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Una epidemia de diabetes llega por la autopista al sur rural de México

Las tasas de diabetes se han disparado en el sur rural de México, llevando a que funcionarios encargados de la salud pública declaren una emergencia. Los residentes del área señalan cambios en la dieta local después de que las carreteras pavimentadas trajeran bebidas azucaradas y alimentos procesados a la región.

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A Diabetes Epidemic Arrives by Highway In Mexico’s Rural South

Marissa Revilla, GPJ México

Carros de refrigerios en Chiapas venden papas fritas embadurnadas de salsa, así como salchichas envueltas en tocino y papas de paquete.

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TENEJAPA, MÉXICO — La diabetes llegó con la autopista a la parte más al sur de esta nación latinoamericana, una región principalmente rural.

Antes de que se pavimentara la carretera, los alimentos ricos en azúcar como los refrescos solo podían conseguirse con mucho esfuerzo.

“A lo mucho podían llevar una caja cargando desde San Cristóbal [de las Casas]”, dice Jaime Tomás Page Pliego, un cirujano y antropólogo social, refiriéndose a la capital cultural del estado de Chiapas a 30 kilómetros (18 millas) de distancia. “Entonces no tenían esas enfermedades”.

Pero una consecuencia imprevista del desarrollo de infraestructura que creó trabajos y mejoró la movilidad fue que la tasa de enfermedades no transmisibles en el área se ha disparado, un cambio que algunos doctores dicen se debe a la proliferación de alimentos procesados ricos en azúcar, posibilitada a escala nacional en parte por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, el acuerdo de 1994 que facilitó en gran medida el comercio fronterizo.

La historia por dentro: Las causas de la epidemia de diabetes en el estado de Chiapas en México son varias. Esta reportera intentó escribir sobre todas las causas al mismo tiempo, pero luego se dio cuenta de que este rumbo haría que la historia no fuera clara. Leer el blog.

En 23 años la diabetes se ha quintuplicado, según Hermilo Domínguez Zárate, el director de Salud Pública de la Secretaría de Salud de Chiapas.

Los funcionarios encargados de la salud pública están tan preocupados por la creciente tasa de diabetes y por la obesidad, que en noviembre declararon una emergencia epidemiológica en México.

Es la primera vez que se lanza una alerta de emergencia por una enfermedad crónica no contagiosa, dice Domínguez Zárate.

Se estima que el 3,6 por ciento de los mexicanos tenían diabetes tipo II en 1993. Para 2000, el estimado era del 5,8 por ciento. En 2006, el 7 por ciento de los mexicanos tenían esta enfermedad. Y, en 2016, el estimado era de 9,4 por ciento, según estadísticas del gobierno mexicano.

Este aumento refleja tendencias globales. Pero, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la tasa de esta enfermedad en México es una de las más altas del mundo. En Brasil, por ejemplo, el 6,4 por ciento de los adultos entre 20 y 79 años tenían alguna forma de diabetes en 2010, mientras que en México el porcentaje era del 10,8 por ciento, según estadísticas de la OCDE.

Las tasas de obesidad de México también son altas. Más del 30 por ciento de todos los niños y cerca del 70 por ciento de todos los adultos son obesos o tienen sobrepeso, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Expertos en salud dicen que hay una clara relación entre estas tasas de diabetes y de obesidad y el consumo de refrescos como Coca-Cola, que tiene una planta cerca de San Cristóbal de las Casas.

Los mexicanos beben más bebidas azucaradas gaseosas per capita que los habitantes de cualquier otro país, según la OMS. Son tan baratas y abundantes que se han convertido en parte del tejido social rural en Chiapas. Son entregadas como regalo o cuando se paga una deuda, como parte de rituales de curación o incluso como un sustituto del vino en ceremonias católicas.

En 2013, los legisladores mexicanos aprobaron un impuesto sobre las bebidas azucaradas, lo que aumentó sus precios en más del 10 por ciento.

Se estima que el 3,6 por ciento de los mexicanos tenían diabetes tipo II en 1993. Para 2000, el estimado era del 5,8 por ciento. En 2006, el 7 por ciento de los mexicanos tenían esta enfermedad. Y, en 2016, el estimado era de 9,4 por ciento, según estadísticas del gobierno mexicano.

Aún así, las tasas de diabetes están aumentando.

Además del acceso instantáneo a los refrescos creado por la infraestructura moderna, los chiapanecos que viven en zonas rurales tienen un riesgo particular de tener diabetes, pues muchos de ellos padecieron de desnutrición cuando eran niños, según dice Marcos Arana Cedeño, un investigador en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.

La desnutrición en la infancia temprana puede llevar a diabetes cuando los alimentos procesados ricos en azúcar abundan más adelante en sus vidas, dice Arana Cedeño. En Chiapas, la dieta rural indígena era buena en términos de calidad, pero insuficiente en cantidad, dice. Cuando llegaron los alimentos procesados, las comunidades rurales comenzaron a depender de ellos.

“Hemos visto con gran consternación que ya el pozol en muchas familias ya no se consume”, dice Arana Cedeño refiriéndose a una bebida tradicional hecha de maíz fermentado. En cambio, “se consume en una mañana, al medio día, en la noche, refrescos donde ves las escenas de niños pequeñitos, además con su talla baja por la desnutrición, cargando botellas enormes de dos litros o más de refresco”.

La tasa de desnutrición crónica en niños menores de cinco años es del 20 por ciento en las áreas rurales del sur de México, según un informe de 2014 de Unicef.

Otros cambios sociales podrían estar contribuyendo al incremento de la tasa de diabetes de Chiapas, incluyendo el aumento del envío de remesas de miembros familiares que se van de las áreas rurales para trabajar en otra parte y el surgimiento de programas que conectan a las familias con alimentos procesados, dice Austreberta Nazar, una experta en medicina social e investigadora de El Colegio de la Frontera Sur.

Carmela Santiz, de 43 años, nació en la comunidad rural de San Rafael Jolja.

“Nosotros [trabajábamos] en el campo y [sembrábamos] calabazas, frijoles, ejotes, todo”, dice.

Comía animales salvajes como conejos y armadillos, dice.

Santiz López se mudó a San Cristóbal de las Casas hace 25 años y su dieta cambió drásticamente. Comenzó a comer pan y otros alimentos que no consumía con regularidad cuando era niña. Le diagnosticaron diabetes hace siete años.

Ahora, dice, los alimentos enlatados y otros alimentos procesados están disponibles en todas partes, incluso en los pueblos.

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Marissa Revilla, GPJ México

Un puesto de refrigerios en el municipio de San Juan Chamula en Chiapas, el estado más al sur de México, vende refrescos como Coca-Cola, así como otras bebidas azucaradas y alimentos procesados como sopa de fideos instantánea. Las tasas de diabetes han aumentado en Chiapas en años recientes, un cambio del que los funcionarios encargados de la salud pública culpan principalmente a la disponibilidad de refrescos.

“Entre más entró el camino, la carretera van entrando los negocios de enlatado, embotellado, refresco, todo lo que haiga”, dice Julio Jiménez Hernández, de 42 años, quien es de la comunidad rural de San José Pathuitz.

La mayoría de familias ya no cultiva su comida, dice él. Los niños no llevan pozol a la escuela y en cambio compran galletas y refrescos en tiendas cercanas.

Cuando los lugareños llegan a los 50 años, según Jiménez Hernández, “ya están con diabetes, la azúcar que decimos nosotros”.

En respuesta a la declaración de emergencia, el Ministerio de Salud del país ahora entrega certificados a las escuelas que promueven la salud en Chiapas.

“Queremos certificar todas las escuelas. El tiempo que nos lleve”, dice Domínguez Zárate. “Es muy importante, porque si no nos va a llevar muchos años lograr el mejoramiento en la salud”.

Sin embargo, con apenas un poco de educación, algunas comunidades comienzan a cambiar inmediatamente.

Page Pliego, el cirujano y antropólogo social, ayuda a familias en Chiapas a examinar sus dietas y a hacer cambios. Algunas familias cambiaron sus hábitos alimenticios inmediatamente, dice.

Pero incluso él cree que es difícil escapar de las tendencias insalubres que son comunes aquí.

El día que estuve trabajando con ellos comí huevo tres veces al día con una cantidad de tortillas enorme”, dice.” Al final dije no. Yo como puras verduras, de repente como carne”.

 

Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés. 

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