Argentina

Con la contaminación amenazando el agua, científicos argentinos usan desechos para crear filtros

La cuenca del río Matanza-Riachuelo es la fuente de agua de millones de argentinos, pero también es una de las más contaminadas del mundo. Algunos científicos en Buenos Aires esperan poder limpiar el agua aprovechando una fuente inesperada, los desechos orgánicos.

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As Contamination Threatens Water, Argentine Scientists Use Waste to Build Filters

Lucila Pellettieri, GPJ Argentina

Susana Boeykens, directora del Laboratorio de Química de Sistemas Heterogéneos de la Universidad de Buenos Aires, en la capital argentina, se prepara para filtrar químicos y metales dañinos del agua usando desechos orgánicos.

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BUENOS AIRES, ARGENTINA — Susana Boeykens se desliza desde una parte de un cuarto bien iluminado, con tubos suspendidos en el aire y tarros etiquetados y almacenados en un estante, hasta un escritorio al otro lado del cuarto. Está lleno de tubos de ensayos, coladores, granos, granos de café y plantas.

Boeykens es la directora del Laboratorio de Química de Sistemas Heterogéneos de la Universidad de Buenos Aires, un laboratorio científico universitario en la capital argentina. Está trabajando en varios experimentos.

“Tenemos distintos proyectos de filtros para purificación de agua”, dice sobre experimentos diferentes.

Boeykens es una de los 38 científicos del laboratorio de la universidad que están investigando soluciones de bajo costo para purificar agua y terrenos contaminados con metales pesados como el arsénico, usando plantas, cáscaras de banano y otros desechos orgánicos. El proyecto de investigación, financiado por la universidad, podría mejorar la calidad del agua y de otros recursos naturales en comunidades de bajos ingresos en todo el país, según dicen quienes lo apoyan.

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Lucila Pellettieri, GPJ Argentina

María Natalia Piol, miembro del equipo de investigación del laboratorio científico de la universidad, examina la concentración de metales en muestras de agua antes y después de pasarlas por un filtro construido por el equipo.

La cuenca del río Matanza-Riachuelo en Argentina, que incluye 14 municipios, es una de los más contaminadas del mundo, con altos niveles de metales pesados, como cromo, mercurio y plomo, según Greenpeace Argentina.

Unos cuatro millones de argentinos viven en áreas en las que las aguas subterráneas están contaminadas con arsénico, según reveló un estudio publicado en 2015 por Science of the Total Environment, una revista científica arbitrada. La exposición constante al arsénico puede resultar en cáncer, así como en enfermedades neurológicas y cardiovasculares. Las personas que viven en partes rurales del país están entre las más afectadas y muchas veces desconocen los riesgos de salud asociados a consumir esta agua.

El agua potable suele ser purificada con procesos que incluyen hervirla, destilarla y filtrarla, dice Boeykens. Algunos tipos de desechos orgánicos también pueden purificar el agua, añade. Boeykens dice que el proyecto comenzó a finales de la década de 1990. Desde entonces, Boeykens ha estado usando desechos orgánicos para crear filtros que eliminen los químicos y metales dañinos del agua. La investigadora dice que los desechos orgánicos son el tipo más común de desechos que se usan en sus experimentos, pues Argentina genera grandes cantidades de ellos. El Banco Mundial estima que cada argentino desecha 38 kilogramos (84 libras) de comida cada año.

Usar desechos orgánicos para purificar también es económico, explica Boeykens. Muchas veces están disponibles en hogares y fincas. Pero el equipo de científicos también usa materiales de construcción reciclados.

María Natalia Piol, una de las científicas involucradas en el proyecto, dice que está usando virutas de metal, clavos, rocas, baldes y un grifo para purificar una fuente de agua con arsénico concentrado en Almirante Brown, un municipio de la provincia de Buenos Aires.

“El objetivo es filtrar el agua para volverla apta para tomar y cocinar”, dice. “El principal problema es que al cocinar se evapora el agua y se concentra el arsénico”.

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Lucila Pellettieri, GPJ Argentina

Claudia Espínola, quien viven en Dock Sud, una ciudad contaminada con plomo en la provincia de Buenos Aires, de pie frente a una de las lagunas contaminadas de su barrio.

Las empresas agrícolas locales también pueden beneficiarse de los métodos de purificación que han creado los científicos, dice Piol.

“Hay terrenos salinizados en los que no se puede cultivar, que si tuvieran una forma de purificar el agua superficial a bajo costo se volverían fértiles y utilizables”, dice. Purificar tanto la tierra como el agua a bajo costo o gratuitamente les ayudará a los agricultores a mejorar la calidad del agua que usan para cultivar sus cosechas, fertilizar la tierra y mejorar la producción, dice.

Boeykens y su equipo están llevando a cabo experimentos para desarrollar 15 métodos adicionales de purificación con sus filtros. Quienes apoyan la investigación dicen que los métodos existentes pueden ser usados en todo el país para limpiar grandes cuerpos de agua que han estado contaminados por años.

Las personas que viven cerca a la cuenca del río Matanza-Riachuelo podrían beneficiarse de los métodos de purificación, dice Andrés Nápoli, director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos naturales, una organización sin ánimo de lucro local. Pero la purificación solo será sostenible si se reduce la contaminación del río.

Boeykens dice que sus métodos de purificación no están siendo usados por empresarios y agricultores locales porque algunos de ellos no entienden los beneficios de los desechos orgánicos. El equipo de científicos actualmente está buscando venderles a varias compañías tres de las decenas de filtros que han construido, dice. También quieren donarles sus filtros a comunidades locales.

Claudia Espínola, una residente de Dock Sud, una ciudad contaminada con plomo en el partido de Avellaneda en la provincia de Buenos Aires, dice que el acceso a esos filtros les permitirían a los habitantes locales tener comunidades limpias.

“Todo lo que podamos hacer para mejorar el ambiente nos interesa”, dice.

Desde la publicación de este artículo en abril, los filtros han sido instalados en un jardín de infantes en Buenos Aires, según dicen científicos del laboratorio de la universidad. El equipo de la universidad les enseñan a miembros del personal y a estudiantes a construir sus propios filtros y a mantenerlos.

Algunas comunidades rurales en la provincia de Formosa, al norte de Argentina, podrán beneficiarse del trabajo de los científicos este año, dice Boeykens. Las fuentes de agua en algunas partes de la provincia son de calidad dudosa, según expertos ambientales de la zona. Boeykens y su equipo instalarán los filtros de agua en dos escuelas y están tomando muestras de las fuentes de agua en tres comunidades diferentes que no tienen acceso a agua corriente.

Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.