SAN LORENZO CACAOTEPEC, MÉXICO — A las 5:45 de la mañana, Marisol Mendoza sale de su casa en su moto. Conduce por terrenos llenos de maleza y atraviesa un arroyo para llegar al relleno sanitario donde trabaja desde hace cuatro años.
En México, hay miles de personas pepenadoras, o recolectoras de basura, que se ganan la vida clasificando y vendiendo los residuos de los vertederos a cielo abierto. Mendoza no es una de ellas. Ella tiene un sueldo mensual, un horario fijo, atención médica, vacaciones pagadas, descansos regulares y acceso a equipo de protección. Desde 2016, San Lorenzo Cacaotepec, un poblado de cerca de 13 000 habitantes en el estado meridional de Oaxaca, ha ofrecido empleo formal a Mendoza y a otras 16 personas en el relleno sanitario local, donde se les conoce como recicladoras, no pepenadoras.
San Lorenzo Cacaotepec formalizó este tipo de trabajo en 2016, y es probablemente el único municipio mexicano en haberlo hecho, pero es posible que pronto otros sigan su ejemplo. En 2021, las autoridades del estado de Oaxaca desarrollaron un programa para alentar a otros municipios a emular el exitoso sistema. “Nuestro propósito es invitar al resto de los municipios a ver que esto es posible, que lo hizo una comunidad sin tener recursos de los ramos … donde se han generado fuentes de empleo y donde también se ha generado una actividad económica interesante”, dice Helena Iturribarría, secretaria del Medio Ambiente, Energías y Desarrollo Sustentable del estado.
Los reciclables que Mendoza y sus colegas recolectan en el vertedero generan entre 11 000 y 13 000 pesos ($543 y $643) al mes para San Lorenzo Cacaotepec. El trabajo de reciclado también ha prolongado la vida útil del vertedero. Se esperaba que el espacio alcanzara su capacidad máxima en 2016, siete años después de su construcción. Si bien tendrá que ampliarse pronto, el vertedero sigue funcionando seis años después.
“Si ellos no clasificaran la basura, no habría un aporte para el mismo municipio”, dice Perla Procopio, bióloga de la Regiduría de Salud y Ecología de San Lorenzo. “Si no estuvieran ellos, estaríamos inundados en basura”.
Las mejoras en el relleno sanitario han garantizado la seguridad de Mendoza y sus colegas. “Antes de que yo comenzara a trabajar en el relleno sanitario, no había techos”, dice. “Ahora sí; el área donde separamos la basura está techada … y eso nos ayuda a estar mejor”.
Su compañero, Salvador Martínez, que ha trabajado en el vertedero desde hace un año y medio, concuerda: “A pesar de ser un trabajo de alto riesgo, siento mayor seguridad con el equipo de seguridad que usamos”. Al jefe de operaciones, Pedro Díaz, quien comenzó como reciclador, le parece adecuado su horario fijo, de 6 de la mañana a 2 de la tarde, porque le permite “suficiente tiempo para cuidar los árboles de mi terreno y estar en casa con mi familia”.
La iniciativa en San Lorenzo Cacaotepec fue concebida por Sikanda, una reconocida organización sin fines de lucro que desarrolla proyectos de reciclado con inclusión social en Oaxaca. Fundada en 2009, Sikanda ha capacitado a más de 200 personas en técnicas de reciclaje y compostaje. También construye centros de reciclaje: donó una trituradora de plástico y vehículos de transporte al relleno de San Lorenzo Cacaotepec, donde también ha instalado un huerto, un gallinero y un área de composta para evitar la contaminación de subsuelos, ríos y la atmósfera.
“Buscamos que se les reconozca su labor, reciban sueldos con horarios fijos con seguridad social y se atiendan directamente sus necesidades específicas”, explica José Carlos León, fundador de Sikanda.
La mayoría de los 2471 municipios de México no incluyen la separación de basura en su estrategia de gestión de residuos. Por lo general, los vertederos están a cielo abierto, y el reciclaje es una actividad informal. “En estos [lugares] se desarrolla un mercado de la basura donde hay gente que vive físicamente en el lugar y se mantienen de lo que pueden procesar”, dice Johannes Cabannes, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Iberoamericana, y experto en políticas municipales. “Ellos recolectan la basura que saben que pueden vender a intermediarios o compañías que reciclan ciertos materiales y viven de esas ventas en una situación de alta marginación”.
Cabannes dice que una persona pepenadora puede ganar entre 600 y 1200 pesos ($30 y $60) a la semana.
No existen datos oficiales sobre la cantidad de personas recicladoras en México, ni cuánto dinero generan sus actividades. En un estudio de 2007 dirigido por la Corporación Financiera Internacional, una organización hermana del Banco Mundial, el investigador Martin Medina estimó que, en ese momento, el número de recicladores en México rondaba los 100 000, de los cuales el 25% eran menores de edad. Un informe de 2020 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México señala que hay recicladores en todos los sitios de disposición final del país. “No se les reconoce y tampoco se les retribuye, con salario o derechos, su gran labor”, asegura León.
Los municipios cambian de administración cada tres años, lo que dificulta las iniciativas para reproducir el programa de San Lorenzo Cacaotepec. “De poco o nada sirve que estemos inyectando recursos en el corto plazo si esto se va a extinguir en cuanto vuelva a empezar la siguiente administración”, dice Cabannes. León agrega que Sikanda tiene que negociar los objetivos de su proyecto con cada nuevo gobierno. “Cuando nos encontramos con administraciones apáticas, el proyecto deja de funcionar como debe”, destaca.
Mientras tanto, Díaz y Martínez dicen que su trabajo en el relleno sanitario les ha enseñado la importancia del reciclado, comenzando desde sus propias casas. “Mi trabajo es una forma en la que puedo aportar un granito para el cuidado del medio ambiente, al mismo tiempo que recibo ingresos y convivo con mis compañeros de trabajo”, finaliza Mendoza.
Ena Aguilar Peláez es una reportera de Global Press Journal con sede en el estado de Oaxaca, México.
NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN
Aída Carrazco, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.