Editorial Team
Publication Date
September 23, 2017
Lucila Pellettieri, GPJ Argentina
¿Qué hay debajo de las calles de Buenos Aires, Argentina? Un recorrido en el Zanjón de Granados, un museo privado, ofrece a los visitantes explorar los restos de una ciudad subterránea.
BUENOS AIRES, ARGENTINA — La Ciudad de Buenos Aires está llena de historia. Con solo viajar hasta la Plaza de Mayo, la plaza principal de la ciudad capital, se pueden ver edificios que datan de la época colonial, como el cabildo de Buenos Aires, construido por decisión de la corona española en 1751.
Pero para conocer más sobre las raíces de la ciudad hay que buscar literalmente bajo tierra y explorar la Buenos Aires debajo de Buenos Aires.
Empieza tu exploración con una visita arqueológica a los sitios que se encuentran debajo de la ciudad en el Zanjón de Granados, un museo privado cerca del Río Dársena Sur, donde se puede caminar alrededor de un serie de túneles y alcantarillas restauradas que datan de la década de 1730.
Aquí encontrarás los restos de una época anterior, incluyendo el cauce de un río que fue entubado hacia 1780 por las familias que vivían allí. También encontrarás un aljibe, una cisterna y hasta los restos de una vivienda de 1732.
“Las casas se hacían como capas de una torta, se construía sobre lo viejo”, explica Matilde Pascual, guía turística que realiza las visitas al Zanjón de Granados.
El túnel fue descubierto por casualidad en 1985. El actual dueño del museo había comprado la propiedad en ruinas con la intención de abrir un negocio, pero durante las renovaciones el piso cedió y los restos de los edificios antiguos fueron descubiertos, explica Enrique Salmoiraghi, museólogo del Zanjón de Granados.
El túnel, por el que corría el arroyo Tercero del Sur, fue construido por residentes de la ciudad para mantenerse aislados del curso de agua por el que fluían los desechos de un matadero.
Al ver que el tipo de construcción variaba a lo largo del túnel, los investigadores del museo llegaron a la conclusión de que había sido construido en tramos por personas diferentes.
“Se ve que en una parte el techo es abobedado con arcos y en la siguiente es recto. Puede que el que construyó esa sección no supiera cómo hacer un arco”, dice Pascual, y agrega que después del descubrimiento, la excavación del túnel continuó por más de 200 metros. Actualmente los visitantes pueden caminar en él y contemplar el techo original.
“Lo que más me gusta de la visita es poder contar el drama”, dice Pascual, “Lo que le da vida a los ladrillos es la historia de las personas que vivieron acá y la aventura de este hombre que compró una casa para hacer un comercio y terminó haciendo un museo”.
El museo es la excusa perfecta para contar las historias de la gente que vivió en ese espacio a lo largo de 400 años, incluyendo una familia española rica del siglo XIX. “La familia de cinco integrantes tenía seis esclavos y contaba con su propio sistema de canaletas y cisterna para recolectar y almacenar agua de lluvia. Dentro de la cisterna vivían tortugas de agua que se comían las algas de las paredes y la mantenían limpia”, dice Pascual, mientras los visitantes se asoman dentro de la construcción.
Su residencia luego fue transformada en un conventillo de 1900, un tipo de casa de vecindad donde las habitaciones se alquilaban individualmente, mientras que los espacios comunes como la cocina y el baño eran compartidos.
“La familia vendió la casa poco antes de la implosión de la fiebre amarilla y la casa se convirtió entonces en un mercado y conventillo. Todavía se conservan restos de pintura de esa época en las paredes de lo que eran las habitaciones”, dice Pascual.
Se cree que la pintura en las habitaciones de los residentes del conventillo fue sobrante de los barcos donde trabajaban. Según Pascual, esta idea se basa en los brillantes colores de las paredes y el alto costo de la pintura en comparación con los ingresos de los inquilinos, muchos de los cuales trabajaban como jornaleros en el Puerto.
El sitio también exhibe los restos de pipas, utensilios, muñecas y otros objetos, junto a reproducciones de pinturas, documentos y cartas que hablan del pasado de la ciudad.
“Es increíble que se mantenga esto en Buenos Aires, es la primera vez que visito túneles tan antiguos, está muy bien restaurado”, opina Silvia Soave, visitante argentina.
Los antiguos túneles de Zanjón no son los únicos que corren por debajo la ciudad. También están los túneles jesuitas, la Manzana de las Luces, que fueron construidos alrededor del mismo tiempo que los túneles de Zanjón. Los túneles de las Manzana de las Luces se utilizaron para conectar importantes puntos de la ciudad, como el Puerto, los hospitales, el fuerte y la iglesia.
Estos pasajes no fueron construidos con ladrillo como los de Zanjón, sino tallados directamente en la tierra. Actualmente están en reparación y cerrados al público, pero se abrirán de nuevo en una fecha próxima.
Adéntrate en las profundidades de Buenos Aires
El Zanjón de Granados ofrece visitas guiadas en español e inglés. El museo está ubicado en Defensa 755, entre San Lorenzo y Av. Independencia. Para más información visite su sitio de Internet, http://www.elzanjon.com.ar/
La Manzana de las Luces está ubicada en Perú 272, entre Adolfo Alsina y Moreno. Para más información acerca de los túneles, y para conocer cuando el lugar abrirá de nuevo al público, visite su página de Facebook, http://www.facebook.com/manzanadelasluces/
Lourdes Medrano, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.
