BUENOS AIRES, ARGENTINA — Natalia Berrientos camina apurada hacia la Secretaría de Vivienda y Hábitat, una división del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de Argentina, ubicada en el centro de Buenos Aires.
Son aproximadamente las 4:45 p.m. cuando Berrientos llega a la puerta con unos papeles en la mano. Dice que tuvo que pedir permiso para irse temprano del trabajo, por lo que sintió alivio al llegar justo antes de que la oficina cerrara.
Otras dos mujeres esperaban en la fila delante de ella y venían por la misma razón: querían solicitar que se subiera el monto de sus créditos hipotecarios porque el desplome del peso argentino había aumentado los precios de las viviendas que deseaban.
Berrientos se ha vuelto experta en el mercado cambiario entre el peso argentino y el dólar estadounidense, ya que desde mayo observa con ansias como el precio del dólar fluctúa de manera errática, dice.
Las tres mujeres dicen que estas alzas de la divisa podrían determinar si las viviendas que han escogido están a su alcance. Cada una de ellas participa en un programa de créditos hipotecarios llamado ProCreAr compra, una política gubernamental para fomentar la compra de la primera vivienda.
Aunque inicialmente Berrientos calificó para el monto del préstamo de su nueva vivienda, el aumento del precio del dólar la obligó a ir a la oficina para solicitar que se incrementara el monto de su crédito hipotecario. A pesar de que ella pagaría su préstamo en pesos, la mayoría de los precios de las propiedades aquí se expresan en dólares y son sensibles a las fluctuaciones del mercado.
“La propiedad que yo tenía reservada aumentó 300,000 pesos ($10,687) en menos de 10 días. Estoy viendo si me pueden dar más crédito o pedir un crédito personal”, dice. “De no ser así, tendré que darme de baja. Sin esta oportunidad, no podría comprar una casa”.
Los funcionarios dicen estar analizando el impacto que tiene el volátil valor del peso en quienes, como Berrientos, buscan comprar su primera vivienda. En los últimos meses, los beneficiarios del programa se han visto forzados a solicitar aumentos en sus líneas de crédito o darse de baja, aunque corren el riesgo de perder el dinero que pusieron de reserva, ya que el nuevo valor de las viviendas que reservaron mediante el programa ProCreAr ya no está a su alcance.
En Argentina, los precios de las propiedades se expresan en dólares, y en la mayoría de los casos también se pagan en dólares, dice Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina.
En abril, el cambio de la moneda local estaba a 20 pesos por dólar. Ya para finales de junio, el precio era de 28 pesos por dólar. En el 12 de julio, el cambio estaba a 27 pesos.
Mientras el valor del peso seguía descendiendo, Argentina recibía una línea de crédito de $50 mil millones del Fondo Monetario Internacional, luego de que el banco central del país intentara recurrir a las reservas y fracasara en sus esfuerzos por detener el declive. El peso sigue en baja, a pesar de la ayuda internacional.
Aquellas personas que buscan comprar su primera vivienda han sido particularmente afectadas por la inestable divisa del país, dice Bennazar. El creciente costo del dólar estadounidense ha paralizado el mercado inmobiliario. Según una encuesta interna de los socios de la cámara, se calcula que un 15 por ciento de las solicitudes hipotecarias que estaban en proceso han sido suspendidas en los últimos meses.
Como consecuencia de ello, menos personas están buscando comprar viviendas.
“De 13 llamados por día que recibía cada inmobiliaria de clientes con créditos hipotecarios [pre-aprobados] buscando propiedades, ahora tenemos uno solo”, dice Bennazar.
Verónica Prado dice que quería ser propietaria de una vivienda. Pero con el precio del dólar en aumento, dice no tener otra opción que suspender sus planes de compra y dar de baja el crédito ProCreAr.
“Ya tenía el préstamo aprobado y estaba presentando la propiedad en el banco, pero con el aumento del dólar, los precios se dispararon, y el dinero que yo tenía ya no era suficiente para comprar algo. Siento mucha frustración”, dice Prado.
Para Fernanda Miño, otra beneficiaria de ProCreAr, la idea de abandonar sus planes de comprar una vivienda es atractiva, debido a la situación existente, pero esa decisión también representaría una considerable pérdida económica.
“Darse de baja no solo es renunciar al sueño de la casa propia, sino también perder la reserva”, dice. “Yo no quiero perder los $4,000 (112,270 pesos) que puse de reserva, y los 5,000 pesos ($178) que pagué en trámites de escribanía. Pero tampoco quiero pedir otro crédito adicional y meterme en deudas que no vamos a poder pagar”.
Iván Kerr, secretario de vivienda de la nación, dice que se están estudiando maneras de ajustar los préstamos y mejorarles la situación a aquellas personas que buscan comprar su primera vivienda. En mayo, la secretaría aumentó el límite de los créditos de ProCreAr a 2.6 millones de pesos ($92,620).
“Buscamos obtener una mayor previsibilidad para todas las partes y agilizar permisos, trámites y escribanía”, dice Kerr.
Terry Aguayo, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.