CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Una enorme pared en el Mercado de Jamaica, uno de los mercados más grandes de Ciudad de México, está completamente cubierta con pintura negra.
La artista urbana, Denisse Escobedo, de 34 años, crea grandes flores rosadas hábilmente sobre su lienzo negro de cemento, algo muy apropiado para un mercado que es conocido por su venta de flores al por mayor. El trabajo de Escobedo, de grandes dimensiones y llamativo, atrae la atención de quienes pasan por ahí.
“¿Qué estás pintando?”, pregunta un hombre curioso saliendo del mercado.
“Se ve muy bonito y le da vida al mercado”, añade su esposa.
Escobedo, quien es conocida localmente por su nombre de artista, La India, dice que los comentarios y las preguntas de los clientes del mercado son comunes.
“Muchas personas se acercan sólo a ver el proceso pero otros me felicitan”, dice. “Incluso me preguntan si puedo ir a pintar sus casas”.
Escobedo ha pintado murales en Ciudad de México por 11 años. Dice que lo hace para darle a la gente un descanso de la avalancha de publicidad en espacios públicos.
“Estamos saturados de mucha contaminación visual de empresas y productos en toda la ciudad que visualmente no nos aportan nada”, dice Escobedo.
Aunque no es un nuevo fenómeno en la capital del país, la idea de crear espacios públicos más seguros y más atractivos a través de la presencia de arte urbano se ha vuelto más popular en los últimos años, gracias a varios proyectos públicos y privados. Ambos tipos de proyectos suelen ser patrocinados por compañías mexicanas de pintura.
Los resultados de las colaboraciones han sido significativos, dice Eunice Rendón, la secretaria ejecutiva adjunta del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que apoya la creación de murales y de otras formas de arte urbano como una manera de promover la paz en barrios locales.
Los murales están creando un sentido de identidad y pertenencia entre las comunidades, dice Rendón.
Aunque varios de los proyectos de murales más exitosos unen a los artistas directamente con miembros de la comunidad, la intervención del gobierno ha cumplido un rol importante para eliminar el estigma asociado al arte urbano, dice Rendón. La unidad de graffiti del SistemaNacional de Seguridad Pública recibe llamadas de habitantes que se quejan de graffitis ilegales, pero también crea espacio para que los aristas de graffiti los usen legalmente.
Además de murales individuales, también hay festivales enteros dedicados a promocionar el arte público. En 2018, el festival de arte urbano Barrio Vivo fue creado en Ciudad de México. Roberto Shimizu, el director del proyecto, dice que el objetivo del festival es transformar los barrios para destacar la belleza y la cultura de Ciudad de México, especialmente en zonas que se consideran peligrosas.
Shimizu dice que los artistas de graffiti solían ser tratados como criminales. “El barrio nos respalda”, dice. “Somos respetados en el barrio, saben la labor que hacemos”.
Los murales de Barrio Vivo son patrocinados por Pinturas Osel, una marca de pinturas mexicana que ha participado en tres festivales de arte urbano en la capital en los últimos 18 meses. Alma Cabello, una representante de Pinturas Osel de la región central, dice que la compañía reconoce que el arte público es una forma directa de construir relaciones con clientes a la vez que se crean espacios hermosos.
Por toda Ciudad de México cada vez hay más calles y edificios que se convierten en lienzos.
“[Traemos a] artistas populares que hablan de temas reales y retratan un México auténtico, que decoran el paisaje urbano con las historias de los barrios”, dice Cabello. “Queremos hacer el arte más accesible para la comunidad”.
Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.