CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — A principios de mayo de 2022 una infortunada lluvia blanca se llevó el color del centro de la Ciudad de México.
De la noche a la mañana fueron borradas las coloridas frutas que adornaban los puestos de jugos y licuados y desaparecieron los cazos con dibujos de cerditos y gallinas. Existen cerca de 1,500 puestos de alimentos y bebidas con licencia en la alcaldía Cuauhtémoc, sede del centro cultural e histórico de la ciudad. Todos los días, más de 2 millones de personas transitan por el área a menudo deteniéndose en alguno de los puestos por un jugo verde o una torta al mediodía. En mayo pasado, dicen las personas comerciantes, las autoridades de la alcaldía ordenaron que se pintaran todos los puestos uniformemente de blanco.
“Quítenlo. Es por órdenes de la alcaldesa. Y va para todos”, recuerda Laura M., una estudiante cuya familia ha trabajado un puesto durante 20 años. Laura, quien pidió mantenerse parcialmente anónima por temor a represalias, dice que les dieron 48 horas para cumplir con la orden. “Lo pintamos de blanco, pasan unos días y pasan los de la alcaldía a poner el logo y la franja azul”.
Ahora en muchos de los puestos se lee: “ALCALDÍA CUAUHTÉMOC ES TU CASA”.
En abril de 2022, la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, lanzó la campaña “Jornada Integral de Mejoramiento del Entorno Urbano”, cuyo objetivo declarado consiste en alentar a comerciantes a mantener limpio su entorno de trabajo. La campaña se prolongará hasta 2024.
Cuando se le solicitó comentar al respecto, la oficina de Cuevas no respondió. En mayo, a través de su cuenta de Twitter, Cuevas publicó que una comerciante le había solicitado que pintara su puesto de blanco para que se colocara el logo de la alcaldía “y adecuarse al orden y disciplina de este nuevo gobierno”.
A principios del siglo XX comenzaron a popularizarse los rótulos, coloridos e ingeniosos letreros pintados a mano que con los años se convirtieron en íconos de la vida en las calles de la Ciudad de México. Su eliminación repentina y generalizada en toda la alcaldía es un golpe contra la identidad cultural de la ciudad, dicen grupos de activistas y habitantes. Las personas comerciantes agregan que también está afectando sus ventas.
“Sí, nos duele que nos lo hayan quitado”, dice Laura.
“Son oficios que se aprenden desde muy jóvenes”, dice Eduardo Nivón, profesor de antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de México. Agrega que los rótulos buscan la originalidad y echan mano del ingenio y la picardía. Atrapar la atención de la gente en las bulliciosas calles de la ciudad no es hazaña menor.
“Creo que algo muy representativo de nuestro país es eso: el color, el folklor, la creatividad de la ciudad”, dice Laura. “Ahora se ve horrible, se ve opaco, se ve gris”. Laura y otra gente como ella dice que no se les pagó el costo de repintar sus puestos, aproximadamente 200 pesos mexicanos ($10). No es mucho dinero, dice Laura, pero se ha perdido clientela. “Retiramos nuestra identidad. Retiramos el nombre y la gente ya no nos ubica. Estoy completamente segura de que disminuyeron nuestras ventas a raíz de eso”.
Comenta que sus ventas se han reducido a casi la mitad.
Antonio Álvarez Fernández, de 36 años, habitante de la Ciudad de México y usuario del transporte público, está consternado. “Le quita el folklor a la ciudad”, dice. “Me gusta que los rótulos digan lo que se vende: jugos, tortas. Y ahora no dicen nada, solo tienen el logotipo de la delegación. Ya no dan ganas de acercarse a comprar”.
Los rótulos contrarrestan la homogeneidad en las grandes metrópolis como la Ciudad de México, dice Nivón. “Diferencian esquinas, negocios, edificios, lo que ayuda a manejarnos en la urbe. Hablan a veces del esfuerzo, de la familia, de lo que hace único el producto que se ofrece”.
Nivón dice que los rótulos son víctimas de la creciente centralización gubernamental, donde el espacio de actuación de las y los alcaldes es muy reducido. “Poco a poco se les quitan posibilidades de intervención en materia de seguridad, servicios y presupuesto”, dice Nivón. Apunta además que la alcaldía Cuauhtémoc tiene una gran población flotante — esto es, residentes temporales que no están incluidos en el censo oficial de la alcaldía — lo que afecta todavía más la autoridad de las administraciones locales. “Los alcaldes, a veces para poder hacer visible su gobierno, hacen intervenciones físicas que les permita ver [a las personas] que están gobernando. Intervienen a veces creando programas de mejoramiento de fachadas, luminarias, etc. y en este caso, a la alcaldesa se le ocurrió cambiar la imagen urbana de los puestos en la calle”.
Esta acción de la alcaldesa no pasó desapercibida. Un día antes de la publicación de Cuevas en Twitter, ya se había creado una cuenta en Instagram para la Red Chilanga en Defensa del Arte y la Gráfica Popular (RECHIDA), una red de activistas chilangos — como se conoce a las personas que habitan la Ciudad de México — para la colaboración masiva y la generación de un archivo fotográfico de los rótulos que desaparecieron por orden de la alcaldía, además de memes criticando esta decisión. La cuenta, que ha llegado a los más de 19,000 seguidores y seguidoras desde mediados de mayo, ha recibido mensajes de agradecimiento por parte de comerciantes, dice Yuriko, entusiasta de los rótulos quien pertenece a RECHIDA y solicitó anonimato parcial por temor a las represalias.
Yuriko agrega que, sin embargo, ha sido difícil organizar a las personas comerciantes para que repinten sus puestos desafiando la orden, o para que presenten una queja formal ante el gobierno. Algunas de estas personas han pedido que no se haga nada porque dicen haber recibido amenazas del gobierno y les preocupa que seguir expresándose podría arriesgar aún más su modo de ganarse el sustento. “También ha habido quienes dicen que no les ha afectado mientras no les quiten su local, su espacio de trabajo”, dice Yuriko.
Después de acatar por dos meses la indicación de la alcaldía y con temor a ser descubierto, un vendedor de tortas le pidió a un rotulista que volviera a pintar su puesto. Este ahora vuelve a lucir el colorido dibujo de una torta y una de las frases más características en las calles de la alcaldía: RICAS TORTAS CALIENTES.
“Sí, pintamos de blanco pero venimos saliendo de una crisis por la pandemia y con esto se nos vino otra. La gente ya no venía a comprar”, dice el comerciante, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a perder su permiso de venta.
Laura dice que preguntó a funcionarios del gobierno si su familia podía volver a pintar su puesto, pero le negaron su petición.
“¿Cómo esperan que nosotros tengamos ingresos y podamos pagar nuestras obligaciones si nos quitan el medio?”, se pregunta ella. Tiene miedo de perder el comercio que ha pertenecido a dos generaciones de su familia y que actualmente emplea a tres jóvenes que son el sostén de su familia. “Con miedo hago esta entrevista, pero la hago porque quiero que la gente vea que sí nos está afectando”.
Mar García es una reportera de Global Press Journal establecida en la Ciudad de México.
NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN
Martha Macías, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.