SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO — “Turrón, marquesote, hojaldra!”
La voz de Lorena del Carmen Gómez Méndez hace eco en las calles de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el estado más meridional de México, mientras vende los turrones que elaboró con su madre en la mañana.
La elaboración del turrón lleva una hora. Hay que revolver a mano continuamente el azúcar y las claras de huevo hasta que la mezcla se espesa. Luego se pone el turrón dentro de tortillas de harina. Gómez Méndez, de 33 años, vende tres tortillas con turrón a 5 pesos (0,27 dólares).
Este dulce es una de las tradiciones culinarias de la ciudad, según explica Gómez Méndez. Lo viene elaborando y vendiendo desde que era una niña, porque eso es lo que su madre y su abuela hacían también. Sus hermanas y cuñadas lo hacen del mismo modo.
Pero esta habilidad, alguna vez común, se está volviendo rara en San Cristóbal de las Casas. Gómez Méndez dice que actualmente hay menos gente vendiendo turrón.
Estas tradiciones, incluyendo oficios como carpintería y herrería, son parte constitutiva de la cultura de la ciudad, pero los artesanos dicen que están empezando a desaparecer. Para combatir esta tendencia, líderes locales están promoviendo la enseñanza de oficios tradicionales.
“Tenemos que hacer esfuerzos debidamente coordinados de las instituciones no gubernamentales para que promovamos lo que está surgiendo de artesanías, el arte popular y la cultura popular que hemos olvidado”, dice Jorge Paniagua Herrera, cronista titular de la ciudad, es decir historiador e investigador designado por el municipio.
La Escuela Taller de Artes y Oficios ofrece cursos, tales como instalaciones eléctricas, alfarería, albañilería artística, carpintería y talla, que apuntan a preservar las prácticas tradicionales de construcción. En total sesenta estudiantes, de entre 16 y 24 años, toman cursos en la escuela, según señala la directora de taller María Teresa Paula Bortoni de la Fuente.
Los estudiantes reciben una certificación del Instituto de Capacitación y Vinculación Tecnológica del Estado de Chiapas y de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, según explica Bortoni de la Fuente.
El acento que la ciudad pone en estos oficios quedó de manifiesto en diciembre cuando la UNESCO, la división para educación, ciencia y cultura de las Naciones Unidas, declaró a San Cristóbal de las Casas miembro de la Red de Ciudades Creativas, en la categoría artesanía y artes populares. Como miembro de la red, la ciudad puede trabajar junto con más de otras 100 ciudades para posicionar la creatividad y las industrias culturales en el centro de sus planes de desarrollo.
Pero los artesanos y sectores afines señalan que la globalización de la economía es un duro competidor.
El flujo de artículos de plástico está actuando en detrimento de los oficios tradicionales y, en última instancia, de la cultura y la identidad, según enfatiza Paniagua Herrera.
Oficios que alguna vez fueron la principal fuente de trabajo en muchos barrios ya no son viables.
Mercedes Yolanda Román Aguilar, una zapatera de 53 años, que tiene una zapatería en San Cristóbal de las Casas, cuenta que antes solía recibir pedidos de calzado fabricado a mano. De hecho, recuerda que su padre, que también era zapatero, tenía entre 15 y 20 hombres trabajando para él porque sus zapatos se vendían en todo el estado y el país.
“Si en dos, tres días (los empleados) me van a sacar un par, una fábrica saca por cientos”, dice.
Ricardo Bolom Moshan, un talabartero de 43 años, dice que ha perdido cerca del 50 por ciento de los clientes en los últimos diez años. Como talabartero, Bolom Moshan preparara el cuero que se usa para la fabricación de cinturones, accesorios y muchos otros artículos, pero los productos provenientes de Guatemala y China están minando ahora su trabajo.
“Los productos son más baratos pero el acabado es diferente”, dice. “Son imitación: parte piel y sintético. Y (les) dicen que es todo piel, y lo compran”.
Asegura que los productos hechos en forma tradicional, como bolsas, duran unos tres años, mientras que las opciones baratas, unos tres meses. A él le lleva un día y medio hacer una de estas carteras, que vende a 600 pesos (32 dólares), mientras que los productos chinos cuestan entre 250 y 300 pesos (13,31 y 15,97 dólares).
Al mismo tiempo, se están abriendo más universidsades en la ciudad, lo que se traduce en más nuevos profesionales de los que puede absorber el mercado laboral, según señala Jesús Enrique Garcia, funcionario de la delegación San Cristóbal de Las Casas en la Secretaría del Trabajo de Chiapas.
“El tema que toda universidad les inculca que con eso van a aspirar a tener un puesto diferente y no hay tantas vacantes”, dice García, quien es también encargado del Servicio Nacional de Empleo.
Pero -según señala-, si se ofreciera cada vez más capacitación en oficios, más estudiantes podrian convertirse en técnicos, tales como electricistas o plomeros.
Bortoni de la Fuente dice que estos oficios son buenas alternativas a los diplomas universitarios corrientes.
“Los oficios son tan importantes porque estos jóvenes se pueden ir especializando y ser contratados en una empresa automotriz, por ejemplo”, dice. “Yo siempre digo que el estudio es muy bueno, ser universitario, pero esto es también”.
Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.