BUENOS AIRES, ARGENTINA — Es un día lluvioso en Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires. Las resbaladizas calles de tierra que rodean la escuela primaria N.o 22 están cubiertas de lodo, y es muy difícil transitarlas.
“Cuando llueve vienen menos chicos”, dice Jordana Rucci, directora de la escuela. Aun así, las aulas están repletas, y los estudiantes se aprietan para caber en los bancos.
Para los maestros es una especie de bendición oculta – en las aulas de la escuela caben 30 alumnos, y cuando los días están despejados hay casi 40 alumnos aquí.
Los maestros entonces se ven obligados a dar clases desde las puertas de las aulas, ya que no hay lugar dentro del repleto salón.
“No hay forma. No entran”, dice Rucci.
Mientras tanto, también en Ezeiza, la escuela N.o 28, cuya construcción no se ha terminado, aún permanece sin techo. Un cartel colocado afuera de la obra anuncia un plazo de ejecución de 300 días, con fecha de inicio del 1 de octubre de 2014.
En la provincia de Buenos Aires, los docentes dicen que la demanda de cupos en las aulas de las escuelas públicas aumenta a un ritmo constante. Pero a pesar de tener más alumnos que cupos, el mantenimiento y las construcciones de las escuelas se han paralizado. Los estudiantes se amontonan en aulas repletas o cursan en los patios, y pierden días de clases.
El Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación denuncia que hay al menos 15 construcciones de escuelas paralizadas en el conurbano bonaerense. Otras trece escuelas carecen de aulas y mobiliario adecuado, según el sindicato, o tienen graves problemas edilicios.
“En la provincia de Buenos Aires hay un crecimiento de la matrícula continuo y muchas escuelas tienen la construcción paralizada”, dice Adriana Grandinoli, subsecretaria de salud laboral del sindicato.
Y el problema sigue empeorando: En la escuela secundaria N.o 74 en Lomas de Zamora, el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires habilitó mayor matrícula, pero no cumplió su promesa de construir dos aulas nuevas para este año, dice María Susana Ventura, secretaria de la escuela.
Las escuelas no han recibido fondos adicionales en los últimos años.
De 2015 a 2016, se redujo un 3,8 por ciento el porcentaje del gasto público que se destina a la educación en la provincia, según los datos más recientes del Ministerio de Educación de la Nación. En 2016, se subejecutaron 58.088.845 pesos argentinos ($1.555.791) del presupuesto para la Dirección General de Cultura y Educación, el organismo que se encarga de proveerles fondos a las escuelas en la provincia de Buenos Aires.
Global Press Journal se comunicó con el ministerio local de educación en cuatro oportunidades, pero no accedió a la entrevista.
La desdicha de estas escuelas de la provincia ha afectado en gran medida a los alumnos.
“A veces nos dan clase en el patio o en el comedor. Las sillas se van moviendo de salón en salón, si sobran en algún lado”, dice Melani Alí, alumna de la escuela N.o 74. “No sé si los pozos están tapados, pero cuando llueve se inunda y no podemos venir”.
Los docentes advierten que los problemas de infraestructura perjudican el aprendizaje de los niños, y si las cosas no cambian, las aulas estarán más abarrotadas y serán aún más ineficientes.
Silvina Juárez Magallán, maestra de la escuela N.o 22, dice que es complicado ayudar a los alumnos a aprender cuando los maestros no pueden estar físicamente a su lado.
“A veces ni siquiera podemos llegar hasta el fondo del aula”, dice Juárez. “Buscamos alternativas, como sacar a un grupo a trabajar afuera, pero todo se hace más difícil”.
Terry Aguayo, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.