CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Todas las mañanas, Shiva y Rava se plantan frente a la puerta de vidrio que da al jardín; su instinto canino está en inusual alerta. Miran con atención, esperando el momento en que puedan ir en busca de un olor excitante y cada vez más conocido.
“Yo digo que son los cacomixtles que pasan por el jardín”, comenta Clementina Equihua, de 60 años, cuyo entusiasta aprecio por la naturaleza despertó su interés por estas huidizas criaturas. “Dejan ahí sus marcas y las perras enloquecen. Las vemos que huelen y huelen y regresan a los mismos lugares”.
Estas no son las divagaciones triviales de una amante de los animales de la Ciudad de México, sino importantes observaciones sobre el posible paradero de los cacomixtles. Estos animales —que en realidad son pequeños miembros de la familia del mapache, con la capacidad para rotar sus patas traseras 180 grados y su repertorio de vocalizaciones — han desconcertado a las y los científicos con su sorpresivo regreso a las ciudades.
Han capturado la atención de personas que, resguardadas en casa durante la pandemia, hacen “ciencia ciudadana” al recolectar muestras fecales y documentar y compartir en las redes sociales videos que muestran el comportamiento de los cacomixtles. Este diverso equipo de personas les proporciona a quienes se dedican a la investigación información crucial sobre el paradero, el comportamiento y la dieta de este animal nocturno.
Las y los investigadores esperan que estos nuevos acercamientos al comportamiento de esta criatura, también conocida por su capacidad de polinizar mediante sus heces, puedan ayudar a conocer las rutas de sus desplazamientos y la relación que mantienen con los ecosistemas urbanos.
Las semillas, el pelo, y los restos de basura y animales que se encuentran en su excremento contienen pistas importantes, dice Claudia Moreno, una investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Los registros de la ciudadanía nos ayudan mucho para el análisis de la distribución del caco en la ciudad, ver puntualmente las características de esa zona para explicar su presencia”, indica Moreno.
Su página de Facebook “Cacomixtle Ecología” tiene casi 5,000 seguidores. Algunas personas estuvieron dispuestas a hacer más y recolectaron muestras frescas en áreas donde se sabe que los cacomixtles defecan. El éxito motivó a Moreno a poner en marcha un proyecto formal de investigación sobre los cacomixtles en la Ciudad de México, para el cual modera un grupo de WhatsApp que brinda información sobre el animal, así como instrucciones detalladas para registrar los avistamientos y recolectar y documentar las muestras fecales.
La forma más fácil de rastrear fauna silvestre — instalar cámaras trampa en espacios públicos — es todo un desafío en las ciudades, ya que es difícil evitar el robo de equipo no supervisado. El proyecto de Moreno busca resolver ese problema enlistando voluntariado para vigilar las cámaras.
El éxito definitivo de esta inusual colaboración entre personas científicas y ciudadanas aún está por verse. Pero el trabajo está recabando información importante sobre el ciclo vital, la reproducción y el comportamiento del mamífero en la Ciudad de México, además de su distribución e interacción con las personas. Una muestra contenía restos de una musaraña que se creía que ya no se encontraba en la metrópoli.
En la ciudad de Puebla, otro proyecto de investigación alzó el vuelo durante la pandemia luego de que 2,000 seguidores compartieran fotos y videos en las cuentas de Facebook e Instagram del proyecto Cacomixtles Mexicanos.
Alexa Zarain Abdala, de 24 años, y Ana Cecilia Pérez Espinoza, de 23, estaban en el último semestre de la facultad de veterinaria de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla cuando aparecieron las publicaciones. “Vimos que, como las personas pasan más tiempo en su casa y se desvelaban más por la inactividad de la pandemia, nos llegaron muchísimos avistamientos, muchísimos”, dice Zarain Abdala.
Las estudiantes investigadoras reunieron a algunas de las personas que comentaban en las páginas para recolectar más de 50 muestras fecales, lo que les permitió analizar las alteraciones en la dieta y los niveles hormonales de los cacomixtles. Algunas personas entusiastas abrieron las puertas de su hogar para permitirles a las investigadoras recoger muestras fecales y otros datos sobre los animales.
Inspiradas por el éxito, Zarain Abdala y Pérez Espinoza han solicitado apoyo económico del gobierno para ayudar a desarrollar sus hallazgos. “Es muy bonito saber que las personas se estén haciendo conscientes de que están ahí, de que no estamos solos, de que tenemos a estos vecinos”, comenta Zarain Abdala.
En la Ciudad de México, Equihua y su familia invirtieron en equipo de video de vigilancia para monitorear las idas y vueltas de un cacomixtle que frecuenta su jardín.
“Luego estamos viendo la tele mi marido y yo, y dice ‘Mira, ya llegó’”, dice Equihua. “Entonces hay que pararle a la tele para ver que llegó el invitado”.
Mar García es una reportera de Global Press Journal establecida en la Ciudad de México.
Patricia Zavala Gutiérrez es reportera de Global Press Journal radicada en México.
NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN
Gerardo Velázquez, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.