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Madres adolescentes de Chiapas expresan remordimiento y satisfacción

Hace un buen tiempo México tiene una de las tasas más altas de embarazos adolescentes del mundo, un problema que es particularmente grave en Chiapas, el estado más al sur del país. Global Press Journal habló con madres adolescentes aquí para conocer más sobre cómo es embarazarse y criar a un niño siendo adolescente.

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Teen Mothers in Chiapas, Mexico Express Regret and Fulfillment

Marissa Revilla, GPJ México

La edad de las nuevas madres en México es más baja que lo que era hace unas décadas. Yesenia Elizabeth G.V., vista aquí con su bebé, tenía 16 años cuando quedó embarazada. Ahora tiene 18 años y está casada con su pareja. Los dos viven con su bebé en la casa de los padres de él.

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO — La tasa de embarazos adolescentes en este país es sorprendente, casi siempre lidera, o está cerca del primer lugar, en los listados globales y es mucho más alta que la de la mayoría de países por fuera del África subsahariana.

Muchas veces se pone el enfoque de la solución del problema en las jóvenes en riesgo, pero Zedxi Velázquez Fiallo, quien trabaja para promover y defender los derechos sexuales y reproductivos en Chiapas, dice que la raíz del problema va mucho más allá que cada joven individualmente.

La noción de la maternidad y la de las relaciones en México son romantizadas, dice, y la gente tiende a caer en roles tradicionales porque no cuenta con las herramientas para sobrepasarlos.

Muchas veces, dice Velázquez Fiallo, la sociedad considera que la solución es la “responsabilidad individual”, con un énfasis en el uso de anticonceptivos. Pero es importante considerar el rol que juega la sociedad mexicana en el embarazo adolescente y cómo la sociedad podría ayudar a reducir el número de adolescentes que se embarazan, dice Velázquez Fiallo.

En 1970, 30 años era la edad media a la que una mujer en México se embarazaba, según datos publicados en octubre por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. En 2016, esa edad media había pasado a 28, la segunda más baja después de Colombia, entre los más de 45 países tomados en cuenta. Además de México, solo la edad media de Costa Rica ha disminuido desde 1970. En todos los otros países del estudio, la edad media ha aumentado en las casi cuatro décadas entre 1970 y 2016.

El aborto es ilegal en buena parte de México, mientras que la violencia contra las niñas es común. Ipas, una organización internacional que promueve los servicios de salud reproductiva, publicó un estudio en junio en el que se subraya que la violencia sexual contra las niñas es una de las principales causas de los embarazos de niñas entre los 10 y los 14 años.

El problema del embarazo adolescente es particularmente grave en Chiapas, el estado más a sur de México. Según un censo nacional de 2014, el 81,7 por ciento de los adolescentes entre los 15 y los 17 años en Chiapas no usaron métodos anticonceptivos en sus primeras relaciones sexuales. Las razones que dieron incluyeron que la chica no planeaba tener sexo, o que no creía que podría terminar embarazada.

Cualquiera que sea la razón, es común que las adolescentes mexicanas se conviertan en madres. Para algunas, sus vidas resultan diferentes de lo que imaginaban. Para otras, la maternidad temprana es la realización de expectativas, ya sean estas propias o las de su comunidad.

Algunas madres jóvenes de Chiapas hablaron con Global Press Journal sobre sus embarazos y sus hijos.

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Marissa Revilla, GPJ México

Yesenia Elizabeth G.V., de 18 años, dio a luz cuando tenía 16. Ella dice que tiene algunos remordimientos por haberse convertido en madre tan joven, pero se llena de alegría cuando piensa en que puede cuidar de su bebé.

Yesenia Elizabeth G.V., 18

Yesenia dio a luz a su bebé hace dos años, cuando tenía 16. Había estado con su pareja por casi un año cuando descubrió que estaba embarazada. Dice que tuvo educación sexual en la escuela y la encontró útil, pero añade que trataba el sexo como si fuera un juego.

“Al principio lo tomamos con mucho nerviosismo porque no sabíamos qué hacer y después decidimos tenerlo”, dice.

Yesenia dice que quería seguir con su educación y no pensó que estar embarazada o tener un bebé le impediría ir a la escuela. Eso fue cierto al principio de su embarazo.

Luego, hubo una complicación en su embarazo. El director de la escuela de Yesenia le recomendó que se diera de baja de sus clases temporalmente y ella lo aceptó. Pero nunca volvió a clases.

“A veces, cuando tengo problemas o me siento sola, como que me arrepiento y pienso cómo hubiera sido mi vida, dice Yesenia”.

Otras veces, dice, siente alegría por haber podido demostrar que quienes decían que una adolescente no podía cuidar a un bebé estaban equivocados.

Yesenia dice que a veces piensa en cómo sería su vida si no hubiera quedado embarazada. Podría haber ido a la preparatoria y luego a una universidad a estudiar biología marina, dice.

“Soñaba con ganar buen dinero, sacar de trabajar a mi mamá, ayudar a mis hermanas”, dice.

Ahora Yesenia vive en San Cristóbal de las Casas en la casa de sus suegros con su pareja y su bebé, pero dice que esta fue su elección. Cree que las niñas y las adolescentes deberían controlar qué les pasa. “Que ellas decidan por si mismas, que no se rindan”, dice.

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Marissa Revilla, GPJ México

Saira, de 20 años, vista aquí con su bebé, trabaja en una lavandería en San Cristóbal de las Casas, una de las ciudades principales de Chiapas, el estado más al sur de México.

Saira, 20

Estar embarazada se sintió natural, dice.

“Por dentro, las mujeres siempre tenemos la sensación de ser madres, tener un bebé”, dice. “Sí se sentía bien. No fue planeado, [pero] no nos protegimos”.

Ahora, dice, se habla mucho de niñas y adolescentes que quedan embarazadas. Eso la hace sentir triste, dice.

Saira solicitó usar sólo su primer nombre para proteger su privacidad.

“Yo, de alguna manera, sabía que podía quedar embarazada y no me importó porque yo lo quería a él”, dice Saira sobre su novio. “Me sentía segura y a partir de que empecé la relación con él yo me imaginaba tener hijos con él.

Ahora Saira vive en San Cristóbal de las Casas con sus padres y su bebé. Trabaja en una lavandería y ve claramente cómo su vida podría haber sido diferente si no hubiera quedado embarazada.

“Si yo me hubiera embarazado más grande hubiera tenido más experiencia”, dice. “Hubiera hecho más cosas. Sería más fácil. Hubiera seguido estudiando y hubiera conseguido un trabajo con mejor sueldo y más estable”.

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Marissa Revilla, GPJ México

Azul Ramírez vive en el municipio de Venustiano Carranza, a casi 100 kilómetros (62 millas) de San Cristóbal de las Casas. Azul tenía 16 años cuando nació su bebé.

Azul Ramírez, 16

El bebé de Azul Ramírez tiene casi cuatro meses. Ella se enteró de que estaba embarazada cuando ya tenía cuatro meses de gestación, dice.

Antes de quedar embarazada, la vida de Azul giraba alrededor de estudiar, practicar deportes y relajarse. Soñaba con ir a la universidad.

Todo eso cambió cuando descubrió que iba a tener un bebé.

“El arrepentimiento estuvo desde el primer momento” dice. “Piensas en tu edad, en lo que hacías antes. En cómo le iba a decir a mis papás, cómo sentir la responsabilidad”.

Azul dice que no quería estar embarazada. Quería que su vida siguiera siendo la misma. Asistió a clases de educación sexual, pero no pensó que tendría que preocuparse.

“Pensamos que jamás vamos a pasar por algo así, que siempre le pasa a alguien más”, dice.

Y toda la educación en el mundo no cambia la vida en Carranza, un pueblo pequeño de Chiapas. Si pides anticonceptivos en un centro de salud, dice Azul, todo el mundo se enterará.

Pero ahora, dice ella, sus padres la tratan como a una mujer joven y no como a una niña. A veces ella dice las mismas cosas que decía antes de tener a su bebé.

“Ahora sí te hacen caso”, dice.