CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO – Ir al baño en la escuela se ha vuelto todo un desafío para Carlos Isaac Fuentes Hinojosa, de siete años.
Cuenta que tiene que aguantarse las ganas casi a diario, porque los baños generalmente están sucios y no hay agua suficiente para hacerla correr en el inodoro. Y lo sabe porque lo ha intentado infructuosamente hasta cuatro veces.
Carlos no es el único estudiante que ha pasado por esto.
“A mí me pasa cuando voy a lavar mis pinceles, o me voy a lavar las manos, o voy al baño y no hay agua”, dice su primo de 10 años, Juan David Fuentes Aguilar.
Carlos y Juan asisten a la escuela primaria pública Francisco I. Madero, en la delegación Tlalpan, sur de la Ciudad de México. Los dos aseguran que es común que no haya agua en los baños de la escuela.
Funcionarios de gobierno dicen que están instalando bebederos en el marco de un programa para promover el consumo de agua en lugar de bebidas azucaradas entre los niños, pero los padres aseguran que la necesidad más urgente es que haya agua en los baños. Hay otro programa gubernamental en marcha para atender esta necesidad, pero no está claro cuándo va a haber agua en los baños de las escuelas donde hoy generalmente no funcionan los inodoros.
Carlos y Juan pueden sentirse afortunados porque al menos tienen acceso al baño.
Cerca de un 11 por ciento de las escuelas en México ni siquiera tiene baños, según señala Héctor Gutiérrez de la Garza, director general del Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED).
Muchas escuelas fueron construidas sin estos servicios o con infraestructura insuficiente para el suministro de agua, según explica Luis Fernando Domínguez Martín del Campo, quien coordina la oficina de dirección de INIFED. Funcionarios del gobierno nacional, institutos de educación locales y el INIFED comparten la responsabilidad en lo que a esto respecta.
Pero las escuelas son sólo parte del problema. La falta de suministro constante de agua es uno de los problemas más serios que enfrenta la Ciudad de México, según señala la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal en informes publicados en su revista de julio de 2015. Más de 150.000 personas no tienen acceso al agua corriente.
A pesar de que datos oficiales de 2010 indican que más del 95 por ciento de la población habita en viviendas con agua corriente, la comisión informa que estos datos no toman en cuenta si el suministro es constante.
Y los niños en las escuelas no quedan fuera de esto. Más de 120 escuelas preescolares, primarias y secundarias de la Ciudad de México tienen que recurrir a fuentes de suministro de agua alternativas a la red pública, tales como camiones cisterna, también llamados pipas de agua, según un censo de 2013 del instituto de estadísticas del gobierno.
Los habitantes de la zona donde viven Carlos y Juan conforman el grueso de la población que carece de servicios regulares de suministro de agua, según datos oficiales de 2013.
La deficiencia en el servicio se replica en todo el país. Cerca de 11 por ciento de los mexicanos carece de suministro de agua en sus hogares y se aprovisiona con fuentes alternativas, según datos de 2010 del instituto de estadísticas.
El presidente Enrique Peña Nieto anunció en septiembre de 2015 una iniciativa para mejorar de cara al año 2018 la infraestructura en más de 33.000 edificios escolares que se presentan como los más necesitados. Datos de un censo de 2013 indican que hay más de 171.000 edificios escolares en total en México, pero cerca de un 26 por ciento de los edificios de escuelas públicas no fueron construidos teniendo en cuenta necesidades educacionales.
Según la página de la iniciativa, los servicios sanitarios son la segunda prioridad tras la seguridad estructural y las condiciones generales de funcionamiento. La tercera prioridad es proveer de muebles y equipamiento, mientras que la cuarta es un sistema de agua bebible.
Los trabajos ya han comenzado en algunas escuelas, según datos del gobierno.
Esta iniciativa, con un presupuesto de unos 50.000 millones de pesos mexicanos (2.800 millones de dólares), apunta a mejorar la infraestructura para 2016 en 16.419 edificios escolares.
En mayo de 2014, el gobierno aprobó un proyecto para llevar agua potable a través de bebederos a todas las escuelas públicas.
Hasta ahora, se instalaron 2.675 bebederos, según dice Gutiérrez de la Garza. Y añade que el gobierno prevé instalar hasta 11.000 bebederos para julio de 2016, cuando finaliza el ciclo escolar, y unos 40.000 para 2018.
Los bebederos proveen agua potable a escuelas que quizás no podrían tener acceso a ello de otra forma. Pero la legislación que puso en marcha el programa no apunta a suministrar agua a las escuelas, sino a proveer agua para beber con el objetivo de evitar que los niños consuman bebidas azucaradas, según añade.
La legislación no atiende las cuestiones sanitarias, pero Gutiérrez de la Garza remarca que es un comienzo en la resolución del problema del agua en las escuelas.
“Si buscamos lo perfecto, este programa todavía no iniciaría”, dice. “Llegamos a hacer que las cosas buenas sucedan. Pero para eso, requerimos primero iniciar sobre un primer ejercicio, que es aquéllas (escuelas) donde exista conexión con la red de agua”.
Los padres no están de acuerdo. La urgente necesidad de agua trasciende el tema de los bebederos, según opina Belem Librado Velázquez. Y dice que los niños deberían poder usar los baños.
Librado Velázquez y sus dos hijos, Kevin Quintero Librado, de 13 años, y Daniel Quintero Librado, de 7, viven en la delegación Iztapalapa, donde los niños asisten a la escuela.
La escuela de Daniel no tiene agua en forma sostenida, lo que dificulta que los estudiantes usen el baño, según cuenta Librado Velázquez. Cada mañana, ella se asegura de que sus hijos vayan al baño antes de ir a la escuela.
En algunas ocasiones, los maestros de Kevin recomendaron que los estudiantes se quedaran en casa porque los baños estaban inutilizables, según añade.
Las escuelas de sus dos hijos usualmente se aprovisionan de agua mediante camiones cisternas, dice.
Esto no es nuevo. Librado Velázquez, de 36 años, se mudó a esta delegación cuando tenía 9 años y ya había problemas de suministro de agua en aquel entonces.
En su barrio, el agua llega a las viviendas a través de la red hidráulica pública, pero el servicio no es continuo, según Librado Velázquez. Ella recibe agua en su casa a través de las cañerías una vez por semana aproximadamente. Para poder lidiar con esta situación, junto con su familia recurren a camiones cisternas. Por semana, gasta 150 pesos (8,55 dólares) en agua.
Los niños que asisten a escuelas sin un adecuado suministro de agua corren riesgos de salud, según afirma Ronald Sawyer, director ejecutivo de Sarar Transformación, una organización que promueve mayor acceso al agua e implementa sistemas de agua y sanidad en México. Además –dice- los niños desperdician la oportunidad de desarrollar buenos hábitos sanitarios.
“(Es) muy importante que tengan condiciones que protejan su salud y su integridad física”, dice Sawyer. “Pero también que ellos creen ciertos nivel de estándares que se pueden llevar a sus viviendas”.
Para los niños que lidian con grifos secos e inodoros sucios, se trata de una cuestión de justicia. El agua es una necesidad, según remarca Carlos, el estudiante de 7 años.
“Yo pienso que es injusto que no haya agua en las escuelas y en los baños, porque sí se necesita agua”, dice.
Ivonne Jeannot Laens, GPJ, adaptó este artículo de la versión en inglés.