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Un colectivo de mujeres conductoras mexicanas busca eliminar riesgos para conductoras y pasajeros

Moverse entre la congestionada capital de Chiapas puede ser costoso, inconveniente y peligroso, así que el año pasado cuatro mujeres unieron esfuerzos para ofrecerles servicios de transporte a sus amigos y familiares. Estas mujeres no tienen licencia de taxistas, pero su alternativa secreta y segura de transporte se está esparciendo rápidamente.

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Mexican Women Drivers’ Collective Aims to Eliminate Risks to Drivers, Passengers

Adriana Alcázar González, GPJ México

Alejandra Maya Corzo (a la izquierda) y Patricia Torres Matus fundaron Choferas Seguras, un colectivo de conductoras, junto a dos amigas, en 2017. El colectivo les ofrece una alternativa segura al transporte público a amigos y familiares en Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, el estado más al sur de México.

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TUXTLA GUTIÉRREZ, MÉXICO — Mientras que golpea sus dedos contra el volante, Patricia Torres Matus detiene su auto en una calle de Tuxtla Gutiérrez repleta de vehículos y de peatones. Inspecciona este rincón congestionado a través de su ventana mientras que espera que la luz del semáforo cambie a verde.

Es mediodía en la capital de Chiapas, el estado más al sur de México. Este es un buen momento para que los taxistas consigan clientes, dice Torres Matus, una de las cuatro cofundadoras de Choferas Seguras, un colectivo local de mujeres conductoras. Pero también es fácil distraerse con el ajetreo, dice, y puede ser inseguro también.

Pero esta conductora de 63 años dice que el colectivo le da prioridad a la seguridad de los pasajeros.

“Somos una opción de seguridad en el transporte para mujeres, niños, niñas, personas de la tercera edad, en estos tiempos donde cada vez la inseguridad crece cada día más”, explica.

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Adriana Alcázar González, GPJ México

Patricia Torres Matus, de 63 años, usa su carro particular para ayudarles a sus amigos y familiares a transportarse por la ciudad.

Mientras que el sector de transportes de México crece, su red de carreteras sigue siendo la infraestructura más usada para transportarse en el país. Pero el sistema tiene varias carencias. El transporte terrestre en Chiapas es congestionado, riesgoso y costoso para algunos. Pero un grupo local de mujeres está trabajando para facilitarles el transporte a los miembros de su comunidad.

Según el Banco Mundial, la población urbana de México se ha duplicado en los últimos 25 años, generando una mayor demanda de servicios básicos y de transporte público.

Chiapas, donde vive el 4,4 por ciento de la población del país, es el hogar de 568 kilómetros (353 millas) de ferrovías. Pero sistemas de transporte que incluye trenes, no son accesibles a todos, especialmente las personas que viven en áreas remotas de Chiapas. Esta población depende de minivans o buses baratos conocidos como colectivos. En promedio, un desplazamiento de un trayecto en un colectivo cuesta entre 5 y 8 pesos mexicanos (25-40 centavos de dólar).

Aunque asequible, este modo de transporte suele estar saturado de pasajeros y ser inseguro. En una encuesta de 2018 llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el 68,8 por ciento de los encuestados en Tuxtla Gutiérrez identificaron el transporte público como un lugar inseguro.

Somos una opción de seguridad en el transporte para mujeres, niños, niñas, personas de la tercera edad, en estos tiempos donde cada vez la inseguridad crece cada día más.

Mientras que las tasas de criminalidad en México han aumentado desde 2008, la tasa de homicidios en Chiapas ha sido históricamente baja comparada con las de otros estados. Pero los delitos menores, incluidos los robos, se están volviendo más comunes aquí, dice Alejandra Maya Corzo, otra de las fundadoras de Choferas Seguras.

“Escuchamos en la radio, o en las redes sociales que hay denuncias o avisos de asaltos a la población en cajeros o en el transporte público, intentos de violación”, dice. “Creo que todas tenemos algún familiar que ha sido asaltado en la via publica”.

Para conducir un taxi, los conductores deben aplicar a una licencia, o concesión, del estado. Pero los taxis sin licencia abundan en las calles de Chiapas y algunas veces los conductores cometen crímenes en contra de las personas que se desplazan por la ciudad.

“El reglamento es claro con los requisitos para obtener una concesión: los colores que deben distinguir al transporte público, la señalética que debe poseer, hasta los requisitos que deben poseer los conductores de los taxis”, dice Maya Corzo. “Pero hay unos clones que tienen todo, número de serie, señalética, menos la concesión. Y cuando uno está en la calle buscando un taxi, no siempre puedes distinguir entre un clon pirata y uno concesionado”, explica.

Antes de crear Choferas Seguras en octubre del año pasado junto a Torres Matus y otras dos mujeres (Milagros Flores Mandujano y Ana Luisa Torres Calvo), Maya Corzo era taxista, pero no era dueña del auto en el que trabajaba. Dice que trabajaba turnos de 17 horas, por lo que ganaba hasta 1200 pesos (60 dólares) al día, la mayoría de los cuales iban para su jefe. El trabajo era peligroso también.

“Siempre tienes que estar bien pendiente, porque así como es inseguro subirte a un taxi pirata, es igual de inseguro subir pasaje[ros], nunca sabes cuándo levantaste a un delincuente”, dice. En una ocasión fue agredida físicamente.

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Adriana Alcázar González, GPJ México

Patricia Torres Matus y Alejandra Maya Corzo dicen que sus servicios de transporte son seguros tanto para la conductora como para el pasajero.

A través de su colectivo, estas mujeres les ofrecen servicios de transporte seguros a familiares y amigos que necesitan ir a la escuela, al trabajo, a citas médicas y a otros lugares. Los precios varían según el viaje, pero son comparables a las tarifas de los taxis, que cuestan entre 40 y 80 pesos (2-4 dólares). Cada miembro del colectivo completa un promedio de seis viajes entre semana. Los fines de semana hay más trabajo, dicen, porque la gente suele salir a pasear.

Modesta Ramírez Saldaña, una amiga, confía en las Choferas Seguras para viajar en la ciudad.

“Necesito moverme a distintas horas y no me atrevo a subirme a un taxi, me da miedo”, dice. “A mi niña la asaltaron en un taxi, y fue una experiencia para nosotras”.

Pero Maya Corzo dice que el equipo de cuatro conductoras no tienen licencia para conducir los taxis, así que tienen cuidado de no identificarse o promocionarse como taxistas.

“No decimos que somos taxistas porque no tenemos concesión”, dice. “Nuestros carros no están señalados como taxis, son carros normales como de cualquier particular”.

Escuchamos en la radio, o en las redes sociales que hay denuncias o avisos de asaltos a la población en cajeros o en el transporte público, intentos de violación. Creo que todas tenemos algún familiar que ha sido asaltado en la via publica.

Algunos podrían confundir a estas mujeres con taxistas piratas, pero por el momento no hay licencias estatales para el tipo de servicios de transporte que ellas ofrecen, dice Maya Corzo, quien añade que las conductoras no atienden al público en general.

Algunas personas por fuera de su cerrado grupo de clientes se han enterado de los servicios del colectivo, dice Torres Calvo, pero ofrecerles servicios solo a conocidos es una estrategia deliberada.

“Cuando nos solicitan un servicio deben decir quién le[s] dio nuestra referencia y, solo si es una de nuestras clientas, acudimos”, dice Torres Calvo sobre los nuevos pasajeros. El proceso de filtración ayuda a que las conductoras estén a salvo de criminales que pretenden ser clientes.

Las cuatro mujeres dicen que crear el colectivo las ha ayudado a generar ingresos haciendo algo que las apasiona. El creciente interés por su servicio seguro de transporte les da la oportunidad de hacer más dinero y expandirse, dice Torres Calvo. Dos conductoras han manifestado su interés de unirse al grupo, dice. El mismo proceso de filtración para clientes aplica para las conductoras, añade.

Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.