CABO HAITIANO, HAITÍ — La mayoría de los países celebran el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, pero las mujeres de Haití tienen un día propio. El 3 de abril de 1986, en medio de las protestas masivas que derrocaron a la dinastía Duvalier, más de 30 000 mujeres marcharon por las calles de la capital, Puerto Príncipe, en favor de la democracia y los derechos.
Fue un período de efervescencia social que vio surgir a muchas organizaciones de mujeres en Haití, incluido el primer albergue del país para mujeres y niñas que habían sufrido violencia doméstica. “Esa marcha fue un momento clave en la historia del feminismo haitiano. Sentó las bases para la creación del Ministerio de la Condición y los Derechos de la Mujer”, dice Philona Jean, coordinadora de la oficina norte del departamento del ministerio.
A sus 57 años, Jean ha sido una voz destacada en el ámbito de los derechos de las mujeres en Haití desde 2005, cuando fundó AFAK (en criollo, Asosiyasyon Fanm Karenaj, o Asociación de Mujeres de Carénage), una organización con sede en Cabo Haitiano que ayuda a las mujeres a aprender oficios y encontrar empleo. Anteriormente, Jean, que tiene un título en derecho, trabajó en un bufete de abogados y enseñó francés en escuelas secundarias y universidades.
Aunque su organización sigue activa bajo un nuevo liderazgo, Jean ahora supervisa 19 comunas en el norte de Haití junto con otras 16 personas integrantes del personal. Sin embargo, el presupuesto del ministerio es mínimo: para el año fiscal 2023-2024, representó el 0.1% del presupuesto total del estado. La oficina carece de personal suficiente, no dispone de dinero en efectivo y no tiene automóviles, dice Jean, lo que dificulta aún más abordar cuestiones de género o de violencia doméstica.
“Simplemente, no cubre todas las necesidades de la oficina”, dice. “Algunas víctimas vienen aquí y se ven muy alteradas. Lamentablemente, no contamos con una persona experta en psicología para ayudarlas”.
Al igual que la mayoría de los países del Caribe, Haití no cuenta con una ley que penalice el femicidio, entendido por expertos legales como el asesinato de una mujer motivado principalmente por su género, ni con una base de datos pública sobre violencia de género. También es uno de los dos únicos países en América Latina y el Caribe (junto con Guyana) que no penaliza la violencia doméstica.
El ministerio, cuya misión es luchar por la igualdad de las mujeres, recurre a menudo a organizaciones no gubernamentales como la Asosiyasyon Fanm Solèy Dayiti (AFASDA), que trabaja con personas que han vivido violencia de género. AFASDA cuenta con más recursos que la oficina del ministerio, dice Jean. Incluso tiene un albergue para mujeres que han vivido o están en riesgo de vivir violencia doméstica.
AFASDA recibe financiamiento de varias organizaciones internacionales, como Abogados Sin Fronteras y el Fondo Canadá para Iniciativas Locales.
Esto no significa que las cosas sean fáciles para las ONG. Cassandra Saintilma, consejera de AFASDA para personas que han vivido violencia, piensa que tanto los hombres como las mujeres en Haití deben comprender mejor qué es la violencia de género. “A veces, las mujeres que han sido víctimas de violencia acuden a nosotros en busca de ayuda”, dice, “y después de que sus agresores han sido arrestados, vuelven llorando y dicen que no era lo que tenían pensado”.
Jean tiene una opinión similar. “Las mujeres necesitan estar mejor informadas sobre estos temas, porque muchas de ellas todavía tienen miedo de hablar sobre la violencia y el abuso que sufren, ya sea en casa, en el trabajo, etc.”.
A pesar de los desafíos de luchar contra la violencia de género, Jean sigue adelante con su dedicación y compromiso con la causa. “Es un trabajo que hago con amor. Si no fuera así, ya me habría rendido. Para mí, no es solo un trabajo, es un sacerdocio”.