SAN JUAN, PUERTO RICO — José Rodríguez Canales ha sido enfermero en Puerto Rico durante 27 años, y nunca había visto una escasez de equipo como la de ahora.
En el hospital donde trabaja en San Juan, la capital de Puerto Rico, se han limitado las mascarillas, las batas de laboratorio e incluso el desinfectante para manos desde que el gobierno comenzó a prepararse para el nuevo coronavirus.
“Desde que esto comenzó realmente ha habido una restricción que nunca en mis años de experiencia había visto, una restricción del equipo de protección”, dice. “Ya a este nivel ha comenzado a escasear”.
Rodríguez Canales es uno de los muchos trabajadores de primera línea en Puerto Rico que se está preparando para el coronavirus dentro de un sistema de salud que ya enfrentaba escasez de equipo, así como de personal. En los últimos cinco años, Puerto Rico ha enfrentado un huracán devastador y una crisis por una deuda crónica que obligó a recortar el presupuesto del sistema de salud pública. Muchos médicos se han ido al extranjero en busca de mejores oportunidades.
Todo esto se traduce en problemas para Puerto Rico al enfrentarse al coronavirus. La región reporta 2,173 casos confirmados de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, y 108 muertes, hasta el 9 de mayo.
“Un éxodo” de médicos comenzó en 2006, y luego aumentó después de que el huracán María azotara Puerto Rico en 2017, dice Víctor Ramos, presidente del Colegio de Médicos-Cirujanos de Puerto Rico. Muchos se fueron, atraídos por hospitales en Estados Unidos, algunos de los cuales reclutaron en Puerto Rico ofreciendo salarios más altos de los que se ofrecen localmente.
El número de médicos en Puerto Rico disminuyó casi un 60% entre 2015 y 2018, según la Junta de Licenciamiento y Disciplina Médica de Puerto Rico.
La lucha crónica ocasionada por la deuda de Puerto Rico también ha hecho más difícil que los hospitales locales, particularmente las instalaciones financiadas con fondos públicos, puedan retener a sus médicos.
El gobierno puertorriqueño les debe a los acreedores más de $70 mil millones. Los expertos financieros han atribuido durante mucho tiempo la deuda a la mala gestión de los fondos. Sin embargo, varias fuentes, incluyendo un estudio de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y el Instituto Caribeño de Derechos Humanos, han argumentado que la deuda fue ocasionada por las políticas fiscales de Estados Unidos que impidieron el crecimiento económico.
En 2016 Puerto Rico tuvo que entregar el control de sus finanzas a la Junta de Supervisión y Administración Financiera nombrada por el presidente de Estados Unidos. Los recortes presupuestarios le siguieron, y las instalaciones de salud pública no se salvaron. Algunas cerraron o se privatizaron.
Las instalaciones que permanecen abiertas tienen menos fondos para el equipo de protección personal que los trabajadores de la salud necesitan para cuidar a sus pacientes, dice Gerson Guzmán López, presidente de la Unión General de Trabajadores, que representa a 6,000 trabajadores de salud pública.
“Por la falta de presupuesto, los recortes presupuestarios que año tras año van haciendo las diferentes administraciones, [las instalaciones] no tenían la capacidad económica para tener estos equipos, comprar estos equipos y tenerlos en un abasto que fuera responsable”, dice Guzmán López. “Nadie estaba preparado para una pandemia”.
La escasez de suministros incluye ventiladores, que son necesarios para tratar a pacientes gravemente afectados por el COVID-19, dice Fernando Ysern, profesor asociado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Puerto Rico no tiene suficientes ventiladores disponibles si el brote se “sale de control”, dice.
La amenaza del coronavirus ha creado un problema adicional para los hospitales privados en Puerto Rico, dice Jaime Plá, presidente de la Asociación de Hospitales de Puerto Rico. Debido al brote, los pacientes que padecen de otras condiciones que no están relacionadas con el coronavirus han evitado los hospitales y se han cancelado los procedimientos voluntarios. Solo alrededor del 38% de las camas disponibles en hospitales privados están ocupadas, dice Plá. Esto significa menos ingresos para los hospitales y mayor dificultad para pagar los gastos, incluyendo los salarios.
“Vamos a tener que contar con menos personal. Vamos a estar menos preparados y no es que los hospitales quieran, es que no existe manera [de emplearlos sin dinero]”, dice.
Los funcionarios del Departamento de Salud de Puerto Rico no contestaron la solicitud para comentar sobre este artículo.
En una conferencia de prensa reciente, la gobernadora Wanda Vázquez Garced abordó el tema y dijo que se estaba discutiendo con la Junta de Supervisión y Administración Financiera: “Nada nos preocupa más que poder resolver y darles alternativas a los hospitales para que puedan estar preparados en respuesta a la pandemia”.
Mientras tanto, los años que Puerto Rico ha tenido que lidiar con crisis, tanto naturales como provocadas por los humanos, han preparado al público para responder bien a las emergencias, incluyendo el respeto a seguir las medidas diseñadas para prevenir la propagación del coronavirus, dice el profesor Ysern.
“Nos hemos enfrentado a huracanes. Nos hemos enfrentado a terremotos. Nos hemos enfrentado a recesiones”, dice Ysern. “Hemos pasado por lo suficiente para sobrellevar cualquier tormenta. Pero cada vez que recortan los fondos, es más difícil”.
María Cristina Santos, GPJ, tradujo este artículo al español.