SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO – En Chiapas, el estado más al sur de México, los mercados están llenos de artesanías coloridas. A la venta hay hermosos chales, suéteres, bufandas, sombreros, fundas de cojines, estatuas, artículos de cuero y regalos. La mayoría de estos artículos son creados a mano por artesanos indígenas que usan métodos ancestrales como pedales o telares de cintura.
Pero en los últimos años, algunas réplicas e imitaciones importadas, sobre todo desde China, comenzaron a mezclarse con las artesanías mexicanas auténticas en los mercados locales. Estos artículos suelen ser más vistosos, pues usan colores que no son comunes aquí y casi siempre son más baratos.
“El turista que visita San Cristóbal quiere llevar recuerditos para regalar y pocas veces se detiene a ver la calidad del trabajo o los materiales de elaboración de lo que compra”, dice Marla Gutiérrez, miembro de la cooperativa artesana maya Jolom Mayaetik. “Solo sabe que la bolsita es bonita, es barata y, si la compra en San Cristóbal, piensa que es artesanía local, cuando en realidad está comprando un producto chino”.
Mientras que los mercados se saturan cada vez más de artículos chinos, los artesanos les están pidiendo a sus clientes que pongan más atención y a los legisladores que regulen las importaciones, pues el negocio está empeorando y el futuro de sus artesanías tradicionales está en peligro, según dicen.
En 2017, más de 39 millones de turistas visitaron México, rompiendo récords con un aumento del 60 por ciento en los últimos cinco años, según la Secretaría de Turismo de México. En 2016, México fue el octavo país más visitado por turistas.
El turismo sigue creciendo en todo el país y el dinero que gastan los visitantes internacionales también está aumentando. En 2017, el turista promedio gastó 213,30 dólares por día, un aumento del 3,5 por ciento desde 2010
En Chiapas, el turismo representó el 11 por ciento del PIB del estado en 2004, según las cifras más recientes publicadas por el estado.
Pero, a pesar del boom del turismo, la situación para los artistas es muy diferente, dice Ricardo Bolom Moshan. Bolom Moshan, de 43 años, ha estado haciendo cinturones de cuero a la medida, bolsas y monturas por 30 años.
Sus productos, que alguna vez fueron muy solicitados, se han vuelto menos populares ya que las importaciones más baratas, que vienen principalmente de China, han inundado los mercados locales.
“Sí, [me he visto] bastante afectado”, dice. “Los productos son más baratos pero el acabado es diferente. Se consigue muy barato todo pues son imitación piel y sintético y dicen que todo es piel y lo compran los turistas”.
Toma hasta dos días crear una de sus bolsas, que se vende a 600 pesos (32,80 dólares). Pero un producto importado chino de tamaño y estilo similares se vende por 250 pesos (13,67 dólares), dice. Los turistas podrían notar la diferencia si estuvieran prestando atención, añade.
“Sí se da cuenta en el trabajo, el mío es de buena calidad. En mi trabajo no encuentra defectos”, dice.
Los clientes dicen que es difícil reconocer una imitación en el mercado.
Carlos Ayala, quien está visitando Chiapas desde la ciudad de Monterrey, al norte de México, dice que no estaba al tanto de que los productos del mercado podrían venir de China.
“De lo chino no sabía”, dice. “Pero supongo que la calidad cambia. No me he fijado, la verdad”.
Aunque la mayoría de artesanos están de acuerdo en que las importaciones son de menor calidad, también reconocen que estos diseños usualmente son copias sofisticadas.
Manuela Ruiz Núñez, de 40 años, es una tejedora que vende telares de cintura y de pedal hechos por su familia y por personas que conocen.
“Ese es el gran problema”, dice sobre la copia de diseños y añade que los artesanos locales deben esforzarse más por educar a los clientes y por protegerse a sí mismos.
“Si fuéramos conscientes todos no pasaría eso, porque nos hacemos cómplices en venderlo”, dice
Juana Bernarda Hernández Gómez, de 36 años, quien trabaja en una cooperativa artesana cercana, la Cooperativa Mujeres Sembrando la Vida, dice que hay algunas maneras sencillas de reconocer las imitaciones. Primero, hay que comparar el precio.
“Los precios de estos productos son muy bajos, porque la mayoría de ellos son realizados en grandes talleres”, dice.
Otra consecuencia de producir en masa, es que los resultados son idénticos.
“Nosotras sabemos que cada pieza que se produce [artesanalmente] es única”, dice. “No pueden existir dos iguales, pueden ser muy parecidas, pero no iguales, porque están hechas con el conocimiento de cada mujer, con su historia. No son máquinas las que hacen las artesanías, son mujeres”.
Marla Gutiérrez, quien trabaja en el mercado, dice que está buscando colaborar con otras personas allí para proponer una nueva legislación que obligue a los vendedores a marcar claramente los productos importados.
Marla Gutiérrez, who works in the market, says she is working to collaborate with others in the market to propose a new regulation that requires vendors to mark imported products.
“Así el turista no sería engañado y podría tomar la decisión de elegir entre algo chiapaneco y hecho por artesanas, o algo chino”, dice.
Para la artesana Hernández Gómez, las importaciones en el mercado son una oportunidad para volver a comprometerse con la belleza y lo único del arte de los lugareños.
“Tanto producto chino, barato y muchas veces de mala calidad, nos obliga a hacer mejor nuestro trabajo”, dice.
También dice que es importante tener fe en que los turistas locales querrán artículos auténticos.
“Así como hay un turista que quiere comprar barato, hay otro que quiere pagar calidad, trabajo, y conocimiento de nuestras abuelas”, dice.
Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.