YABUCOA, PUERTO RICO — El silencio reina en la cancha de la escuela superior Ramón Quiñones Medina en el comienzo del año lectivo. No se oyen los gritos de jóvenes practicando deportes como baloncesto o voleibol. Tampoco ensordece el silbato de profesores marcando una falta en la defensa, el sonido de los tenis corriendo de un lado al otro de la cancha o el ruido de los balones picando contra el suelo.
Al mediodía, la hora de recreo, cuando los y las alumnas se juntaban a practicar deportes, desaparecieron las voces, los gritos y aplausos de estudiantes que se divertían siendo espectadores y animadores de las partidas.
Aunque al igual que en el resto de las escuelas de Puerto Rico, se debe impartir clases de educación física los cinco días de la semana, la escuela Ramón Quiñones Medina lleva más de seis años sumida en el sigilo. Sus estudiantes deberían dedicar una hora al día para el desarrollo deportivo. Sin embargo, los cerca de 300 jóvenes que asisten cada año a esta escuela se quedaron sin clases de baloncesto, voleibol, fútbol sala, o incluso, de atletismo cuando el huracán María, en 2017, devastó Puerto Rico y barrió con la cancha ocasionando daños severos en las columnas, vigas y techado.
Antes del huracán María, esta escuela, que fue la última en construirse en el municipio, poseía estructuras óptimas deportivas: cancha de baloncesto techada, salones amplios de educación física con aire acondicionado, gradas cómodas, canastos fijos, postes para colocar mallas, baños con duchas, armarios para guardar indumentaria y equipos deportivos.
Ahora, cuando ya ha pasado más de media década desde aquel impacto, el acceso a la cancha se encuentra clausurado por el peligro que representa. Los techos se encuentran derrumbados, oxidados, y el resto de la estructura está invadida por la maleza. Los y las alumnas siguen sin volver al ritmo de las clases deportivas, lo que les ha arrebatado un pasado en el que se alzaron con múltiples campeonatos y torneos como la Copa Criollos de Caguas de Béisbol de Escuelas Superiores de 2015. En el comienzo de este ciclo escolar tampoco han logrado victorias a nivel regional en las competencias de atletismo o voleibol en las que participaron.
Sus estudiantes sienten frustración al no poder ejercitarse y recibir clases deportivas en la que era la mejor cancha dentro de las escuelas públicas del municipio. Se muestran tristes, disgustados, pero sobre todo sin motivación al ver que las condiciones actuales del plantel escolar continúan deterioradas y las autoridades en Puerto Rico no han resuelto el problema.
“Me siento infeliz porque no puedo practicar mi deporte favorito”, dice en referencia al baloncesto un joven estudiante de noveno grado, quien — al igual que otros alumnos entrevistados para este artículo — pidió no ser identificado por temor a represalias en la escuela.
No es el único que carga este sentimiento. Un compañero de grado también expresó su frustración y exigió acción para resolver este problema. El joven afirmó que le “gustaría que arreglen la cancha para practicar atletismo”, deporte en el que competía regionalmente en su escuela anterior.
Hoy, estos estudiantes se deben conformar con recibir clases de educación física en aulas más pequeñas que no fueron diseñadas para ello. La dinámica se ha transformado en un curso más teórico y de menos práctica por el deterioro de las facilidades deportivas. Las pruebas de aptitud física para pasar de grado se llevan a cabo dentro del pequeño salón de clases. “La maestra actual nos ha dicho que practiquemos deportes en nuestras casas” para suplir la falta de ejercicio en la escuela, afirma un estudiante de 13 años.
La identidad estudiantil y el sentido de pertenencia, en jaque
Varias madres han expresado su preocupación por la tardanza en las reparaciones. Sherline Judith Navarro López dice que se encuentra “un poco triste” al ver cómo su hijo se ha visto afectado. “Me siento ‘overwhelmed’ [agobiada]”. A su hijo le habían aconsejado estudiar en la escuela Ramón Quiñones Medina por los equipos de baloncesto. “La cancha está fatal. Está destruida desde [el huracán] María y no han hecho nada, ni se va a hacer nada”, se lamenta.
El descontento alcanza a las maestras recién jubiladas del plantel, quienes han lidiado con la falta de facilidades deportivas los últimos seis años. El sentido de pertenencia y comunidad se ha visto trastocado, explica Mildred Feliciano, exmaestra de matemáticas.
“La cancha era el corazón de nuestra escuela, porque allí era donde se celebraba. Incluso al mediodía, nos permitía a nosotros los maestros despreocuparnos un poco de nuestros estudiantes porque sabíamos que la gran mayoría participaba de los intramurales”, dice en referencia a las competencias amistosas de distintos deportes. “Se sentaban en la cancha a ver o a competir con sus compañeros”.
Por su parte, Felicita Matos y Jeannette Flores, también maestras recién jubiladas, coinciden en que la fortaleza y atractivo de esta escuela solían ser las actividades que se realizaban en la cancha: recitales de fin de año, la semana de la puertorriqueñidad, encendidos navideños y fiestas del día del estudiante con inflables y diversión que fusionaban entretenimiento y riqueza cultural. Desde que se dañó la cancha, estas actividades se llevan a cabo en una menor escala o ya no se realizan.
Este panorama se repite en la escuela Rosa Costa Valdivieso, un plantel que perdió en su totalidad el techo y los canastos de baloncesto de su cancha tras el paso del huracán María.
Sin embargo, el suelo de la cancha está en buen estado y se ha habilitado el área deportiva con canastos portátiles para uso recreativo y el curso de educación física. Pero al estar a la intemperie, el calor extremo que sufre Puerto Rico al comienzo del ciclo lectivo o las intensas lluvias de mayo a noviembre obligan a suspender las clases deportivas.
El mantenimiento y reparaciones estructurales de estas escuelas le corresponden al Departamento de Educación de Puerto Rico, pero las lleva a cabo la Autoridad de Edificios Públicos (AEP) de la región de Humacao que atiende 127 escuelas en 16 municipios, incluido Yabucoa. Esta agencia trabaja con la inspección, cotización, subasta y contratación para las necesidades estructurales de los edificios que tiene asignados.
El procedimiento para reparar las canchas escolares debió comenzar tras el impacto del huracán María con una reclamación ante la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), que se encarga de proveer los fondos para la reconstrucción tras desastres naturales.
El silencio de las autoridades
Global Press Journal realizó múltiples intentos para obtener respuestas de maestros y maestras de educación física, de autoridades de las escuelas, del Departamento de Educación, la AEP y de la superintendente regional interina de la Oficina Regional Educativa de Humacao, Evelyn del Moral Rosario, pero en ningún caso hubo respuesta.
Un funcionario de la AEP — quien habló bajo condición de anonimato por miedo a represalias en su trabajo por no contar con autorización para hacer declaraciones a la prensa — explica que la cancha de la escuela Rosa Costa Valdivieso no fue reclamada por dicha agencia, ya que no fue construida por ella y le correspondía al municipio de Yabucoa realizar ese trámite. El municipio alega que dicha reclamación y reconstrucción no le corresponde debido a que no tiene potestad sobre esa infraestructura. Pedro A. Crespo Ortiz, director de la Oficina de Finanzas de Yabucoa, asegura que han brindado “múltiples ayudas a estas escuelas, a pesar de que la responsabilidad es del Departamento de Educación”.
En la escuela Ramón Quiñones Medina, dice el funcionario de la AEP, la cancha se encuentra en trámite para asignación de fondos y reparación, aunque reconoce que el proceso ha sido lento y burocrático y que no existe una fecha para comenzar los arreglos.
Por su parte, Edwin Morales, vicepresidente de la Federación de Maestros de Puerto Rico, señala fallos sistemáticos en prevenir, atender y resolver estos casos debido a un modelo educativo deficiente.
“Hemos visto, como parte de una agenda, el deterioro de los ofrecimientos y la calidad de la enseñanza vía la implementación de una educación estandarizada”, dice Morales, quien cree hay un plan para “degradar o menoscabar aquellas materias que son de interés para nuestros estudiantes” como el deporte o las bellas artes.
Tanto para las maestras jubiladas como para sus alumnos y alumnas, entrenar en la escuela para competir es un valor que se ha visto trastocado en estos últimos años. La falta de facilidades deportivas ha provocado “una reducción de victorias en competencias deportivas escolares tanto a nivel municipal, regional como nacional”, dice Matos. Pero esto no troncha los anhelos de los estudiantes, quienes dicen no perder las esperanzas de que se reparen las facilidades. Sueñan con poder regresar a las competencias y volver a brillar en sus deportes favoritos.
Yerimar Rivera Rivera es reportera asistente de Global Press Journal con base en Puerto Rico.