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Empleados domésticos mexicanos buscan beneficios y reconocimiento como trabajadores legítimos

Además de que suelen trabajar excesivamente por salarios bajos, más de 2 millones de trabajadores domésticos en el país no tienen beneficios garantizados y gozan de derechos limitados, lo que los deja expuestos a discriminación y explotación. Pero algunas organizaciones están congregando a estos trabajadores, asesorándolos sobre sus derechos laborales y promoviendo la firma de contratos, una práctica poco común en la actualidad.

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Mexican Domestic Workers Seek Benefits, Recognition as Legitimate Employees

Mayela Sánchez, GPJ Mexico

Ana Laura Aquino Gaspar, empleada doméstica en la Ciudad de México, ha trabajado limpiando casas por más de 25 años, pero nunca tuvo un contrato formal. Defensores de los derechos de los trabajadores domésticos afirman que se trata de una situación común, que deja expuestos a esos trabajadores a la discriminación y la explotación.

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CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Ana Laura Aquino Gaspar empezó a trabajar limpiando casas a los 13 años. Hoy tiene 40 y dice que a lo largo de esos años ha padecido situaciones de explotación y maltrato.

Aquino Gaspar cuenta que en la primera casa donde trabajó dormía en el piso de la sala, porque la vivienda estaba en construcción y no había un espacio adecuado para ella. Trabajaba en días festivos y sin vacaciones. Muchas veces, sus jornadas laborales eran de más de ocho horas. Fue despedida sin causa justificada.

“No le dije nada (a la empleadora) porque no sabía nada y, claro, la que manda es la empleadora”, dice.

La experiencia de Aquino Gaspar no es una excepción.

Casi 40 por ciento de las empleadas domésticas en México considera que el principal problema de su empleo es el exceso de trabajo y los sueldos bajos, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010, elaborada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), la institución pública encargada de promover políticas de inclusión social y equidad.

La situación de Aquino Gaspar cambió en 2012, cuando conoció el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), una organización que promueve los derechos humanos de las empleadas domésticas.

A través de CACEH, Aquino Gaspar conoció a su actual empleadora, a quien describe como una persona muy sensible con las luchas de las mujeres.

“Cuando me dijo ‘vacaciones, aguinaldo’, dije: ‘¿De qué me está hablando? No entiendo’”, cuenta, reproduciendo una conversación que tuvo con su empleadora.

Aquino Gaspar afirma que su empleadora respeta la jornada de ocho horas y que está dispuesta a firmar un contrato para formalizar las condiciones del trabajo.

CACEH fue fundado en el año 2000 con el objetivo de organizar a trabajadores domésticos y promover sus derechos, pero más recientemente la organización creó el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO), que fue constituido en agosto de 2015 y registrado oficialmente en febrero de este año, según señala Marcelina Bautista Bautista, fundadora y directora de CACEH.

SINACTRAHO tiene un programa de asesoría jurídica para atender quejas de trabajadores domésticos y disputas laborales. Asimismo, ofrece capacitación a empleados en temas como derechos humanos, violencia de género y sindicalismo, según Bautista Bautista.

Los derechos laborales de los trabajadores domésticos no cuentan con un pleno reconocimiento legal en México. Empleadores y empleados coinciden en que este oficio no es reconocido como tal.

En el país hay más de 2 millones de trabajadores domésticos. Esto incluye a trabajadores de la limpieza, cuidadores y choferes, según datos publicados en 2015 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Las mujeres representan el 95 por ciento de esos trabajadores y casi el 86 por ciento de esas mujeres trabaja limpiando casas.

Según la encuesta del CONAPRED, 9 de cada 10 trabajadores domésticos no tienen contrato laboral, 87 por ciento no cuenta con seguro médico, 61 por ciento no tiene vacaciones, cerca de la mitad no recibe aguinaldo y 45 por ciento no tiene establecida la cantidad de horas de trabajo.

 

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Mayela Sánchez, GPJ Mexico

María del Consuelo Basurto López, de 47 años, limpia casas seis días a la semana. Cobra 250 pesos mexicanos (13,70 dólares) diarios, pero no recibe beneficios. Dice que no se siente cómoda exigiendo más derechos o beneficios, a pesar de que le gustaría tenerlos.

Los trabajadores domésticos están reconocidos en la Ley Federal del Trabajo, pero esta ley sólo contempla algunos derechos para ellos, como a un salario, al descanso y, en ciertas circunstancias, a una indemnización en caso de despido.

La Ley del Seguro Social garantiza aseguramiento a muchos tipos de trabajadores, pero no a todos. El empleador de un trabajador doméstico tiene la opción de brindarle aseguramiento, el cual incluiría protección por riesgos de trabajo, enfermedades, maternidad, invalidez, retiro y guardería infantil.

Al no tener garantizados estos beneficios, los trabajadores domésticos quedan expuestos a discriminación y explotación, según argumenta CONAPRED.

Bautista Bautista dice que hay una tendencia en México a ver el trabajo doméstico como algo menos formal que un empleo legítimo.

“Siempre hay esta idea de: ‘Necesito una persona que me ayude’. Entonces decir ‘ayuda’ tampoco tiene esa categoría de trabajo”, dice.

Bautista Bautista, quien fue empleada doméstica durante 22 años, dice que el hecho de no ser reconocidas como empleadas les dificulta exigir sus derechos.

“Se piensa que somos parte de la familia, y (ante) el hecho de decir que somos parte de la familia, pues, muchas veces tenemos que agradecer ese permiso que nos dan”, dice.

En este sentido, Bautista Bautista cuenta que los empleadores suelen dar a los trabajadores domésticos ropa que ya no usan o comida que les sobra, entre otras cosas.

“Entonces a la hora de reclamar nuestros derechos, nos dificulta porque la persona que siempre nos ayudó nos va a decir: ‘Eres una malagradecida’”, dice.

Marcela Azuela Gómez emplea a dos mujeres para que limpien su casa. Asegura que la amistad que las une no la deja exenta de darles un trato justo.

“Nosotros nos podemos hacer muy amigos de nuestros jefes, quererlos mucho”, dijo a GPJ en entrevista telefónica. “Pero eso no nos quita ni uno de nuestros derechos laborales. No es uno por otro”.

SINACTRAHO no es el único grupo creado en los últimos años para ayudar a los trabajadores domésticos.

En 2014, Azuela Gómez creó la organización Hogar Justo Hogar, cuyo objetivo es promover entre los empleadores el reconocimiento al trabajo doméstico y a los derechos de los empleados domésticos.

“Partimos del hecho de que no es que la gente quiera tratar mal a las trabajadoras y abusar de ellas, sino que también hace falta el conocimiento de cuáles son los derechos y cuáles son las prestaciones que nosotros como empleadores estamos obligados a cumplir”, dice Azuela Gómez.

Tanto el SINACTRAHO como Hogar Justo Hogar aseguran que su prioridad es fomentar la firma de contratos entre trabajadores domésticos y empleadores.

“Cuando se firma un contrato con las trabajadoras es hablar de derechos y obligaciones de ambas partes”, dice Bautista Bautista. “Nadie es privilegiado”.

Pero, según Azuela Gómez, hay resistencias de empleados y empleadores a este tipo de formalidades.

“Hay muchos prejuicios alrededor y pueden pensar, tanto trabajadores como empleadores: ´¿Pero qué significa para mí firmar un contrato? Probablemente con esto me puedan hacer daño’”, dice.

Isabel Valerio, de 47 años, emplea a dos mujeres para que limpien su casa una vez por semana. Les paga, por día, 500 pesos mexicanos (27 dólares) a una y 350 pesos (19 dólares) a la otra. Con ninguna de las dos firmó un contrato formal de trabajo y dice que no puede pagar las prestaciones. Asegura que si así lo hiciera, tendría que reducir la paga diaria de las empleadas para poder cubrir los costos de sus prestaciones.

María del Consuelo Basurto López, también de 47 años, trabaja como empleada doméstica desde hace siete años. Ella labora de lunes a sábado y cada día limpia la casa de un empleador distinto. Dice que gana 250 pesos por día (13,70 dólares), por jornadas de entre seis y ocho horas.

Basurto López no tiene seguridad social, vacaciones o alguna otra prestación, ni le pagan tiempo extra si trabaja, por ejemplo, un día festivo. No obstante, considera como ventajas de este empleo que gana más del salario mínimo, que es de 73,04 pesos (4 dólares) por día, y que sus horarios de trabajo le permiten tener las tardes libres para cuidar a su hijo.

Dice que sí le gustaría tener un contrato para tener acceso a prestaciones como las vacaciones, pero duda de si realmente es posible.

“Si desde un principio (los empleadores) no lo hacen, no creo que ahorita les convenga a ellos”, dice.

 

Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de la versión en inglés.