CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Al principio, Irma Gómez no creía en el coronavirus. Cuando la pandemia invadió México en marzo del año pasado y el gobierno le ordenó a la gente quedarse en casa, ella siguió vendiendo suplementos alimenticios, entrando en las casas de su clientela.
Gómez, de 76 años, no comenzó a prestar atención hasta que las tiendas y las escuelas cerraron. Pero lo que realmente la asustó fue la publicación de una grabación que escuchó por WhatsApp, una aplicación de mensajes, que decía: “No salgan de sus casas porque hay helicópteros de la Marina rociando virus para enfermarnos”.
En consecuencia, Gómez mantuvo sus ventanas cerradas todo el tiempo. Incluso se negaba a salir a caminar al patio. Aceptó hacerlo solo cuando un sobrino le compartió otra publicación por WhatsApp que desmentía el rumor del helicóptero.
La publicación provenía de Verificovid, una inusual iniciativa ciudadana que combate la información falsa sobre la pandemia en un país que, para finales de marzo, había sido testigo de más de 201,000 muertes por COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus. Solo Estados Unidos y Brasil han tenido un mayor número de muertes relacionadas con el virus.
Los éxitos y los retos de Verificovid ilustran la complejidad de combatir las falsas narrativas durante una pandemia en la que los hechos se transmiten rápido, pero los rumores lo hacen con aún mayor rapidez.
Las noticias falsas, o “fake news”, han hostigado a muchos países desde que comenzó la pandemia. El problema se generalizó tanto que, en febrero de 2020, la Organización Mundial de la Salud le dio un nombre: infodemia.
En el mes de mayo pasado, Jenaro Villamil Rodríguez, titular del Sistema Público de Radiodifusión en México, habló de la crisis de las noticias falsas en una conferencia de prensa, en la que se pronunció en contra de los videos y mensajes de audio en WhatsApp “cuyo objetivo es generar desconfianza social, generar miedo, sobre todo en los sectores más populares que no tienen acceso luego a contrastar la información”.
Durante los primeros meses de la pandemia, la desinformación asedió a México, y sembró miedo y confusión. Algunas personas dejaron de ir a los hospitales. Otras se negaban a ponerse cubrebocas. Incluso otras no se tomaban las medicinas o las compraban sin estar enfermas.
En diversos lugares – los municipios de Otzolotepec, San Cristóbal Huichochitlán, Texcoco y Almoloya de Juárez en el estado de México, y el pueblo de San Antonio de la Cal en el estado de Oaxaca – los gobiernos locales emprendieron campañas de desinfección de las calles para detener el virus. Pero las personas detractoras detuvieron estas iniciativas, con el argumento de que las campañas en realidad propagarían el COVID-19.
Mientras tanto, un grupo de jóvenes de todo México veía cómo se desarrollaba la tormenta de desinformación, sobre todo en las redes sociales. El equipo incluía a dos especialistas en comunicación, un director de redes sociales, una diseñadora gráfica, una fotógrafa y un pedagogo.
Ya habían trabajado en equipo anteriormente – en las elecciones de 2012 y el terremoto de 2017 – para ofrecer información clara y útil, y decidieron luchar contra las noticias falsas durante la pandemia.
Tenían mucho trabajo por hacer, ya que los rumores cubrían todos los espectros:
El gobierno no hacía pruebas de COVID-19 porque las autoridades querían mantener las cifras oficiales bajas.
En los hospitales, el personal médico extraía líquido de las rodillas de pacientes de COVID-19 para venderlo en el mercado negro.
Los termómetros digitales – los que se ponen en la frente – provocan lesión cerebral.
Blanca Quiroz escuchó que en los hospitales estaban infectando a las personas con el coronavirus, o matando a quienes ya tenían la enfermedad.
Ella se sintió perdida cuando varios familiares se enfermaron. Entonces descubrió a Verificovid en las redes sociales. “Escuché el audio [en WhatsApp] donde decía que eso no era cierto, y sí me tranquilicé”, explica Quiroz, de 37 años.
Al trabajar con un grupo de personal médico del sector público, Verificovid identifica, rastrea, investiga y desmiente la información falsa. Publica infografías con cifras actualizadas sobre el COVID-19 y ofrece consejos médicos a través de mensajes de audio de dos minutos de duración, y de texto. El grupo usa principalmente WhatsApp y Telegram – otro servicio de mensajes – pero también Facebook, Twitter e Instagram.
Le da prioridad a la desinformación que se propaga con mayor rapidez y que podría causar más daño.
“Los rumores relacionados con las acciones que tienen que ver con el gobierno generan mucho caos y desconfianza en la gente, como en el caso de la atención hospitalaria, pero también todo lo que tiene que ver con medicamentos, remedios caseros o productos milagrosos que prometen la cura. La gente salió a comprarlo sin receta médica”, dice Juan Manuel Solís, director de redes sociales que además es voluntario en Verificovid.
Hace algunos meses, el grupo tuvo que abordar las preguntas sobre si algunas medicinas – como las que se usan para combatir la malaria, la cloroquina y la azitromicina – podrían reducir las muertes por coronavirus. (Y no pueden).
Las dudas ahora son sobre la eficacia de las vacunas.
“Algunas personas no confían en las vacunas”, dice Ana Rolón, experta en comunicaciones que pertenece al equipo de Verificovid. “Y cuando les compartimos información, aun así siguen sin creer”.
Además de compartir la verdad, Verificovid trata de encontrar el origen de la desinformación, aunque no siempre lo logra. El equipo también enseña a la audiencia cómo detener las noticias falsas.
“Ahora ellos mismos ya logran identificar, ahí es donde yo mido el éxito de lo que hemos hecho”, sostiene Rolón.
Como Verificovid depende de la información y de las estadísticas de la Secretaría de Salud, algunas personas detractoras acusan al grupo de apoyar la línea gubernamental. En otras palabras, tienen que luchar contra las noticias falsas que atacan al grupo.
Pero el equipo de Verificovid encuentra desahogo en personas como Raúl Gutiérrez.
Gutiérrez cuenta que, en ocasiones, sus parientes han sido presas de la desinformación, por lo que suele compartir los mensajes de texto y de audio de Verificovid con sus tías, tíos, primas y primos.
“Me da risa que mi familia se crea todo, pero cuando yo les digo que no es verdad me dicen: ‘Ay, ¿tú que vas a saber?’. Entonces les enseño lo que me llega de Verificovid y ya es más fácil que me crean”.
Pero los avances son precarios.
A Gómez, por ejemplo, le gusta recibir notificaciones de Verificovid por WhatsApp, con las que se actualiza sobre los casos de coronavirus y las muertes en México. Verificovid también envía datos sobre la vacunación, pero no puede competir con la información y videos engañosos de las amistades y familiares de Gómez.
Por ahora, señala, ella no piensa vacunarse.
Aline Suárez del Real es una reportera de Global Press Journal que se encuentra en Tecámac, Estado de México.
NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN
Aída Carrazco, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.