Puerto Rico

Tome un libro, deje un libro: en Puerto Rico, los intercambios públicos de libros brindan una alternativa al costo en aumento y la falta de recursos de las bibliotecas

En Puerto Rico, el aumento del costo de vida y las limitaciones en los servicios que ofrecen las bibliotecas han hecho difícil conseguir los libros. Para promover el acceso a la lectura, los residentes locales están haciendo algo al respecto mediante la creación de proyectos de intercambio de libros, con el fin de explorar el mundo de la lectura a un menor precio.

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Take a Book, Leave a Book: Public Book Exchanges in Puerto Rico Provide Alternative to Rising Costs, Under-Resourced Libraries

Gabriela Ortiz Díaz, GPJ Puerto Rico

David González, de 54 años de edad, ordenando libros como parte de Libros Libres, un proyecto que funciona en Caguas, Puerto Rico. Los libros son muy caros en la isla y muchas bibliotecas se han cerrado desde el paso del huracán María en 2017.

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CAGUAS, PUERTO RICO —David González, de 54 años, suda bajo el sol de mediodía mientras organiza montones de libros de todo tamaño en un estante de madera, en una acera cerca del centro de la ciudad.

En esta tarde de viernes, está llenando un librero frente a la plaza pública Santiago R. Palmer en la ciudad de Caguas, uno de los 78 municipios de Puerto Rico, situado en el este de la isla.

Un letrero en el estante anuncia el nombre del proyecto comunitario: Libros Libres. González señala que se enteró del proyecto en 2015 y que ha sido un voluntario habitual desde que se jubiló de su trabajo en una planta farmacéutica local. Los tesoros literarios que ha descubierto aquí incluyen su libro favorito: “El Principito” obra que sigue teniendo en su mesa de noche.

González, que ha vivido en Caguas desde que era niño, dijo que este proyecto de intercambio de libros está llenando un vacío para las personas que tienen que enfrentar los precios exorbitantes de los libros nuevos en la isla. En Puerto Rico, en donde el costo de vida es notablemente alto, las personas, frecuentemente, ignoran los costos de cosas como los libros, que también deben importarle a la isla, señala Luis Negrón, vendedor de libros y propietario de la Librería la Esquinita, situada en San Juan, la capital de Puerto Rico.

Negrón dice que el precio promedio de un libro nuevo ha subido entre $10 y $25 en los últimos diez años. A menudo, el costo de un libro nuevo supera el salario promedio por hora del país – $9.76, señalado por el Departamento del Trabajo de los EE.UU. La librería de Negrón cuenta con una sección de libros usados con precios entre $3 y $6.

En general, sin embargo, las ventas siguen siendo bajas. En un buen día, generalmente los sábados, unas cincuenta personas pueden visitar la Librería la Esquinita y solo diez de estas harán una compra.

Norberto González se dedica a la venta de libros desde hace cincuenta años. En los últimos 26 años, ha sido propietario de una librería que lleva su nombre. Gonzáles señala que el costo de los artículos básicos es la causa del aumento del precio de los libros.

“En Puerto Rico, si haces un libro de 600 páginas puede que te salga en unos $10 o $12. Ese mismo libro, lo haces en Colombia o México y te sale en $2 o $3 con todo y envío, en cantidades de 500 o 1000 reproducciones”, dice Gonzáles. Ya que los libros nuevos no son asequibles al público, Janet Fernández, una de las fundadoras del proyecto Libros Libres, señala que el sistema de bibliotecas públicas de la isla también es inestable.

Al menos una docena de bibliotecas municipales permanecían cerradas o estaban siendo reparadas aún en julio de 2018, casi un año después de que el huracán María azotara la isla, de acuerdo a una lista recopilada por la biblioteca nacional de Puerto Rico. Más de 90 bibliotecas estaban listadas como abiertas.

Pero muchas de estas no tienen libros, dice Erika Rodríguez, estudiante de maestría y coautora del estudio, publicado en 2016, titulado “Al rescate de las bibliotecas públicas en Puerto Rico”. Rodríguez señala que muchas de las llamadas bibliotecas son “solo eran centros de cómputos, no tenían libros, servicio de préstamo de libros ni un bibliotecario”.

En respuesta a la carencia de libros en la isla, están surgiendo esfuerzos ciudadanos. Libros Libres, que se inició en San Juan en 2015 y desde entonces se ha reproducido en otras ciudades de la isla, coloca libreros sin vigilancia en espacios públicos y permite que las personas tomen y dejen libros.

Voluntarios, como David González, mantienen los estantes ordenados. Lo mejor de hacer posible que los libros sean asequibles al público es ver cómo la gente utiliza y respeta el sistema, dice Fernández.

“Yo he pasado de madrugada y he visto deambulantes leyendo un libro sentados al lado del tablillero”, señala Fernández.

Actualmente, Libros Libres está presente en casi todas las regiones de la isla, incluidas Ponce, Humacao, Cayey, Ciales, Mayagüez, Cataño, San Juan y Caguas. La Librería El Ciclo, otro proyecto local de libros, vende a bajo precio libros donados en toda la ciudad, dice Lisa Ladner, que inició el proyecto en San Juan.

Ladner indica que los libros se venden a un precio que varía entre $1 y $10 en ocho cafés y restaurantes de la capital, así como en las ciudades de Bayamón, Caguas y Mayagüez. “Al cabo de cuatro años de haber iniciado el proyecto, ahora es que vengo a recobrar lo invertido y lo uso para el sostenimiento de las mismas librerías”, indica Ladner.

Sin embargo, las ventas siguen siendo bajas, promediando solo $200 al mes. “Mi compromiso es con la lectura” dice ella, reconociendo que las ventas no son suficientes para vivir de estas. Mientras Gonzáles continúa ordenando libros el viernes en la tarde, se da cuenta que los estantes contienen Biblias, textos universitarios, libros de cocina y libros de poemas. Él dice que, a menudo, lleva libros a su casa para que los lean sus 16 sobrinos. “Me gusta que ellos sepan que uno está involucrado en estas cosas”, señala Gonzales. “Es importante que ellos se instruyan y lean libros porque no todo está en Internet”.

María Cristina Santos, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.

Puerto Rico es una isla en el Caribe. Es un territorio no incorporado de los Estados Unidos con estatus de autogobierno, lo que quiere decir que los Estados Unidos controlan Puerto Rico pero la gente de Puerto Rico elige a su propio Gobernador, su propia Asamblea y su propio Senado.

Los puertorriqueños tienen ciudadanía de los Estados Unidos y pueden moverse libremente entre los Estados Unidos y Puerto Rico. Los Puertorriqueños que residen en los Estados Unidos tienen el derecho de votar por el presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, los puertorriqueños que viven en la isla de Puerto Rico no pueden votar por el presidente de los Estados Unidos.

Puerto Rico es el hogar de 3,2 millones de personas. Pero el número de personas que vive en Puerto Rico ha disminuido drásticamente desde 2004. Puerto Rico tuvo el descenso más significativo de su población en 2017, después de que el huracán María devastara a Puerto Rico. 5,1 millones de personas que viven en los Estados Unidos se consideran de origen puertorriqueño. Cerca de un tercio de esas personas nacieron en Puerto Rico.

Puerto Rico tiene una deuda de 73.000 millones de dólares con los Estados Unidos. Pero, al ser un territorio de los Estados Unidos, Puerto Rico no puede declarar bancarrota como sí lo pueden hacer los estados estadounidenses. En 2016, el presidente Barack Obama y el Congreso aprobaron la Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico (Promesa, por sus siglas en inglés) para supervisar el plan fiscal de Puerto Rico y resolver la deuda de Puerto Rico con los Estados Unidos. Siete miembros, nombrados por el presidente de los Estados Unidos, son parte de la junta de Promesa. El gobernador de Puerto Rico nombra un miembro adicional ex officio.

La compleja relación financiera entre los Estados Unidos y Puerto Rico se remonta al Decreto de Mercantes Marinos de 1920, comúnmente conocido como el Decreto Jones. El Decreto Jones exige que todos los bienes que son enviados a Puerto Rico sean despachados por una embarcación estadounidense con tripulación principalmente estadounidense. Según un estudio realizado por Advantage Business Consulting, el Decreto Jones aumenta drásticamente el costo de artículos de uso diario, como los alimentos. Enviar contenedores a Puerto Rico cuesta 3.027 dólares, mientras que un envío internacional similar, que no esté sujeto al Decreto Jones, costaría 1.206 dólares.

La política en Puerto Rico es dominada por la pregunta sobre la relación actual de Puerto Rico con los estados Unidos. El Partido Popular Democrático apoya el estatus actual de Puerto Rico, mientras que el Partido Nuevo Progresista espera que Puerto Rico se convierta en el estado 51 del país. Un tercer partido más pequeño, el Partido Independentista Puertorriqueño, busca que Puerto Rico se convierta en un país independiente.