SAN PEDRO LA LAGUNA, SOLOLÁ, GUATEMALA — Tras haberse convertido en el alcalde de San Pedro La Laguna, un pueblo en el altiplano del suroeste de Guatemala, Mauricio Méndez decidió enfocarse en algo muy simple pero valioso para su comunidad.
La planta de residuos sólidos del pueblo se estaba deteriorando. El espectro de costos elevados necesarios para reemplazarla y el miedo de que los escombros terminaran contaminando el Lago Atitlán, considerado uno de los lagos más hermosos del mundo, llevó a los líderes de la comunidad a aprobar una estricta ley contra las bolsas de plástico.
La ley 111-2016 de San Pedro La Laguna entró en vigencia en enero. La ley prohíbe las bolsas y las pajillas plásticas, así como los recipientes y todo tipo de materiales de empaque hechos de poliestireno.
“Este proyecto nació de la necesidad”, dice Méndez. “Se pensó en el proyecto para que todos ayudemos en la conservación del lago, cuidar el ambiente y el lago”.
Con esto, San Pedro La Laguna se convirtió en el primer lugar del Lago Atitlán y el tercer municipio del país, tras Cantel, en Quetzaltenango, y San Juan Sacatepéquez en prohibir las bolsas de plástico.
La decisión ha sido popular en este municipio de unos 11.000 habitantes, 77 por ciento de los cuales habla tz’utujil, el idioma de uno de los 21 grupos étnicos mayas de Guatemala. La mayoría del comercio del pueblo viene del turismo y está basado en el lago.
La nueva ley ha sido recibida particularmente bien por los habitantes más viejos de San Pedro. El usar hojas de banano y bolsas de tela los devuelve a los días antes de que las bolsas de plástico fueran comunes.
“Ahora vamos a la tortillería con el canasto … a la panadería con servilletas”, dice una habitante de la zona llamada Dolores Puac. “En la carnicería [usamos la] hoja del maxán, [vamos] de compras al mercado con una canasta o el delantal de las mujeres”.
“Los ancianos están agradecidos por el trabajo que el alcalde realiza en la comunidad. Los niños se ven contentos viendo el ejemplo de los mayores en la calle, escuela, mercado”, dice Puac.
Clemente González, un abuelo y vendedor, dice que apoya la nueva ley.
“No se quiere perder la cultura de ir a nadar en el lago y por lo tanto se requiere del cuidado y valorización de la misma”, dice.
Los habitantes de San Pedro, como Manuela Rocche, sugieren que la iniciativa sea copiada en todos los pueblos cercanos al lago para así ayudar a lograr el objetivo común de conservarlo.
“Es trabajo de todos conservar el lago y contribuir con no usar cosas que hagan daño”, dice Rocche.
Ahora que la comunidad se ha librado de las bolsas de plástico, el alcalde Méndez está concentrado en nuevos proyectos ambientales.
Para 2017, él y la junta municipal planean proponer que cursos del medio ambiente sean integrados al currículum nacional. La idea es que el curso sea incluido en los planes de estudio de todos los niveles y que se pueda aplicar en todo el país, dice.
Para 2019, otra meta es asegurarse de que las plantas de tratamiento de aguas en la cuenca del Lago Atitlán funcionen bien, “debido a que la situación de contaminación es crítica y no se debe esperar más”, dice Méndez.
El alcalde también señala que esta es una prioridad del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales.
Méndez promete que San Pedro La Laguna también estará a la vanguardia de este cambio.
Pablo Medina Uribe, GPJ, adaptó este artículo de su versión en inglés.