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La pandemia pone a prueba la promesa del Gobierno de luchar contra el hambre

Por años, la malnutrición y la obesidad han afectado seriamente a Argentina. La pandemia ha dificultado aún más el acceso a una alimentación saludable.

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Pandemic Tests Government’s Pledge to Combat Hunger

Lucila Pellettieri, GPJ Argentina

Flavia Romero acomoda ingredientes en el comedor comunitario donde trabaja. Dado que la necesidad de apoyo ha aumentado, ella y otras cocineras tratan de que la comida alcance.

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BUENOS AIRES, ARGENTINA — Flavia Romero, cocinera de un comedor comunitario en la Villa 21 24, barrio popular cuyas calles estrechas albergan a una gran cantidad de residentes de bajos ingresos, dice que ella y sus compañeras de trabajo han hecho magia desde que inició la pandemia del coronavirus.

El Gobierno de la ciudad ofrece raciones de alimento para 160 personas por día, pero la demanda ha crecido tanto, sobre todo entre las familias, que Romero y las demás cocineras deben usar su creatividad. Por ejemplo, si el menú del día es pollo al horno, cambian las planchas por grandes ollas y preparan un guiso, sumando arroz, fideos y papa para multiplicar la comida. Este truco cotidiano permite que las raciones rindan más para dar de almorzar a 200 personas y de cenar, a 280.

“Cuando empezó la pandemia empezamos a hacer las ollas a la noche porque se acercaban muchos vecinos que laburaban [trabajaban] en changas [trabajos informales por cuenta propia] y no tenían para comer, y hasta el día de hoy las mantenemos”, dice Romero.

Pero aun así no alcanza para todas las personas.

Una de las principales promesas de campaña del presidente Alberto Fernández fue luchar contra el hambre y, desde que asumió el cargo a fines de 2019, su gobierno instrumentó políticas para mejorar el acceso a los alimentos. Sin embargo, en América Latina, sobre todo en países como Brasil que se han visto muy afectados por el coronavirus, la pandemia ha puesto presión económica sobre muchas familias y ha contribuido al aumento del precio de los alimentos, generando más pobreza e inseguridad alimentaria.

Según una encuesta realizada el año pasado por UNICEF, la mitad de la niñez de América Latina y el Caribe tiene problemas para acceder a alimentos saludables debido a la pandemia.

En Argentina, la situación también es grave. El 51% de los hogares de los barrios populares vieron reducidos sus ingresos desde el comienzo de la cuarentena nacional que inició en marzo de 2020. El 85% de los hogares de bajos ingresos tuvieron que disminuir su consumo de carnes, y la mayoría también redujo su consumo de frutas, verduras y lácteos, según un informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, una organización sin fines de lucro que colabora con organizaciones de carácter social para realizar investigaciones.

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Lucila Pellettieri, GPJ Argentina

Flavia Romero prepara un guiso que puede alimentar a más personas que un alimento al horno.

El aumento de la inseguridad alimentaria ha sido particularmente difícil para la niñez, el grupo más afectado por la pobreza, incluso desde antes de la pandemia. En el segundo semestre de 2020, el 58% de las personas de 0 a 14 años vivían en la pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, lo que representa un incremento de más de 5% desde la segunda mitad de 2019.

La malnutrición infantil también ha crecido. Entre diciembre de 2020 y febrero de 2021, el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana encuestó a más de 50,000 niños, niñas y adolescentes que acuden a los comedores comunitarios, y detectó que el 42% de las personas de 2 a 18 años padecían malnutrición, un aumento de más de 5% en comparación con 2019.

“Hoy, la preocupación en los barrios [populares] no es comer bien, es comer”, señala Dina Sánchez, vocera del Frente Popular Darío Santillán, un movimiento social y político que organiza comedores comunitarios y lucha por la seguridad alimentaria.

En 2020, el Gobierno nacional creó un nuevo instrumento para mejorar la nutrición de las personas de menores ingresos: la tarjeta Alimentar, una tarjeta para comprar alimentos que el Estado entrega a quienes cobran la Asignación Universal por Hijo, un subsidio que se puso en marcha en 2009 para padres y madres que no tenían empleo, que trabajaban en el sector informal o que ganaban menos de 282,444 pesos argentinos ($2,955) al año.

“Hoy, la preocupación en los barrios [populares] no es comer bien, es comer”.

Hace poco, el Gobierno amplió el apoyo para las familias. Desde mayo, la tarjeta les ofrece a las personas con hijos o hijas menores de 14 años un subsidio mensual, para alimentos, de 6,000 pesos (alrededor de $63) para un hijo, 9,000 pesos ($94) por dos, y 12,000 ($126) para tres o más.

No obstante, Sánchez advierte que esta medida no es suficiente.

“Que pongan más plata en la tarjeta Alimentar no implica que las personas dejen de ir a comedores porque vos vas al supermercado, comprás dos cosas y ya no tenés más [saldo]”, expresa Sánchez.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, una familia promedio de tres integrantes en el Gran Buenos Aires tiene que gastar 21,832 pesos (aproximadamente $229) al mes para cubrir sus necesidades nutricionales básicas. Esto representa un aumento de 53% de mayo de 2020 a mayo de 2021.

Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social al momento de la entrevista, dice que 10 millones de personas reciben asistencia alimentaria a través de distintos programas e iniciativas gubernamentales, pero reconoce que existe un problema de calidad nutricional derivado del aumento de los precios.

“Básicamente, se está comiendo mucho fideos, harina y arroz; poca leche, carne, frutas y verduras. El punto clave ahí es el precio de los alimentos”, afirma Arroyo.

En gran medida, eso es lo que ocasiona el aumento de la malnutrición infantil, dice Laura Lonatti, coordinadora del Área de Salud Colectiva del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana.

“Si los programas de alimentación te entregan mayoritariamente alimentos secos, lo que vas a tener para poner en la olla son mayoritariamente fideos, arroz, lentejas”, indica Lonatti.

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Fernando Zingman, médico pediatra y especialista en salud de UNICEF, explica que la niñez ya padecía problemas de salud asociados con la malnutrición. Cuenta que, desde hace más de una década, el problema nutricional más extendido en el país ha sido la obesidad, y que esto se debe a que las familias consumen más alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas. Ahora que es más difícil acceder a alimentos sanos, el problema solo continuará, dice.

“Es una cadena de vulnerabilidades. La primera tiene que ver con el acceso a los alimentos porque es más barato consumir una canasta no saludable que una canasta saludable”, dice Zingman.

El personal de salud, las autoridades y quienes abogan por las familias de menores ingresos han propuesto diversas soluciones. Zingman piensa que la educación y la incorporación de etiquetas que adviertan a los consumidores sobre el valor nutricional de los alimentos son claves para combatir la obesidad. Arroyo dice que el Gobierno intenta contener el aumento del precio de los alimentos facilitando que los productores vendan directamente a los consumidores en los mercados. También está desarrollando una billetera virtual que permitirá que productores y comerciantes de la economía popular acepten pagos de las personas beneficiarias de la tarjeta Alimentar.

Por su parte, Romero espera que el Estado aumente las raciones que entrega a los comedores.

“Estamos rechazando gente porque uno puede estirar la comida hasta cierto punto. Es difícil decirles que no”, expone.

Corrección: Una versión anterior de este artículo identificó erróneamente el título de Daniel Arroyo. Fue ministro de Desarrollo Social al momento de la entrevista, pero abandonó el cargo poco antes de que este artículo se publicara. Global Press Journal lamenta el error.

Lucila Pellettieri es reportera de Global Press Journal, radicada en Buenos Aires, Argentina.


NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN

Aída Carrazco, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.

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