CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Estos visitantes del museo quieren respuestas.
—¿Por qué es mejor pintar sobre lino que sobre algodón?
—¿Cuántas obras tiene el museo?
—¿Qué mujer amó más Diego Rivera en realidad?
Las preguntas siguen viniendo y los guías del museo tienen que estar listos.
“Es un público al que yo, con admiración y respeto, los veo exigentes”, dice Ángel Eduardo Ysita Chimal, un guía del Museo Nacional de Arte (Munal).
Ysita se refiere a los adultos mayores, una población que mantiene alerta a los guías de museos. Estos visitantes están llenos de curiosidad, explica Ysita. No se conforman con datos generales o explicaciones simples; quieren saber cómo fue creada una pintura, en qué circunstancias, en qué contexto histórico. Se quedan en el museo más tiempo que otros visitantes. Esperan seriedad, puntualidad y profesionalismo.
En resumen, son muy buenos visitantes de museos.
“He notado su gran y legítimo interés en el acervo y en el edificio”, dice Ysita. “Perciben el arte y la historia con mayor sensibilidad y paciencia.”
Estos visitantes son parte de un programa semanal gratuito para personas mayores de 60 años llamado “Una Cana al Arte”, que les da a adultos mayores la posibilidad de tomar parte de visitas guiadas especiales a las exhibiciones permanentes o temporales del museo. El programa ha existido por más de 20 años y recibe a entre 30 y 50 personas por sesión. Entre enero de 2014 y junio de 2018, la asistencia a “Una Cana” aumentó en un 35 por ciento, dice Verónica Jazmín Gómez Sánchez, representante de prensa de Munal.
“Una Cana al Arte” es tan solo uno de los programas culturales y de entretenimiento que se están volviendo más populares entre personas mayores de 60 años en México, gracias a su asequibilidad. Muchos de estos programas son completamente gratuitos para adultos mayores.
A lo largo de México, más adultos mayores están asistiendo a estos programas. Según datos del gobierno, sólo el 4 por ciento de la población adulta mayor asistió a eventos culturales y de entretenimiento en 2009. Ese porcentaje aumentó más del doble (hasta el 8,3 por ciento) en 2014, el año más reciente en el que hay datos disponibles.
En 2001, Ciudad de México estableció el programa de Pensión Alimentaria, en el que los mayores de 68 años pueden aplicar a una tarjeta con fondos que pueden usar para pagar víveres, exámenes médicos, anteojos y pasajes de transporte público. La tarjeta también ofrece descuentos en hoteles y restaurantes. Actualmente, hay más de 525.000 beneficiarios que reciben 1209 pesos mexicanos (65 dólares) al mes; el número de beneficiarios ha aumentado en más de 60.000 desde 2010.
Los beneficiarios también tienen un acceso único a actividades culturales.
Cada mes, los beneficiarios de la Pensión Alimentaria pueden participar en un baile gratuito al aire libre llamado Jueves Danzón. Los beneficiarios también pueden ir a cine gratis dos veces al mes.
José Antonio Rodríguez Callejas es el director general del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores de la Ciudad de México. Dice que la planeación urbana y de infraestructura en Ciudad de México ha tomado a los adultos mayores en consideración al pensar en rampas, ascensores y autobuses y tranvías gratuitos para personas mayores de 60 años.
Estas iniciativas pueden eliminar obstáculos espaciales y de desplazamiento, pero con la robusta programación cultural, la ciudad también está eliminando los obstáculos sociales, dice Rodríguez Callejas.
Además de Munal, otro museo ha seguido esta línea con un programa para adultos mayores que lleva varios años.
El primer martes de cada mes, en el Museo Franz Mayer, las personas mayores de 60 años se reúnen para un programa llamado “Recordar es Vivir”. El programa incluye actividades culturales gratuitas como festivales, visitas guiadas y talleres de arte, e incluso una visita de un doctor especialista que responde las preguntas del grupo sobre asuntos de salud como nutrición y movilidad.
El programa era tan popular en 2016 que tuvo que cerrar tras exceder su capacidad de 90 asistentes. En 2017, comenzó a aceptar nuevos miembros de nuevo.
Martha Pérez, quien dirige las iniciativas de educación del museo, dice que el grupo ha evolucionado desde que comenzó el programa. Ahora tiene una junta directiva que incluye a adultos mayores, quienes planean las actividades de cada mes.
“Es fundamental lograr la participación directa de ellos, darles herramientas para que se sientan útiles, capaces, integrados y participativos”, dice Pérez.
Los participantes en “Recordar es Vivir” han encontrado un lugar para divertirse, distraerse y hacer amigos.
María Magdalena Robledo, de 71 años, dejó de asistir a los eventos con el grupo por los problemas médicos de su esposo. Sin embargo, hace tres años su esposo falleció y volver al grupo le ayudó a superar su depresión.
“Después de que murió, entré en depresión y me animé a regresar”, dice Robledo. ”Son bonitos porque conoces personas y te olvidas un rato de la soledad”.
“Las condiciones políticas y sociales, especialmente en América Latina, han hecho que este tipo de sectores queden a la deriva”, dice Pérez. Ella explica que los museos no solo son lugares de reflexión y aprendizaje, sino también espacios que promueven la amistad, el esparcimiento y la socialización para todos, incluyendo a los adultos mayores.
María Bernal Montiel, de 85 años, quien ha estado en el grupo desde que comenzó en el año 2000, dice que ha encontrado muchas amistades en el grupo, lo que la ha hecho muy feliz. A veces se ve con sus amigos fuera del museo también.
“Me gusta que todos son muy solidarios, he conocido muchas personas muy valiosas que sin ellas yo no sería nada”, dice Bernal Montiel. “Nos queremos como una familia”.
Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.