesto Flores Martínez, el director de la escuela, dice que el acceso al agua mejoraría si la escuela pagara para conectarse a un depósito local. Pero no quiere imponerles nuevos costos a los padres.

En muchas partes, el problema no es la falta de infraestructura, sino las deficiencias del suministro, dice Sergio Alfonso Martínez González, profesor del Laboratorio de Ingeniería Ambiental del Centro Tecnológico que hace parte de una rama de la Universidad Nacional Autónoma de México. Él fue parte de un equipo que evaluó la escasez del agua en esa escuela.

Martínez González dice que se necesita invertir más recursos en investigar las causas de la falta de acceso al agua antes de invertir en nuevos baños; por ejemplo, en la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla, el agua viene de una manguera conectada a un depósito cercano. La escuela no paga por el servicio, por lo que es intermitente.

Si la escuela pagara por el servicio, el suministro seguro mejoraría, dice Flores Martínez, el director. Pero no es una solución sencilla.

La escuela no tiene dinero extra, así que los costos los asumirían los padres, quienes ya pagan la cuenta de la electricidad de la escuela.

“Eso sería otro gasto más en nuestra familia”, dice Margarita Reyes, de 45 años, una madre de dos estudiantes que trabaja en el comedor.

Mientras que su familia (como la mayoría de familias que envían a sus hijos a la escuela ahí) tiene problemas para llegar a fin de mes, la falta de agua en la escuela afecta la educación de los niños.

“Me gustaría ir al baño y bajar la palanca y lavarme las manos”, dice su hija, María José Luciano Reyes, de nueve años, una estudiante de cuatro grado.

Su mamá dice que no le importaría pagar una pequeña cuota, si así los niños pueden tener agua.