CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Con las repetidas advertencias que el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, lanzó sobre los inmigrantes indocumentados, México y su gente se han convertido en un tema central en la campaña electoral estadounidense. Trump prometió que construirá un muro entre Estados Unidos y México si gana la contienda el 8 de noviembre y ha remarcado en reiteradas ocasiones que los mexicanos que cruzan ilegalmente la frontera traen consigo droga y criminalidad.
Trump compite con la candidata demócrata, Hillary Clinton.
“La cuestión mexicana ha estado presente desde el primer momento en que Donald Trump abrió la boca y dijo que él quería ser candidato a la presidencia sobre la base de un discurso antimexicano”, dice José Luis Valdés Ugalde, miembro del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México, en entrevista telefónica con Global Press Journal.
Cuando Trump anunció su candidatura a la presidencia, en junio, dijo acerca de los mexicanos: “Están trayendo drogas. Están trayendo crimen. Son violadores. Y algunos, asumo, son buenas personas”.
El país y su gente se han vuelto un gran tema de campaña, dice Valdés Ugalde.
Los hispanos constituyen el grupo étnico más grande del país, representando más del 17 por ciento de la población estadounidense, según un censo de 2014. La población de origen mexicano representa más del 64 por ciento de ese grupo poblacional.
La frontera entre México y Estados Unidos constituye el principal corredor migratorio del mundo. Por él transitaron 13 millones de personas en 2013, según el Banco Mundial. En los 3.141 kilómetros de frontera común, viajan cada día miles de personas, con o sin documentos. Miles de productos agrícolas y manufacturas pasan de un país a otro, así como pasan drogas y armas.
Además, Estados Unidos es el principal socio comercial de México. De las remesas que llegan a México -que en 2015 representaron el 2,3 por ciento del producto interno bruto- más del 95 por ciento proviene de Estados Unidos, según datos oficiales.
Es una relación tan intrincada que Valdés Ugalde la llama “un matrimonio perpetuo”, y considera que es la más completa y trascendental para Estados Unidos en América.
La referencia a los mexicanos en la campaña presidencial también ha incrementado la atención que se presta en México a estas elecciones, según Valdés Ugalde.
“Todos tenemos un ojo puesto en Estados Unidos”, dice.
GPJ entrevistó a personas que, por su trabajo y experiencia, son cercanas a temas clave para ambos países: narcotráfico, comercio y migración. Ellos hablaron sobre el impacto que la elección del nuevo presidente de Estados Unidos podría tener para los mexicanos.
NARCOTRÁFICO
Desde hace 22 años, Abel Barrera Hernández trabaja con las comunidades indígenas en el estado de Guerrero, que es uno de los más pobres del país.
Como director de la organización Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, aprendió que la pobreza empujó a campesinos a convertirse en sembradores y transportadores de amapola, una planta de la que se extrae la goma de opio que sirve de base para producir heroína.
“En México, quienes están sembrando la droga en las tierras más inhóspitas son poblaciones pobres, son familias pobres”, dice.
Guerrero es uno de los nueve estados del país donde se concentra el cultivo de amapola, según un informe publicado en junio conjuntamente por el gobierno mexicano y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Esas comunidades marginalizadas han sido víctimas de criminalización, hostigamiento y extorsión por parte de autoridades locales, además de detenciones ilegales y abusos por parte de los militares desplegados para el combate al narcotráfico, según Barrera Hernández.
Desde los años setenta, México ha mantenido acuerdos de cooperación bilateral con Estados Unidos de lucha contra el narcotráfico. Mediante la Iniciativa Mérida de 2008, para noviembre de 2015 el gobierno de Estados Unidos había provisto a México de unos 1.500 millones de dólares en entrenamiento, equipo y asistencia técnica.
Barrera Hernández dice que el enfoque de la política antidrogas debería cambiar por una de inversión social en México, y de más atención a las adicciones en Estados Unidos, donde las muertes por sobredosis de heroína han aumentado 248 por ciento entre 2010 y 2014, según cifras publicadas en junio por la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos.
Pero Barrera Hernández no avizora que el próximo gobierno de Estados Unidos vaya a modificar el enfoque actual de la política contra el narcotráfico.“We see that these plans are designed at a macro level, at a macro-political and macro-economic level,” he says. “These regions that are in such unequal conditions are not included. You have to think of the impact of these policies.”
COMERCIO
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, conocido como NAFTA por sus siglas en inglés -que fue firmado por Estados Unidos, Canadá y México en 1994 para abrir las fronteras a productos y servicios en pos del desarrollo económico-, ha sido un tema de debate en México, especialmente desde que comenzó la campaña electoral estadounidense.
Víctor Suárez Carrera recuerda que tras la firma, los mercados agrícolas sufrieron desajustes y los precios colapsaron con la apertura comercial.
La Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), una red de productores de granos y comerciantes, surgió en 1995 como respuesta a esos desajustes del año anterior, dice Suárez, actual director ejecutivo. Cuenta que, desde allí, ha sido testigo del sufrimiento de los pequeños y medianos productores.
Han caído en moratoria, no han podido pagar sus créditos, han tenido que alquilar o vender sus parcelas, han buscado trabajos en áreas urbanas o se han dedicado al cultivo y tráfico de estupefacientes, todo lo cual los ha llevado en algunos casos a emigrar de México.
Los productos agrícolas mexicanos no pueden competir con los de Estados Unidos, donde hay mayor desarrollo en términos de producción, tecnología y subsidios.
Los productos estadounidenses subsidiados que se exportan a México han desplazado a los de producción nacional, porque compiten a precios que están por debajo de los costos de producción. Los mexicanos terminan vendiendo con pérdidas, dice.
Las elecciones podrían tener un efecto negativo para los campesinos. Durante el primer debate presidencial, Trump se refirió al NAFTA como “el peor acuerdo que quizás se haya firmado en el mundo, pero con certeza el peor que se ha firmado en este país” y como “una de las peores cosas que le acontecieron a la industria manufacturera”. Clinton, por su parte, anticipó: “Vamos a implementar los acuerdos comerciales que tenemos”.
Si México controla mejor sus importaciones y exportaciones, además de mejorar las condiciones laborales en las empresas, habría menos mexicanos migrando a Estados Unidos, dice Suárez.
INMIGRACIÓN
Migrantes indocumentados que viven en Chiapas, el estado más meridional de México, no esperan que las elecciones estadounidenses tengan un impacto inmediato en ellos, según dice Miguel Ángel Paz Carrasco.
Voces Mesoamericanas: Acción con Pueblos Migrantes, la organización de la cual Paz Carrasco es coordinador, ayuda a migrantes mexicanos y centroamericanos a organizarse para defender sus derechos durante el viaje y permanencia en Estados Unidos.
Si bien tienen claras divergencias, las propuestas de los candidatos presidenciales poseen el elemento común de presentar la inmigración como un tema de seguridad nacional, según destaca.
“Trump, con una postura claramente xenófoba, propone construir un muro físico, de block y cemento. En cambio, Clinton propone reforzar la frontera con mayor presencia de efectivos y mayor tecnología”, dice. “Son solo formas y matices”.
Paz Carrasco ve las propuestas de Clinton como una continuación de la política inmigratoria del presidente Barack Obama.
“Si la referencia es lo que ocurrió con Obama y las miles de familias separadas por los procesos masivos de deportación, (los migrantes) saben que no hay expectativas”, dice. “Lo que ocurre con uno o con otro, les pega de la misma manera: los criminaliza, los invisibiliza”.
Entre los años fiscales 2008 y 2015, la administración Obama deportó a más de 2,8 millones de personas de Estados Unidos mediante acciones ejecutivas sobre inmigración. En el año fiscal 2015, el 91 por ciento de las personas deportadas de Estados Unidos habían sido previamente condenadas por algún delito.
“Sin embargo no es lo suficientemente fuerte para detener a los millares de personas indocumentadas, que siguen creyendo en el sueño americano”, dice.
Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.