CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — El aroma de mantequilla y queso recorre las escaleras que conducen a La Caleñita, un conocido negocio de servicio de comidas. Los colores de la bandera colombiana invaden la vista mientras que ritmos de salsa dan la bienvenida al llegar.
“La Caleñita me ayudó a darme cuenta que podía salir adelante en México”, dice Marcela Cecilia Ocampo Montenegro, de 40 años, refiriéndose a su negocio, donde se preparan comidas tradicionales colombianas para fiestas, reuniones y juntas de negocios.
Ocampo Montenegro es un ejemplo del creciente número de mujeres que han escapado de la violencia o la persecución en sus países de origen y hoy prosperan como empresarias en la Ciudad de México. Cuando llegó a la capital de México proveniente de Colombia, su país natal, dejó atrás cuatro exitosos restaurantes.
Según cifras del gobierno, en el año 2010 residían en la Ciudad de México 37,278 mujeres nacidas en otros países. Para el 2015, ese número había aumentado a más de 41,442, entre ellas mujeres mexicanas nacidas en el extranjero.
La pobreza, el desempleo, la discriminación, la violencia de género y el crecimiento de la delincuencia organizada se encuentran entre las razones más comunes por las cuales las mujeres deciden migrar, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El crecimiento de la delincuencia organizada y la violencia que se vivía en las calles de Colombia fue lo que motivó a Ocampo Montenegro a decidir mudarse a México. En 2016, escuchó hablar de un programa de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC), que ofrece ayuda a las mujeres migrantes. Decidió mudarse. Cuando llegó, trajo consigo su sentido empresarial y su amor a la comida.
“Siempre me gustó la gastronomía y la cocina”, dice Ocampo Montenegro.
No fue hasta hace poco que se empezaron a tener estadísticas para llevar un registro del número de mujeres inmigrantes que viven y trabajan en México, dice Blanca Rosalía Fernández Romero, directora de Atención a Huéspedes, Migrantes y sus Familias, de la SEDEREC.
La migración es frecuentemente considerada un asunto de impacto masculino. Pero los índices son casi iguales, dice.
“La migración femenina presenta características muy particulares”, dice Fernández Romero.
También conlleva distintas consecuencias, dice, como “la violencia, la desintegración familiar, la discriminación y la falta de oportunidades de empleo”.
Según la OIM, las mujeres migrantes enfrentan más obstáculos que los hombres, entre ellos abuso sexual, violencia e ignorancia respecto a los procesos legales y sus derechos como migrantes.
La migración en la región se ha convertido en un punto de enfoque mundial, ya que miles de centroamericanos han formado una caravana para atravesar México. La mayoría de los participantes dicen estar huyendo de la pobreza y la violencia. Se calcula que la caravana tuvo más de 7,000 participantes en su punto máximo.
Aunque la noticia de la caravana se ha enfocado en la próxima llegada del grupo a la frontera estadounidense, Fernández Romero indica que existen muchos programas en México que apoyan a los migrantes y en particular a las mujeres migrantes.
El propósito del programa de la SEDEREC es reducir algunos de los obstáculos migratorios a los que se enfrentan las mujeres específicamente. Dicho programa se creó en 2009 para fortalecer las oportunidades económicas de mujeres indígenas y rurales en la Ciudad de México, y un año después se empezó a sumar la participación de mujeres migrantes, dice Fernández Romero.
El programa, que es financiado con el presupuesto público, ha crecido rápidamente en los últimos años. Después de servir a entre 40 y 45 mujeres en los primeros años, la participación en el programa aumentó a 96 mujeres en 2006 y 156 mujeres en 2017.
Las mujeres que participan en el programa reciben hasta 80,000 pesos mexicanos ($3,939) para crear sus negocios y realizar sus actividades comerciales, como fue el caso de La Caleñita de Ocampo Montenegro.
“El programa disminuye la desventaja económica, la marginación y la vulnerabilidad”, dice Fernández Romero. “También reduce la brecha de desigualdad económica entre hombres y mujeres”.
Aunque el programa anual está abierto a mujeres de todos los países, la mayoría de las solicitudes son de mujeres provenientes de Venezuela, Haití y Colombia.
La disposición de México para ayudar a los migrantes es una razón por la cual hasta ahora más de 1,900 personas de la caravana han solicitado estatus en México.
Después de vivir 18 años en la Ciudad de México, Neiffa Cristal Peña Jiménez, cocinera y músico venezolana de 54 años, encontró la oportunidad de tener su propio negocio, gracias al programa.
“Somos mujeres que vivimos de lo que trabajamos. Generamos nuestro propio dinero. Sin ese apoyo, no estaríamos aquí”, dice Peña Jiménez. “Esto nos va a servir si queremos crecer. Ahora tenemos un patrimonio”.
“En Venezuela, no hay trabajo. No se puede conseguir medicinas, y algunos de mi familia han huido”, dice. La situación económica de Venezuela la impulsó a irse a México.
Fernández Romero dice que espera que continúe la tendencia de mujeres migrantes que se instalan en la Ciudad de México.
“Cuando las mujeres vienen de países con violencia – aunque a veces no sea la Ciudad de México su destino – la hospitalidad generada por el gobierno de la ciudad les ayuda a decidir quedarse a residir aquí”, dice.
Terry Aguayo, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.