Cuando la recolección de residuos falló en una localidad mexicana, los residentes implementaron el reciclaje y el compostaje comunitario

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO — Cuando los residentes de San Cristóbal de Las Casas escuchan a los chicos tocar las campanas, no infieren que se trata de una festividad o de una celebración del vecindario. Aquí, en el estado más sureño, Chiapas, el ruido significa que es hora de reunir los residuos del hogar y entregar las bolsas a los camiones de basura estacionados en las esquinas cercanas.

Pero no todos los residentes obedecen al llamado.

“En algunos lugares de la ciudad, el sonido de la campana no es respetado y los vecinos sacan bolsas de basura a la calle generando focos de contaminación”, dice Gabriela Viveros, una madre de 50 años de edad que vive en el vecindario de Real del Monte.

Viveros explica que la gente de San Cristóbal de las Casas no ha recibido educación sobre cómo manejar la basura ni separar los residuos adecuadamente. Lo más importante, dice, es que no se dan cuenta de que lo que algunos consideran basura, puede tener valor para otras personas.

La falta de educación sobre un adecuado manejo de residuos y los beneficios del reciclaje, se ha visto agravada por las luchas políticas internas en el estado de Chiapas.

En mayo de 2019, un conflicto entre las comunidades y las autoridades municipales de San Cristóbal de las Casas encendió el problema de los residuos. Debido a que los funcionarios electos no mantuvieron sus promesas de campaña, los residentes bloquearon 15 de los 24 camiones de la basura y evitaron que funcionaran durante alrededor de quince días. Esto hizo que la recolección de residuos en la ciudad fuera más lenta y menos frecuente, dice Sergio Gómez Santiz, director de Limpia Municipal.

Pero Gómez Santiz comenta que una parte de la población conservó el hábito de sacar las bolsas de basura, sin importar si pasaban o no los camiones recolectores. Las bolsas de basura se acumularon en las calles. Los perros callejeros las abrían y creaban pestilencia en el vecindario.

Adriana Alcázar, GPJ México

Gabriela Viveros y María Lourdes Suárez dirigen un programa de reciclaje comunitario en San Cristóbal de Las Casas, México, mismo que motiva a la gente a determinar qué basura pueden reutilizar y les enseña cómo desechar adecuadamente el resto.

Este problema se presenta en todo el mundo, y países como México enfrentan incrementos mayores en la basura y menos maneras de deshacerse de ella.

De acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial para 2018, las ciudades de todo el mundo generan alrededor de 2 mil millones de toneladas de desechos municipales sólidos al año. Si no se toman cartas en el asunto, esa cifra crecerá a 3.4 mil millones para 2050, un aumento de setenta por ciento.

Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, México genera más de 44 millones de toneladas de basura al año y, de acuerdo con sus propias estimaciones, en 2030 el país alcanzará 65 millones de toneladas al año.

“El depósito actual de basura de San Cristóbal de Las Casas es un relleno sanitario general a aproximadamente 10 kilómetros (como 6 millas) de la ciudad y recibe alrededor de 260 toneladas de residuos al día”, dice Gómez Santiz.

Pero incluso antes de que se detonara la huelga de la basura, algunos residentes habían comenzado a implementar soluciones innovadoras ante el problema de manejo de residuos de la ciudad, separando los materiales orgánicos, inorgánicos y reciclables, dice Viveros, miembro del consejo del vecindario que implementó este enfoque.

Adriana Rodríguez Frutis y María Lourdes Suárez, impulsoras del sistema, dicen que este incluye procesos de sensibilización sobre el manejo adecuado de los residuos y capacitación para el manejo de los materiales orgánicos por medio de proyectos como el compostaje urbano. El proyecto también incluyó la búsqueda de empresas de reciclaje.

“Nuestras familias no solo tenían el reto de separar los residuos, sino también el reto de reutilizar, reciclar y aprovechar lo que resultaba de la separación”, dice Suárez.

Adriana Alcázar, GPJ México

Un empleado de limpia en San Cristóbal de Las Casas retira la basura de las calles. Los residentes aguantaron semanas de pestilencia y problemas de pestes a principios del año cuando un conflicto con políticos locales ocasionó una huelga en la recolección de la basura.

Rodríguez Frutis comenta que las familias que participaron en el programa producen menos residuos que los hogares promedio, dado que reutilizan hasta el 60 % de lo que otros consideran “basura”.

Angélica Schenerock, miembro de la organización Agua y Vida, Mujeres, Derechos y Ambiente, dice que cualquier solución al problema de la basura debe incluir un programa eficiente de recolección y tratamiento que sea responsabilidad del gobierno, y que se debe motivar a todos los residentes a ayudar.

“No basta con separar y reciclar residuos, sino que se deben cambiar los hábitos de consumo y dejar de generar tanta basura”, dice Schenerock.

Para Luz del Carmen Silva, residente del área de Kaltic y participante del sistema, el éxito depende del cambio en los hábitos de consumo. “Estamos bombardeados por publicidad que nos dice compra, compra, compra, y ese producto muchas veces es de plástico o está envuelto en plástico”, dice.

Silvia afirma que antes de comprar, ella se pregunta si realmente necesita el producto y, si lo compra, lo aprovecha al máximo y recicla los residuos que se generan.