CUERNAVACA, MÉXICO ─ Los descendientes de africanos negros constituyen una minoría significativa en México, pero algunos mexicanos dicen que la sociedad se niega a reconocerlo.
“Es un racismo latente. Nadie quiere ser descendiente de negros”, dice Luz María Martínez Montiel desde su hogar en Cuernavaca, capital del estado de Morelos, centro de México.
Martínez Montiel dice que ella lo comprobó cuando era pequeña. A los 9 años, fue a vivir a la casa de sus abuelos paternos en Veracruz, un estado de la costa este del país. Dice que, aunque entre sus familiares había personas de piel oscura, no se reconocían como afrodescedientes.
“El negro siempre era el de enfrente”, dice Martínez Montiel, hoy de 80 años.
Los afrodescendientes son definidos como personas que descienden de africanos que fueron esclavizados, los cuales se integraron a los lugares a donde fueron trasladados o a donde escaparon, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, CONAPRED, organismo encargado de promover medidas y políticas por la igualdad y la inclusión.
Entre los años 1576 y 1650, fueron traídos como esclavos al actual México entre 200.000 y 250.000 africanos, según un libro sobre el tema publicado en 2012 por el CONAPRED y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Otros africanos vinieron del Caribe y de otros lugares de América, según esa publicación.
Los africanos se mezclaron con los pobladores nativos. Sin embargo, tras la independencia de México, se enalteció el mestizaje que resultó de la mezcla entre indígenas y españoles, mientras que los africanos que también contribuyeron a la conformación étnica del país permanecieron mucho menos reconocidos, según el libro.
El CONAPRED señala que las contribuciones culturales, económicas y sociales de los africanos y sus descendientes en México han sido menospreciadas.
Fue recién hace algunos meses cuando se llegó a una comprensión clara sobre cuántos afrodescendientes hay en el país.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) llevó a cabo la Encuesta Intercensal 2015 y descubrió que hay aproximadamente 1,38 millones de afrodescendientes, que representan el 1,2 por ciento de la población.
La encuesta llegó a este número preguntando a las personas si se identificaban como “negros”, término con que el cuestionario se refirió a los “afromexicanos” o “afrodescendientes”.
El concepto de “negro” fue incluido porque es el término que usa generalmente la población para describirse a sí misma, según dice el director de diseño conceptual Roberto Jesús Ruiz Ramírez, en una video-entrevista desde la sede central del INEGI en el estado de Aguascalientes. Muchos encuestados no sabían cómo identificar a un afrodescendiente.
“Algunos piensan que nos estamos refiriendo a personas de otro país”, dice.
Esa pregunta no estaba basada en cuestiones raciales, como el color de la piel, sino más bien en el auto-reconocimiento, la cultura y la historia, según explica Ruiz Ramírez.
El experto explica que esta pregunta fue incluida en la encuesta en parte por la demanda de organizaciones de afrodescendientes e investigadores en pos de incluir a los mexicanos negros en las estadísticas nacionales por primera vez en la historia del país.
La inclusión de los afrodescendientes en estadísticas oficiales hace que esa población sea visible y le da al gobierno un punto de inicio para saber cómo vive ese sector poblacional en México.
Martínez Montiel, especialista en culturas africanas, ha promovido el reconocimiento de la cultura de afrodescendientes en México y otras partes de Latinoamérica dando clases sobre África y Afroamérica, escribiendo libros sobre la contribución de la cultura africana y coordinando “Afroamérica. La Tercera Raíz”, un proyecto dedicado a la investigación sobre afrodescendientes en México y Latinoamérica.
Ella enfatiza que los afrodescendientes necesitan conocer su propia historia.
“Nosotros, los académicos, tenemos la obligación de darles su historia antes que nada”, dice. “Que sepan de dónde vienen, no nada más líricamente por el color de la piel”.
Nemesio J. Rodríguez Mitchell
OAXACA DE JUÁREZ, MÉXICO ─ El fin de la esclavitud borró a los afrodescendientes de la estructura estadística y de la conciencia nacional, dice Nemesio J. Rodríguez Mitchell, antropólogo especializado en diversidad cultural.
“Eran visibles mientras eran mano de obra”, dice. “Ya que fueron liberados, no existen”.
Cuando un grupo no es visible, tiene acceso limitado a educación, trabajos dignos y servicios de infraestructura, según el experto.
Oriundo de Argentina y residente en México desde 1976, Rodríguez, de 70 años, es el coordinador de la sede de Oaxaca del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad y la Interculturalidad, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Este programa conjuga actividades académicas y culturales en favor del reconocimiento de la población negra en México.
Entre los proyectos del programa figuró la elaboración de una encuesta piloto, realizada entre mayo y junio de 2011 en 22 localidades de la Costa Chica, Oaxaca. Más de 1.500 personas fueron encuestadas sobre discriminación, cultura, salud y auto-identificación, entre otros temas.
Rodríguez explica que una de las principales conclusiones fue que los afrodescendientes se identifican con distintas denominaciones, tales como “morenos”, “mascogos” y “jarochos de la cuenca”. No siempre lo hacen bajo el término “negros”.
El experto destaca que la encuesta del INEGI podría no ser precisa.
De todas formas, Rodríguez enfatiza que incluir a los afrodescendientes en estadísticas oficiales es un primer paso hacia el reconocimiento de la diversidad cultural.
“Si un pueblo no existe para el INEGI, no cuenta presupuestalmente”, dice.
Entre las actividades culturales que promueve Rodríguez se cuenta el Festival Oaxaca Negra, que incluye debates, cine, conferencias, galería de fotos, presentación de libros, música y danza, todo en relación a la población negra.
El objetivo es que las comunidades de afrodescendientes se den a conocer a la sociedad y que ésta las reconozca, y se conozcan entre sí, según explica Rodríguez.
“El hecho de esta apertura va a significar repensar la composición social del país”, dice.
Tanya Duarte
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO ─ Muchos afromexicanos y afromexicanas, es decir mexicanos y mexicanas de ascendencia africana, que viven en Chiapas, el estado más meridional de México, desconocen su origen, según señala Tanya Duarte, psicóloga y fundadora de la organización social Afrodescendencia México.
“Se creen indígenas raros por el color de piel, por el pelo, pero no se reconocen como afrodescendientes”, dice.
Duarte cuenta que cuando ve a una persona que parece tener origen africano, le pregunta si es así. Pero la mayoría de la gente no tiene una buena respuesta.
“Se quedan callados, pensativos y al final son esquivos, (porque) son pocos los que se reconocen,” dice. “La mayoría lo oculta y lo rechaza”.
En su opinión, hay una gran falta de visibilidad, incluso entre los afromexicanos y afromexicanas.
“Los afro no existimos ni socialmente, ni jurídicamente”, dice.
Duarte se considera afrodescendiente. Por su color de piel y tipo de cabello, nadie cree que es mexicana, según cuenta. Ella dice que viaja con distintos documentos, como acta de nacimiento y pasaporte. Pero los funcionarios muchas veces dudan de la legitimidad de esos documentos y en algunos casos ha corrido el riesgo de ser deportada, según relata.
Ante esta situación constante de cuestionamiento, Duarte se convirtió en una activista de los afrodescendientes de Chiapas. Actualmente, reúne a afrodescendientes en encuentros académicos, culturales y artísticos en la ciudad de San Cristóbal de las Casas.
Benjamín Lorenzana Cruz
TUXTLA GUTIÉRREZ, MÉXICO ─ Investigar sobre la población negra en México es un trabajo solitario, según afirma Benjamín Lorenzana Cruz, historiador en Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas. Su trabajo se centra en el grupo étnico resultante de la mezcla de afrodescendientes y mestizos, siendo estos últimos generalmente considerados en México la cruza de descendientes de españoles e indígenas. A estos últimos los denomina afro-mestizos, según explica.
“Muchos investigadores de Chiapas se centran en investigar los referentes culturales reconocidos, los indígenas, olvidando a los afromestizos, que también estamos acá”, dice.
Los académicos no están interesados en afrodescendencia y mestizaje, según dice.
Lorenzana menciona que cuando empezó a estudiar la historia de los afrodescendientes en Chiapas, el primer paso que tuvo que dar fue reconocer en él mismo sus orígenes afro.
“Yo vengo de la costa de Chiapas, y en esta región hay una alto índice de población afrodescendiente, pero no reconocemos esta raíz”, dice. “La olvidamos, la despreciamos, y si podemos, la ocultamos”.
El experto considera que hay una gran deuda con la población afromestiza. Sus contribuciones pasadas, presentes y futuras deberían ser reconocidas.
“Se debe trabajar con los jóvenes y los niños, se debe incluir en los programas educativos en las escuelas la existencia de una tercera raíz, en nuestra historia, en la cultura, en la vida cotidiana”, dice.
Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de la versión en inglés.