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Una porción de nueva vida: Pizzería en Ciudad de México apoya a residentes en centros de reintegración

Una pizzería ofrece, a través de un programa de empoderamiento, comida, capacitación y otros servicios a cambio de trabajo. Los expertos dicen que estos programas que ayudan a ex adictos a descubrir sus propias capacidades son cruciales para la reintegración social.

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Mexico City Pizzeria Gives Support to Rehab Center Residents

Mar Garcia, GPJ Mexico

Alejandro Souza abrió la pizzería Pixza, en Ciudad de México, en parte para ayudar a ex adictos a encontrar trabajo. Aquí lleva un bigote hecho con pintura para cara, en ocasión de una jornada temática en el restaurante.

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CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO ─ En Pixza, una pequeña pizzería en esta ciudad, cinco porciones de pizza significan empoderamiento en pos de la igualdad social.

Una pizarra electrónica sobre el mostrador indica cuántas rebanadas se vendieron. Cada cinco, se dona una porción a una persona que participa en un programa de reintegración social.

Hasta comienzos de febrero, Pixza había donado 1.034 rebanadas, según cuenta Alejandro Souza.

En junio de 2015, Souza, de 29 años, abrió Pixza, un restaurante y también un programa que ayuda a gente que vive en centros de reintegración a conseguir trabajo. Todo comienza con las rebanadas de pizza gratis.

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Mar García, GPJ Mexico

Cada cinco rebanadas, Pixza entrega una a quien la necesita.

Una vez que una persona recibió cinco rebanadas gratis, se le pide que haga trabajo voluntario, ya sea en el restaurante o en la comunidad, para convertirse en candidato a recibir más pizza. Tras otras cinco rebanadas, esa persona debe hacer voluntariado una segunda vez. Luego sigue una ducha, un corte de pelo, una camisa, una consulta médica y un día de capacitación en distintas habilidades y en confianza en sí mismo. Todo esto es provisto por el programa de empoderamiento social de Pixza, llamado “La Ruta del Cambio”.

Todo aquel que complete la capacitación recibe la oferta de trabajar para Pixza o en una organización vinculada al proyecto, según explica Souza.

“Todo esto es una mano que acompaña, no es una espalda que carga”, dice Souza. “Y la gente llega tan lejos como quiera llegar. Pixza facilita que esto se logre”.

Hasta ahora, cinco personas completaron la capacitación y tres de ellas trabajan para Pixza, según añade Souza.

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Mar García, GPJ Mexico

J.C. James Rafael Alvarado Hernández, de 18 años, ingresó a un centro de reintegración en 2014 y trabaja para Pixza desde noviembre.

Una de ellas es J.C. James Rafael Alvarado Hernández. Alvarado, de 18 años, trabaja en Pixza desde noviembre. Anteriormente, estuvo en un centro de reintegración y cumplió unos nueve meses en un centro de detención juvenil por posesión, consumo y venta de marihuana. Para él, Pixza es una forma de cortar con esa vida.

“Me gusta ir a las entregas de rebanadas y ver el compromiso de la gente que está cada jueves ahí”, dice. “Me da mucho gusto que quieran salir adelante”.

El cambio en las perspectivas de Alvarado es evidente para quienes lo conocieron antes de que empezara en Pixza.

Rodrigo Ortiz Trejo, quien trabajó en un centro de reintegración donde Alvarado estuvo en tratamiento, dice que vio cómo mejoraba su vida.

“Ya tiene un plan de vida”, dice Ortiz Trejo. “Ya quiere irse a vivir independientemente, no quiere regresar a la calle. Quiere retomar los estudios”.

Los programas que ayudan a ex adictos a descubrir sus propias capacidades son cruciales para la reintegración, según señala Mauricio Pérez, un psicólogo especializado en adicción a las drogas. El programa de Souza hace justamente esto, según destaca.

Souza asegura que su programa ayuda a la gente a desprenderse de los prejuicios asociados con una historia de abuso de drogas.

“Ahí se hace este switch mental donde el mensaje ya no es: ‘Eres una víctima y te ayudo porque tú no puedes’. El mensaje es: ‘Tú tienes validez, tienes identidad y tienes que dar de ti’”, dice.

 

Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de la versión en inglés.