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Las mujeres del Servicio Militar Nacional de México dicen que reciben un trato 'desigual', a la vez que la inscripción femenina llega al nivel más bajo de la historia

Las mujeres pueden alistarse en el Servicio Militar Nacional de México desde el año 2000. Pero en 2019 se registró la menor cantidad de mujeres en ingresar al servicio. Y las que sí lo hicieron dicen que no reciben los mismos oportunidades que los hombres.

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Women in Mexico’s National Military Service Say They Experience Unequal Treatment

Mar García, GPJ México

El Batallón 27 de Policía Militar en el Servicio Militar Nacional en Ciudad de México tiene el mayor número de mujeres. Aquí, cinco voluntarias entrenan con sus colegas hombres. Pero la cantidad de mujeres en el Servicio Militar Nacional de México en general ha estado disminuyendo. El número de mujeres que se alistaron llegó a su punto más bajo en 2019, con un total de 852 voluntarias.

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CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Durante la semana, Jazmín Flores trabaja en un Kentucky Fried Chicken. Pero los sábados, esta mujer de 21 años se despierta al amanecer para entrenar.

En uniforme, se une a una multitud de más de 400 hombres debajo de una gran bandera mexicana para cantar el himno nacional.

“Tengo la certeza de que con determinación y quitándome de la cabeza el ‘no puedo’ voy a ser militar”, dice.

Participar en el Servicio Militar Nacional de México, SMN, ha sido obligatorio para los hombres desde que este fue creado en 1940. Las mujeres no podían unirse hasta el año 2000, cuando exigieron ser incluidas completamente en las funciones del gobierno, incluyendo el Servicio Militar Nacional.

Pero, según las estadísticas del gobierno, el número de mujeres que se alistan cada año está descendiendo, a pesar de programas de divulgación. Y las mujeres que sí entran dicen que el trato desigual y la inhabilidad de obtener el mismo reconocimiento que los hombres son obstáculos para su éxito.

El primer año que las mujeres fueron elegibles para participar en entrenamientos militares se alistaron 18.088 de ellas. Para 2005, había 8.378 mujeres. Cinco años después, ese número cayó a 2.382.

Este año el número de mujeres alistadas llegó al punto más bajo en su historia, con un total de 852 voluntarias. Flores es una de las únicas dos mujeres en su grupo de entrenamiento.

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Mar García, GPJ México

Jazmín Flores trabaja en un Kentucky Fried Chicken en Ciudad de México. Se alistó en el Servicio Militar Nacional porque planea estudiar en la Escuela Militar de Odontología. “Tengo la certeza de que con determinación y quitándome de la cabeza el ‘no puedo’ voy a ser militar”, dice.

“Platicando con mi compañera, mientras veíamos correr a nuestros compañeros, decíamos que nos gustaría que nos pusieran a hacer lo mismo que a ellos”, dice Flores, “Eso es lo emocionante del servicio”.

Manuel Alejandro García Ramírez, director del Centro de Adiestramiento del Servicio Militar Nacional, dice que el programa incluye armas y entrenamiento de defensa y que inculca el respeto por el país, los símbolos nacionales y valores como el honor y la lealtad en sus participantes.

“Para las mujeres es una invitación”, dice García Ramírez. “Estamos muy conscientes de la importancia que ha adquirido la mujer en la vida nacional y obviamente las fuerzas armadas no están exentas de esto. Lo entendemos perfectamente y son bienvenidas con toda su capacidad, ingenio y deseos de presentarse de manera voluntaria”.

Según García Ramírez, el servicio militar fue creado a comienzos de la Segunda Guerra Mundial para garantizar la soberanía y la independencia de México. El entrenamiento les dio a los hombres un conocimiento militar básico en caso de que se necesitaran más soldados para la batalla, aunque García Ramírez dice que nunca se han llamado a soldados adicionales durante la historia del servicio militar.

Hoy, los participantes entrenan durante 44 sábados.

El gobierno financia el programa, así como los desayunos en los días de entrenamiento. Los participantes pagan el uniforme obligatorio: una camisa y una gorra que cuestan alrededor de 160 pesos.

Los hombres tienen que asistir a más del 90 por ciento de los entrenamientos para poder completar el programa, dice García Ramírez. Las mujeres deben asistir a por lo menos el 30 por ciento.

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Mar García, GPJ México

Thania López se sienta en su oficina. Es una de las dos mujeres en su batallón de entrenamiento del Servicio Militar Nacional. Dice que se unió debido a su amor por la diversidad cultural que encontró mientras distribuía suministros de alimentos básicos con la organización civil con la que trabaja.

Tras completar el entrenamiento exitosamente, los hombres reciben una cartilla del Servicio Militar Nacional, lo que les permite acceder a ciertos trabajos tanto del sector público como del privado. Pero actualmente las mujeres no reciben la cartilla, sin importar a cuántas sesiones de entrenamiento hayan asistido.

“Me siento en desigualdad”, dice Florez. “Deberían de darnos una cartilla también porque nos tratan con diferencia por lo mismo de que somos mujeres”.

Dice que se alistó para poder aprender de las dinámicas de la vida militar, pero se decepcionó por la manera en la que son tratadas las mujeres, especialmente cuando se trata de los componentes físicos del entrenamiento.

“Dijeron ‘No las pongas a hacer sentadillas o abdominales porque son mujeres y no lo pueden hacer’”, dice. “Pero yo creo que por algo estamos ahí y deberían de tratarnos igual”.

Tras completar el programa, Flores planea entrar a la Escuela Militar de Odontología.

“La parte física puede ser la más difícil, el tono de voz es más suave para las mujeres”, dice Gabriela García Rodríguez. “Me hace sentir mal porque yo sí estoy a favor de la igualdad y los instructores son más suaves con nosotras”.

García Rodríguez dice que siempre quiso unirse a las fuerzas militares, pero su padre se oponía a que se presentara como voluntaria. Cuando él murió, ella decidió postularse. Con 29 años, está a un año de la edad límite para entrar al servicio militar.

“Si mi papá siguiera vivo, no me hubiera unido al Servicio Militar Nacional para complacerlo”, dice.

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Mar García, GPJ México

Los miembros del Servicio Militar Nacional participan en actividades de entrenamiento físico y de autodefensa. Las mujeres que se alistan dicen que son tratadas diferentemente que sus colegas hombres, en especial cuando se trata de sesiones de entrenamiento físico.

Thania López, de 29 años, se alistó para darle algo de vuelta a su país tras enamorarse de la diversidad cultural que encontró en varios viajes que realizó por la organización civil con la que trabaja. Dice que las diferencias biológicas entre hombres y mujeres son un factor en su desempeño.

“La [diferencia] básica fue mi periodo”, dice. “No es el mismo empeño o capacidad con esa limitante, yo no tengo la misma fuerza de ellos. A veces nos ponen a cargar y yo veo que no puedo porque no aguanto las cosas”.

Añade que “son un poco estorboso los senos”.

A pesar de estos retos, dice que le recomendaría el programa a otras mujeres.

“Es una experiencia nueva, un conocimiento nuevo o reafirmación de conocimientos como valores que te enseñan en tu casa o en la escuela. Eso me gusta mucho”, dice.

García Ramírez dice que la presencia de las mujeres en el Servicio Militar Nacional es importante.

“La integración de la mujer a las actividades de SMN eleva el nivel de competencia”, dice. “La gente puede pensar que disminuyen los niveles de eficiencia pero al contrario, aumentan”.

Según un informe la Secretaría de la Defensa Nacional publicado el 1 de septiembre, todas las participantes que cumplen con los requisitos del entrenamiento recibirán la cartilla militar desde 2020. Las mujeres que completaron los requisitos en años anteriores también recibirán la cartilla retroactivamente desde 2020.

Flores dice que estas son noticias felices para ella.

“Con esta decisión se derrumban un poco los estereotipos al involucrar a las mujeres más”, dice.

López saltó emocionada cuando se enteró de la información. Pero dice que deberían haberles dado el acceso al carnet militar a las mujeres hace mucho tiempo.

“Que no nos reconocieran al mismo nivel me parecía que nos desestimaban”, dice.

Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.