Mongolia

Las mujeres están abandonando el trabajo. Este es el motivo.

El cierre de las escuelas y la falta de servicios de cuidado infantil obligan a las mujeres de Mongolia a volver al hogar.

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Women Are Quitting the Labor Force. Here’s Why.

URANCHIMEG TSOGKHUU, GPJ MONGOLIA

Tumendelger Lkhagva dejó su trabajo de chef para poder ayudar a sus hijos con el aprendizaje en línea durante la pandemia.

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DALANZADGAD, PROVINCIA DE UMNUGOVI, MONGOLIA — Hasta finales de 2020, Tumendelger Lkhagva trabajaba como chef en la planta de electricidad local y cocinaba para cientos de empleados todos los días. Pero cuando las escuelas cerraron debido a la pandemia, la madre de dos niñas y dos niños tuvo que renunciar.

“Era imposible conservar un empleo”, dice la mujer de 35 años, residente de Umnugovi, la provincia más grande y meridional de Mongolia, que colinda con China.

Al principio, lo intentó. Todos los días, su alarma sonaba a las 6 a.m., lo que le daba tiempo para vestirse y darles de comer a sus hijos e hijas antes de su turno laboral de nueve horas. Los dejaba estudiando en línea, bajo el cuidado de sus parientes políticos, quienes son personas mayores. Al volver a casa, preparaba la cena, limpiaba y ayudaba a los niños con las tareas escolares. Se acostaba a las 10 de la noche, pero le preocupaba que necesitaran más supervisión. En diciembre de 2020, finalmente renunció.

La situación de la chef se vio agravada por el trabajo de su marido. Como minero, pasaba semanas emplazado en lugares lejanos. “Cuando mi esposo va a trabajar, soy como una mujer soltera”, dice.

Pero incluso cuando los maridos están en casa, las mujeres mongolas afrontan la peor parte del trabajo doméstico. Una encuesta de 2019 realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas reveló que las mujeres dedican casi cinco horas al día a trabajos no remunerados, como las tareas del hogar, mientras que los hombres dedican menos de dos horas.

La pandemia del coronavirus ha obligado a las mujeres a regresar al hogar. En febrero de 2021, la oficina de estadísticas informó que, debido a los confinamientos y a las clases a distancia, las mujeres estaban dejando sus trabajos para dedicarse al empleo informal o no remunerado, como el cuidado infantil.

Como consecuencia, ha aumentado la brecha de género en el contexto laboral: la diferencia entre la cantidad de hombres y mujeres que tienen un empleo. Según la oficina de estadísticas, la brecha era del 15% en el segundo trimestre de 2021; el 60% de los hombres formaban parte de la fuerza laboral, en comparación con el 45% de las mujeres, un aumento de casi el 3% desde el segundo trimestre de 2019.

Mongolia es parte de una tendencia general, ya que la pandemia ha perjudicado a las madres que trabajan a nivel mundial. El informe más reciente sobre la brecha de género del Foro Económico Mundial reveló que las mujeres afrontan tasas de desempleo más altas que los hombres a causa del coronavirus, y que la interferencia de las tareas domésticas con el trabajo se ha “intensificado” para quienes son madres. En noviembre de 2020, datos de ONU-Mujeres, entidad de la Organización de las Naciones Unidas para la equidad de género, indicaron que la pandemia podría eliminar 25 años de progreso hacia la igualdad de género.

En Mongolia, quienes se dedican a la investigación temen que las normas sociales prevalecientes dificulten aún más la capacidad del país para revertir las consecuencias negativas del coronavirus.

“Durante esta pandemia, las mujeres han tenido que soportar dificultades adicionales. No tienen otra opción”, dice Gantuya Ariunsan, catedrática principal de relaciones internacionales de la Universidad de Humanidades en Ulán Bator, capital de Mongolia.

Señala que “los estereotipos de género, la brecha salarial, las guarderías disponibles y el mayor tiempo que pasan las mujeres en trabajos domésticos no remunerados” vuelven a las mujeres más vulnerables que los hombres ante la pandemia. Mongolia necesita “una mayor comprensión de los derechos de género y políticas de ayuda específica”, explica Gantuya.

La falta de cuidado infantil adecuado es una carencia notable. En 2015, el país adoptó su primera ley sobre servicios de cuidados infantiles para cumplir con las necesidades de padres y madres que trabajan, e introdujo por primera vez los centros de cuidado infantil con acreditación oficial. Se abrieron más de 550 centros en todo el país, dice Enkhzul Milkhaa, integrante del consejo de la Asociación de Proveedores de Cuidado Infantil, una organización no gubernamental. Fue un buen comienzo, ya que antes de esta ley había pocos centros de cuidado infantil disponibles, aunque la cantidad no alcanzó a cubrir la demanda nacional. Sin embargo, más de seis años después, casi el 60% ha cerrado debido al coronavirus, dice Enkhzul.

Una escasez paralela de centros preescolares aumenta la necesidad de cuidados infantiles. Un informe gubernamental de 2017 detectó que solo el 68% de los niños y las niñas de 3 a 5 años tenían acceso a servicios preescolares.

Una ley laboral aprobada en julio no asignó recursos adicionales ni a los centros preescolares ni a las guarderías. Pero en abril, la pandemia impulsó al Gobierno a aumentar las prestaciones familiares casi universales de 20 000 togrogs mongoles ($7) a 100 000 togrogs ($35) mensuales por hijo o hija.

“El Gobierno de Mongolia ha adoptado políticas y decisiones para apoyar el empleo de las mujeres”, declara Minjin Tserenbaltav, jefa del departamento de información e investigaciones del Comité Nacional de Igualdad de Género, y destaca el reciente aumento de las prestaciones por hijos y los esfuerzos para aumentar la cantidad de escuelas preescolares. No obstante, admite que “todavía no es suficiente”. Una solución que propone Minjin es el trabajo a distancia, en referencia a una nueva campaña de “nación digital” que “permitirá que las madres trabajen en línea mientras cuidan a sus hijos en casa”.

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El problema es aún más grave en las regiones remotas, donde vive la mayoría de las casi 3.3 millones de personas de Mongolia. De los 228 centros de cuidado infantil que operan actualmente, menos de la mitad se encuentran en zonas rurales.

Para pastoras como Ochmandakh Sumiya, incluso antes de la pandemia, la educación preescolar era un desafío y no había centros de cuidado infantil. Su esposo es minero y, durante el verano, cuando tiene que trasladarse para pastorear el ganado, no tiene más remedio que llevar a sus tres hijos.

“Me encantaría que mi hijo menor fuera al preescolar si hubiera centros nómadas más accesibles en el campo”, dice la mujer de 34 años, al referirse a los servicios móviles que atienden a las familias pastorales en otras regiones de Mongolia. Pero no hay ninguno disponible en las llanuras remotas de Umnugovi.

Para asegurarse de que su familia reciba educación, Ochmandakh pasa la mayor parte del año en un campamento urbano en el distrito de Bayandalai, donde los tres menores iban a la escuela antes del brote del coronavirus.

Para septiembre, varias escuelas y guarderías infantiles habían vuelto a abrir en partes de Mongolia. Pero en Umnugovi siguen cerradas.

Tumendelger sueña con volver al trabajo cuando sus hijos e hijas regresen a la escuela. “Quiero trabajar y ser parte de un equipo. Tener mis propios ingresos y también apoyar a mi esposo”, puntualiza.

Nansalmaa Oyunchimeg, GPJ, colaboró con la reportería de este artículo.

Uranchimeg Tsogkhuu es reportera de Global Press Journal y reside en Mongolia.


NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN

Aída Carrazco, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.

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