PONCE, PUERTO RICO — El taxista Raúl García solía depender del centro histórico de esta ciudad para obtener ingresos estables. A veces ganaba $100 al día.
Pero ya no es así, debido a que el turismo en el centro se ha agotado en los últimos años.
Ahora García se detiene cerca de un estacionamiento donde antes solía recoger pasajeros, pero que actualmente está rodeado de ladrillos que se han desprendido de las paredes de una vieja tienda.
“Como las personas no vienen al centro del pueblo, tenemos poco pasaje. Cuando yo empecé, me ganaba hasta $100 al día; ahora, si llego a $40 [diariamente], es mucho”, explica.
La crisis turística en Ponce es consecuencia de una serie de desastres en años recientes, entre ellos, un huracán en 2017, temblores y réplicas a principios de este año, y la pandemia del coronavirus. La secuencia de calamidades amenaza la propia identidad de esta ciudad de 150 años de antigüedad, un lugar característico de la historia y la cultura de Puerto Rico.
Hoy en día, se abren múltiples grietas en las fachadas de los coloridos edificios históricos de Ponce. Más de 100 estructuras presentan riesgos graves y cintas de precaución de color naranja rodean a unas 30 de ellas, mientras esperan ser restauradas.
El municipio se esfuerza por impulsar el turismo, pero una zona histórica sin edificios históricos que visitar dificulta esta posibilidad.
“La arquitectura es el único arte en el mundo donde tú puedes entrar”, dice Andy Rivera, fundador y presidente de Puerto Rico Historic Buildings Drawings Society, cuyo propósito es documentar y divulgar el patrimonio histórico edificado en la región.
Actualmente, los turistas pueden entrar a una cantidad cada vez menor de edificios históricos en Ponce. Muchos sitios históricos están clausurados, y varios negocios y museos permanecen cerrados.
Durante varias décadas, los residentes y turistas han recorrido esta ciudad costera del sur, de unos 132,000 habitantes, atraídos por la arquitectura sofisticada, las tranquilas montañas y las aguas de tono azul brillante del mar Caribe.
Los edificios de Ponce, muchos de ellos construidos en los años 1800, muestran una variedad de estilos arquitectónicos, desde el español colonial y el neoclásico hasta el art déco y el arte moderno. Se observan fuentes, iglesias, museos, hoteles y casas históricas que crean un festival de colores: rosas vibrantes, azules pálidos y amarillos girasol. Una construcción de 138 años de antigüedad, convertida en un museo de bomberos, está pintada con franjas rojas y negras.
Ponce es la única ciudad puertorriqueña que aparece en la Ruta Europea de Modernismo, una guía que pone en relieve a ciudades como Viena y Barcelona, con edificios de líneas elegantes, colores vivos y detalladas técnicas artesanales propias del estilo de arte moderno del siglo XIX.
“La ciudad de Ponce es una de las joyas más grandes [de Puerto Rico]”, comenta Rivera.
No está claro si el huracán María ocasionó el declive del turismo en Ponce, pero los expertos concuerdan que fue perjudicial, al azotar a Puerto Rico en septiembre de 2017 con vientos de 155 millas por hora y provocar daños de miles de millones de dólares.
Después, en enero de este año, un temblor de gran impacto sacudió 34 edificios históricos en Ponce, entre ellos tres museos, que tuvieron que cerrar.
Las réplicas continuaron y se produjo otro temblor a principios de mayo. Los sismos y los temblores debilitaron una docena de construcciones listadas en el Registro Nacional de Lugares Históricos del gobierno federal.
Luego la pandemia del coronavirus prácticamente aniquiló el turismo de la ciudad. Ponce tiene 285 casos confirmados de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, según el Departamento de Salud de Puerto Rico. Puerto Rico, con una población de unos 3.2 millones de habitantes, reporta más de 31,000 casos confirmados o probables de COVID-19, y 424 muertes. Varios funcionarios de alto rango recientemente contrajeron la enfermedad, lo que ocasionó el cierre del Senado por más de dos semanas.
En julio de 2019, unos 7,500 turistas se registraron en hoteles y hospederías de la costa sur de Puerto Rico, donde Ponce es el atractivo principal. En la misma temporada de este año, las calles, los restaurantes y las tiendas estaban casi vacíos.
Fue una escena triste para Melina Aguilar, cofundadora de Isla Caribe, empresa turística que se enfoca en la zona histórica.
Según Aguilar, en una semana típica, 350 personas recorren la zona histórica. Este año, durante la temporada de verano, ella hizo dos recorridos con dos personas cada uno.
“La decadencia es palpable”, explica. “Todo lo relacionado con el turismo se ha paralizado”.
Los temblores, las réplicas y la pandemia se combinaron para retrasar el comienzo de las reconstrucciones y las renovaciones de los atractivos turísticos, comenta Crystal Bell, directora de la Oficina de Fomento Turístico, Industrial y Económico del municipio.
Además, Aguilar y Rivera dicen que los retos para el turismo de Ponce incluyen el poco mantenimiento de los museos y horarios irregulares.
Bell asegura que la intención es hacer un estudio detallado del sector comercial, mientras el municipio busca activar el turismo, conseguir más financiamiento para las pequeñas empresas y fortalecer la economía de la región.
El Instituto de Cultura Puertorriqueña trabaja en conjunto con las autoridades de Ponce en un plan para reconstruir el distrito histórico, y el municipio contrató a una empresa privada para evaluar los edificios abandonados, entre ellos las casas, y decidir cuáles deben derribarse.
A Rivera le preocupa que se determine demoler muchas de las estructuras distintivas, cuyos diseños – de curvas marcadas y techos elevados – no se encuentran en otras partes de Puerto Rico.
Entre el paso del tiempo, la falta de mantenimiento y los desastres naturales, “poco a poco se van perdiendo más estructuras y esto representa una pérdida de oportunidad económica y turística increíble”, expresa Rivera.
Bell dice que este puede ser el momento para reconfigurar la industria turística de Ponce.
“Es un reto porque primero queremos identificar los fondos de financiamiento y entonces trabajar colectivamente para implementar un plan estratégico con estas nuevas realidades que tenemos desde el huracán María”, añade.
Aguilar ve también una oportunidad en el turismo virtual. Una solución digital puede ayudar a Ponce a atender algunos problemas nada nuevos, como la falta de recursos para promoción y la necesidad de transporte colectivo, dice. El servicio de taxi o transporte compartido desde San Juan, a unos 117 kilómetros (73 millas) de distancia, puede costar alrededor de $125 por cada viaje.
El recorrido virtual de su empresa permite conocer la historia de la industria cafetalera de la región y comprar productos como café, tazas y dulces artesanales.
“Queremos que la gente, antes que todo, entienda y reconozca esta historia y participe en mantener el legado vivo y activo, y que quieran a nuestra ciudad”, puntualiza Aguilar.