CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Durante generaciones, la colonia Portales Sur se componía mayormente de casas unifamiliares.
Verónica García, quien ha vivido en la colonia desde los años noventa, dice que Portales Sur se ha transformado en los últimos cinco años, cambiando así el modo de vida de la gente. Ahora algunas de las casas son condominios, logrando tener más viviendas en el mismo espacio.
Además del crecimiento, existe un problema más fundamental: no hay suficiente agua.
Primero, dice García, empezó a faltar el agua por unos días – problema que la colonia resolvía comprando pipas de agua. Pero la escasez se fue haciendo más frecuente.
“A veces eran dos pipas al mes”, dice. “Después ya fueron tres”.
Esta es la situación que se está viviendo en toda la delegación Benito Juárez, al sur del centro urbano de la Ciudad de México. Es una zona atractiva para los edificadores, quienes buscan llenar todo el espacio disponible. Las nuevas edificaciones, en su mayoría propiedades de lujo, fácilmente se han convertido en chivos expiatorios con respecto a los problemas con el agua. Los residentes locales dicen que cuando se construyen edificios, la presión del agua disminuye.
El problema es que nadie puede comprobarlo con certeza. El gobierno de la Ciudad de México no se ha pronunciado de manera transparente acerca del mantenimiento de su sistema hídrico y si el sistema podría soportar el continuo crecimiento urbano. Los edificadores que buscan permiso para construir reciben alguna información sobre la capacidad hídrica en las zonas donde esperan construir, pero esos detalles no están disponibles al público. La información sobre la infraestructura hídrica de la ciudad, incluyendo si ciertas secciones se han actualizado en años recientes, no está inmediatamente disponible.
A falta de información, muchos residentes que llevan años viviendo allí ven las edificaciones de lujo en la delegación Benito Juárez con enorme suspicacia.
En el barrio de Xoco, próximo a Portales Sur, la escasez de agua comenzó hace aproximadamente seis años, después de que empezó la construcción de un masivo desarrollo inmobiliario , que incluye siete torres y espacio para un hospital, oficinas y más.
Lidia Suárez, de 70 años, quien ha pasado toda su vida en el barrio, dice que nunca sabe cuándo habrá agua disponible. En algunas ocasiones y sin previo aviso, no sale nada de la llave.
A unas cuadras de distancia, José Cosme Valle Ortiz, quien ha vivido 50 de sus 64 años en el barrio, dice que en su casa el suministro de agua no ha sido consistente. Algunos meses, puede fijar en su reloj el momento en el cual comienzan los problemas.
“A las 3 de la tarde se acaba la presión del agua”, dice.
Ahora, dice, ese problema ha desaparecido. Pero él no sabe si vaya a volver, ni cuándo.
La delegación Benito Juárez no es la zona más poblada de la Ciudad de México, pero sí la de más rápido crecimiento. En 2010, 385,439 personas vivían allí, según estadísticas oficiales de la ciudad. Ya para 2015, la población de la zona era de 417,416.
Entre 2000 y 2015, el número de viviendas de la delegación aumentó en un 37 por ciento – un gran aumento comparado con el crecimiento de .6 por ciento que ocurrió entre 1990 y 2000.
Los residentes locales culpan directamente a ese crecimiento de sus problemas con el agua, pero los edificadores inmobiliarios dicen que, de hecho, su trabajo mejora el sistema hídrico local.
“Al contrario de la percepción que tiene la ciudadanía, las construcciones nuevas mejoran o eficientan el consumo de agua en la ciudad”, dice Alejandro Kuri Pheres, presidente nacional de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios, la cual representa a decenas de miles de agentes inmobiliarios.
El problema real, dice Kuri Pheres, es que la ciudad no le da un mantenimiento adecuado a su sistema hidráulico.
Los registros de la ciudad sostienen esa teoría.
Muchos elementos de la infraestructura hidráulica se encuentran obsoletos, según registros del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, también conocido como Sacmex. Sacmex administra el agua de la Ciudad de México y se asegura de que llegue a las 16 delegaciones de la ciudad. Algunos muestran sedimentación o rompimiento, y otros están rebasados en su capacidad.
Mientras tanto, el acuífero que suministra el 44 por ciento del agua de la ciudad está sobreexplotado, según un documento del Sacmex publicado en 2016.
El acuífero recibe casi 513 millones de metros cúbicos de agua al año, pero la ciudad extrae casi 624 millones de metros cúbicos durante el mismo periodo de tiempo.
El suministro de agua de la ciudad es como una cobija, dice Elena Burns, coordinadora del Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa, una agencia que fomenta el manejo de recursos naturales en zonas amenazadas.
“La mueves por aquí y cubres una cosa, y luego puedes cubrir otra, pero la cobija es más chica que lo que estamos buscando cubrir”, dice.
La ciudad no ha pasado por alto los problemas del todo. En julio de 2017, el entonces Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera Espinosa anunció un programa para reparar las fugas de agua que hubiera comenzado en la delegación Benito Juárez.
Pero en enero de 2018, Héctor Manuel Reyes Martínez, funcionario de Sacmex, le dijo a GPJ que los recortes presupuestarios impidieron que el programa comenzara.
No queda claro dónde exactamente se encuentran los problemas de agua más urgentes. Los detalles relacionados con la infraestructura hídrica se dan a conocer de forma fragmentada. No está disponible ninguna información sobre cómo los nuevos proyectos de construcción podrían afectar el actual suministro de agua.
Cuando un edificador propone un proyecto, Sacmex recopila información relacionada con la factibilidad hídrica, e indica si la región cuenta con la infraestructura hídrica adecuada para hacerle frente. Esa información se requiere para los edificadores que buscan aprobación para la construcción de sus propuestas.
Esos informes no están disponibles al público para proteger la privacidad de los edificadores, según los criterios de la ciudad.
En algunos casos, Sacmex le pide al edificador que mejore el sistema hídrico existente, añadiendo tuberías más grandes, cambiando el equipo de plomería o rehabilitando un pozo, dice Reyes Martínez.
Muchas de las nuevas edificaciones evitan por completo el problema del suministro de agua con el uso de cisternas.
María de los Ángeles Rodríguez, presidenta de una asociación vecinal en General Pedro María Anaya, vive en un condominio que depende de una gran cisterna de agua. Ella dice no haber tenido ningún problema con el agua.
Pero la delegación tiene un nuevo y lujoso complejo de varias torres, que se conoce colectivamente como City Towers, el cual cuenta con amenidades como albercas, spas, gimnasios, oficinas y salones para fiestas.
Desde que se construyó ese complejo, las personas que habitan en las viviendas más antiguas de la zona han sufrido, dice.
Manuel Juárez, de 78 años, es una de esas personas. Vive en un antiguo edificio de condominios de la zona. La presión del agua no es como antes, dice, pero no hay ninguna señal de que el gobierno tenga intenciones de tomar medidas para mejorar la situación.
Las nuevas edificaciones siguen surgiendo, dice.
“Nosotros estamos con el miedo desde hace tiempo”, dice. “Otro, otro, otro, otro edificio. Como hongos están brotando”.
Terry Aguayo, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.
Esta historia fue publicada con el apoyo del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) y el Lincoln Institute of Land Policy.