Argentina

Grupo reúne a trabajadoras sexuales latinoamericanas que combaten violencia y luchan por derechos humanos

La red de trabajadoras sexuales en Latinoamérica RedTraSex aboga por la seguridad y el reconocimiento legal para sus miembros, además de brindar capacitación para sensiblizar a policías y funcionarios. El grupo busca alianzas con organizaciones internacionales, pero incluso este tipo de activismo ha convertido a las trabajadoras sexuales en blancos de violencia.

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Group Unites Latin American Sex Workers To Ward Off Violence, Gain Human Rights

Dina Gonzalez, GPJ Argentina

Elena Reynaga, secretaria ejecutiva de la organización Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex), sostiene un cartel con uno de los principios que defiende este grupo de activistas. La RedTraSex tiene su sede central en Buenos Aires, Argentina.

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BUENOS AIRES, ARGENTINA — “Karla” fue asesinada el 6 de mayo. Era trabajadora sexual, pero también activista. Sus amigas aseguran que ésa fue la causa del asesinato.

Angélica Quintanilla, tal como era su nombre real, recibió nueve impactos de bala desde un automóvil en movimiento mientras esperaba el autobús.

Murió esa noche en El Salvador, donde vívía y trabajaba. La organización internacional de trabajadoras sexuales RedTraSex, a la cual pertenecía, analizó su historia durante una reunión celebrada en la capital de Argentina, en junio.

Para sus integrantes, éste fue un ejemplo de cómo las trabajadoras sexuales necesitan reforzar las medidas de seguridad y construir alianzas con organizaciones internacionales que faciliten eventualmente la evacuación de trabajadoras sexuales activistas amenazadas.

Los encuentros de la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (RedTraSex) despiertan la pasión de sus miembros por detener el maltrato y los asesinatos de trabajadoras sexuales, según señala Elena Reynaga, secretaria ejecutiva de la red.

Las integrantes de la RedTraSex aseguran que las trabajadoras sexuales y activistas están resignadas a vivir en peligro, porque encarnan la manifestación pública contra esa violencia.

“Me duele mucho que exista la indiferencia, porque la gente no sabe lo que las chicas viven en estos países”, dice Reynaga. “No puede ser que sigan matando y asesinando mujeres”.

Reynaga explica que el grupo está trabajando en alianzas con organizaciones internacionales, pero prefiere no dar detalles -como los nombres de esas organizaciones- hasta formalizar los acuerdos.

En junio, la RedTraSex decidió además crear un sistema de monitoreo telefónico entre las integrantes de la organización. En los distintos sitios hay un referente que verifica periódicamente por teléfono que todas estén bien.

Pero para Reynaga, la única forma de prevenir a largo plazo la violencia contra las trabajadoras sexuales es mediante el reconocimiento legal. En junio, la RedTraSex solicitó a la Organización de los Estados Americanos que reconociera el trabajo sexual en Latinoamérica como un oficio, así como la violencia, el estigma y la discriminación que enfrentan estas trabajadoras, y además que asumiera un papel activo en el desarrollo de marcos legales para proteger y garantizar ciertos derechos.

El trabajo sexual es considerado en la región algo que la mujer es forzada a hacer, pero no siempre es así, explica Carolina Justo Von Lurzer, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina.

Muchas mujeres, incluyendo a integrantes de la RedTraSex, eligen el trabajo sexual como un oficio pero no gozan de los derechos que se tienen en otras ocupaciones, según explica Justo Von Lurzer. Si este trabajo estuviera regulado y reconocido, se salvarían muchas vidas.

“Es una lucha que tiene que continuar y que va a llevar finalmente a que se reconozcan los derechos de las trabajadoras sexuales”, dice.

La RedTraSex fue fundada en 1997 y en la actualidad cuenta con representantes de 15 países. Su principal objetivo es conseguir el reconocimiento legal de las trabajadoras sexuales y dar capacitación tanto a éstas como a las comunidades a las que pertenecen, buscando sensibilizar a efectivos del orden y funcionarios públicos.

Las capacitaciones han preparado a las trabajadoras sexuales para enfrentar a la policía, según cuenta Reynaga, quien es la secretaria ejecutiva de la RedTraSex desde su fundación. Reynaga explica que ha sentido el peligro en carne propia: esta mujer de 62 años fue trabajadora sexual a los 20 años.

Activismo, al menos en el ámbito de las trabajadoras sexuales, significa arriesgar la vida, según afirma Reynaga.

“Somos mujeres que venimos de mucha exclusión y a veces nos enamoramos de la causa”, dice. “Y, por enamorarnos, (la sociedad) termina castigándonos y sacándonos la vida”.

La violencia contra las trabajadoras sexuales es algo común, y parte de esa violencia es ejercida por la policía, según asegura Gladys Murillo, de 30 años, representante de Panamá en la RedTraSex.

“(Los policías) son lo más corrupto que hay, porque las compañeras son detenidas todos los días”, dice. “En ese proceso, les roban su dinero o las ponen a hacerles oficios sexuales para soltarlas. Son discriminadas, son golpeadas. Muchas veces han venido compañeras con sus brazos rotos, cortadas”.

En Perú, la policía es la principal amenaza para las trabajadoras sexuales, según dice Karina Soto, trabajadora sexual peruana. Los policías las discriminan y las maltratan.

Pero la sensibilización a través de las capacitaciones de la RedTraSex ha impactado en algunos efectivos.

W.B.C, oficial de policía en El Salvador, asistió a las capacitaciones de la RedTraSex hace seis años. La capacitación fue pagada por el gobierno de su país, según aclara.

En las capacitaciones, aprendió cómo dialogar con trabajadoras sexuales y cómo ganar su confianza con el objetivo de ayudarlas, en lugar de castigarlas. W.B.C. pidió ser identificado por sus iniciales para evitar represalias de sus colegas por haber hablado públicamente sobre el tema.

“La violencia en nuestro país se da con frecuencia dentro y fuera de las redes criminales y a veces de la policía también”, dice. “Es penoso, porque eso no debería pasar, pero existe mucha violencia y muchas veces es muy difícil de controlar”.

Para Reynaga es importante sensibilizar a la sociedad en su conjunto sobre la violencia contra las trabajadoras sexuales, desde los gobernantes hasta los ciudadanos comunes, pasando por policías y jueces.

“Me parece que el mundo tendría que gritar por ese problema”, dice.

 

Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de la versión en inglés.