SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO — Benjamín Zacarías Bravo se abre camino con su machete por el sendero en las faldas del Volcán Tacaná. Cada dos semanas, camina 2 kilómetros para monitorear las aves. Frecuentemente escucha colibrís y quetzales, pero hoy busca pavones, las coloridas aves que se encuentran en peligro de extinción, conocidas como los “Unicornios del Bosque de Niebla”, por el cuerno rojo forrado de piel que tienen en la parte superior de la cabeza.
Benjamín es miembro de la Red de Monitores, un grupo que utiliza técnicas de observadores de aves para llevar un registro de los pavones que se encuentran en la zona.
Por lo general, esta rara especie de ave se encuentra en una elevación más alta, pero la destrucción de su hábitat y la cacería la han obligado a establecerse en un espacio que equivale al 1 por ciento del territorio mexicano. Hoy, el pavón solo se encuentra en Chiapas, el estado más meridional de México, y Guatemala, según Claudia Macías Caballero, bióloga y subdirectora de conservación de Pronatura Sur, una asociación para la conservación, en Chiapas.
El pavón se considera el “ave más rara del mundo”, dice Abenamar Pozo Villanueva, quien dirige el programa de aves del Zoológico Miguel Álvarez del Toro, en Tuxtla Gutiérrez.
Se calcula que 200 pavones habitan en la Reserva de la Biosfera del Volcán Tacaná, según James Rodríguez, quien dirige el Programa de Monitoreo del Pavón de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. La cantidad ha aumentado, dice, así como también las iniciativas locales para su conservación. Se están viendo pavones en zonas donde no se habían visto desde hace 10 años, dice.
La Red de Monitores se creó hace cinco años, y hoy en día cuenta con 45 personas de siete comunidades. Muchos monitores son observadores de aves que se han dado cuenta que su afición al aire libre y a buscar criaturas exóticas es útil para la conservación del pavón. Entienden que, al crear senderos y establecer reglas de observación, pueden atraer a otros ornitólogos quienes traen dólares de turismo para pagar más iniciativas de conservación.
Los turistas pueden venir a pasar dos o tres noches en la zona para ver al ave en su hábitat natural, dice Pozo Villanueva.
“Mucha de la gente que viene tiene recursos para pagar los viajes y para donar para estas acciones. Que conozcan las especies, que la comunidad hace cosas, que los actores locales, dueños de los territorios, hacen acciones para conservar sus recursos y territorios”, dice Vicente Pérez Matías, secretario de la Red de Monitores.
Para los amantes de las aves, es fascinante ver un pavón porque tiene una apariencia inusual. Su cuerpo es negro azulado, y las patas son anaranjadas tirando a rojo. El pico es amarillo. Lo más notable es el “cuerno” rojo forrado de piel que tiene en la parte superior de la cabeza.
Ahora, con el programa de la Red de Monitores, la observación de aves cobra más importancia.
“La importancia de cuidar a los animales es que también nos hemos dado cuenta de que protegiendo a los animales protegemos su hábitat, protegemos nuestros bosques, nuestras selvas que nos dan oxígeno puro, agua, todo eso”, dice Salustio Velázquez Pérez, monitor de aves.
“Si cuidamos eso, nuestros hijos podrán heredarlo en un futuro”, añade. “Si dejamos esas cosas bien, sabemos que el futuro de nuestros hijos se asegura”.
Terry Aguayo, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.