BUENOS AIRES – Pares de tacones pisan al compás. Las polleras se bambolean y los zapatos de tango de hombre se mueven siguiendo el ritmo.
En pleno tango, las parejas cambian los roles, independientemente del género.
El que guiaba se convierte ahora en el guiado. En esta milonga, nombre con el que se identifica a los clubs de tango en Argentina, todos bailan abrazados.
Las parejas de tango del mismo sexo serían algo chocante o incluso prohibido en muchas milongas, donde dominan concepciones tradicionales respecto a la sexualidad. Pero en el Festival Internacional de Tango Queer de Buenos Aires, que se celebra anualmente en la capital argentina, la prioridad era aceptar y promover el cambio. Eventos similares a éste se realizan en todo el mundo.
En el tango -baile de salón y género musical que se originó en Buenos Aires allá por los 1800-, la tradición indica que sólo el hombre puede guiar, según señala Pablo Nievas, profesor y bailarín profesional de tango. Explica que, mientras baila manteniendo a su compañera pegada a su cuerpo, el hombre busca los espacios libres en la pista y la conduce en esa dirección.
Por su parte, la mujer se deja guiar, interpreta el movimiento de su compañero y se mueve hacia donde él le indica, según agrega Nievas. El tango está conceptualizado como un acto de seducción, en el que el hombre logra conquistar a la mujer.
“En una milonga no se ven hombres bailando con hombres ni mujeres con mujeres”, dice. ”Es un ambiente muy discriminador en ese sentido”.
El Festival Internacional de Tango Queer de Buenos Aires nació como producto de esta discriminación, cuenta Augusto Balizano, bailarín profesional, profesor de tango y uno de los organizadores del evento.
“Si yo quería ir a bailar tango con otro hombre, no había dónde, no se podía”, dice. “Nadie había ido a bailar con alguien de su mismo sexo, ni se animaba. El tango había sido consolidado con el estereotipo hombre y mujer”.
El festival se realizó por primera vez en 2007 con el objetivo de reunir a bailarines y profesores de tango queer de todo el mundo. Desde entonces, los participantes han usado este ámbito para bailar y promover espacios donde todos los bailarines se puedan mover libremente, según explica Balizano. Este año, el evento tuvo lugar entre el 16 y el 22 de noviembre.
Balizano es gay y dice que le encanta el festival, porque les permite a personas como él sentirse libres para ser ellas mismas y tomar sus propias decisiones en un ambiente de aprobación.
Monika Sackarndt viajó desde Alemania para participar en el festival.
Aprendió a bailar tango hace tres años en Berlín, según cuenta.
Pero dice que no se siente bienvenida en las milongas tradicionales de Berlín cuando va a bailar con su pareja, otra mujer. Siente que en Buenos Aires la gente es mucho más abierta a la idea y a la imagen de parejas del mismo sexo.
“En las milongas tradicionales de Berlín, no se nos permite bailar con los zapatos que queramos”, dice. “Si eres una mujer, sólo puedes bailar con tacones altos”.
Esta noche, remarca que baila con los zapatos que eligió.
Liliana Furió dice haber encontrado en el tango queer la posibilidad de bailar con otras mujeres, pero también la de sacar a bailar a un hombre y ser quien guía. Furió asistió al festival como participante y como investigadora para un documental que está realizando sobre tango queer en el mundo.
A modo de anécdota, recuerda que una vez la echaron de una milonga por bailar con una mujer.
“Se acercó el dueño y nos dijo que en esa milonga no se podía bailar así”, dice. “Nos echó de forma muy violenta”.
Ese tipo de reglas no aplican en las pocas milongas queer que existen, coinciden organizadores y participantes.
La teoría queer plantea que las concatenaciones entre un cuerpo, un rol y un comportamiento son arbitrarias, según explica Moira Pérez, profesora de filosofía en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora en Buenos Aires. Pérez da talleres sobre teoría queer en distintos puntos de la ciudad.
“El queer plantea la idea de que no hay una identidad fija y que el cambio de roles tiene que ver con la fluidez del cambio de las personas”, dice.
Balizano dice que el festival le da el lugar a la gente para que sea libre, pero él también aspira a que pronto el tango queer sea aceptado dentro de la cultura tanguera.
“Si a mí me preguntás cuál es mi sueño, lo que más me gustaría que pase con el festival es que desaparezca”, sostiene. “Que ya no sea necesario calificar a la actividad de queer para que se pueda bailar cómo y con quién se quiera”.
Ivonne Jeannot Laens adaptó esta versión de la edición en inglés.
La entrevista a Monika Sackarndt fue hecha en inglés y traducida al español.