UTUADO, PUERTO RICO — Cuando Glausmires Reyes, de 43 años, desfila por las pasarelas, se siente poderosa y dueña de su vida. Para ella, modelar es recordar constantemente que puede hacerle frente a cualquier adversidad. Pero hace cinco años, cuando llegó al mundo de la moda, su historia era distinta. Tras haber sufrido un aborto espontáneo, recibió un diagnóstico de cáncer que tuvo que atender con quimioterapia, lo que le generó efectos secundarios como fatiga, náuseas y pérdida de cabello. Además, dice, su pareja de entonces ejercía violencia psicológica contra ella.
“Fui una mujer abusada psicológica y emocionalmente por violencia doméstica”, relata Reyes. “Me sentía desvalorizada, inferior, fracasada, porque eso me hicieron creer”.
Tras separarse, decidió reconstruir su vida. Por eso, cuando una amiga la invitó para audicionar para un desfile de modas, aceptó. En el evento, Reyes capturó la atención de la diseñadora puertorriqueña Rosa Mercedes Rivera, quien la invitó a formarse profesionalmente en su academia y agencia de modelaje, D Models by Divas, cuyo mayor nicho lo conforman modelos de tallas y edades diversas.
Así, Reyes se convirtió en una de las más de 2,000 modelos cercanas a los 40 años que han incursionado en las pasarelas de Puerto Rico desde 2020, dicen líderes de la industria. Su nueva actividad le ha permitido presentarse en distintos eventos; pero, sobre todo, ha cambiado la relación que tiene consigo misma y con su entorno gracias a clases enfocadas en la construcción de su autoestima.
“Hoy me siento segura de la mujer que soy. Sé lo que valgo, lo que merezco y lo que tengo para dar. Esta oportunidad ha cambiado mi vida para bien”, expresa Reyes.
Redefinir el envejecimiento
Reyes, como sus compañeras que ingresan al modelaje en su adultez, deben abrirse camino en una industria tradicionalmente dominada por personas más jóvenes. Eso las obliga a salir de su zona de confort para destacar en un segmento de mercado en crecimiento, asegura Rivera.
“En los últimos años se ha estado redefiniendo el concepto de ‘envejecer’”, explica la psicóloga clínica Erica Rexach. “Antes era visto de manera negativa, como la etapa más cercana a la muerte, el momento donde ya no queda nada que hacer, el ciclo de vida más solitario e inactivo”.
Este cambio en la percepción no es fortuito. Datos del censo de 2020 muestran que la mediana de edad entre las personas habitantes de Puerto Rico es de 45 años, ocho más que lo reportado en el ejercicio censal previo. Además, la Sociedad Gerontológica de América advierte un rápido envejecimiento poblacional, derivado de la reducción en los niveles de fertilidad y el crecimiento de la migración.
Esta transformación demográfica ha favorecido para que medios de comunicación, la industria de la moda y la sociedad planteen nuevas narrativas sobre las personas mayores de 40 años, dice Rexach.
“Se está comenzando a ver como una segunda juventud, el momento en el que la mujer utiliza su madurez, su sabiduría para vivir más plena y establecer conexiones sociales más saludables”, asegura.
En línea con esta tendencia se encuentra la coronación la semana pasada de Jennifer Colón Alvarado, de 36 años, como Miss Universe Puerto Rico 2024. En septiembre de 2023, la competencia abrió el rango de edad de las participantes, antes limitado a los 28 años. La nueva reina competirá en la próxima edición de Miss Universe, a celebrarse en México en noviembre.
Colón fue la primera finalista de Miss Universe Puerto Rico en 2009. Posteriormente, se alejó de los certámenes para dedicarse a la crianza de sus hijos y a su carrera como esteticista médica.
Rivera, una de las pioneras de la inclusión de modelos no tradicionales en Puerto Rico, considera que sumar a personas adultas a las pasarelas, en vez de limitarse a modelos jóvenes, ayuda a que quienes las ven se sientan representados.
“Como diseñadora, prefiero escoger a una mujer madura para mis creaciones ya que al desfilar, ese público puede verse en su piel”, dice.
“Les falta quererse mejor”
Muchas modelos llegan a la profesión con inseguridad y secuelas de maltrato, explica Rivera. Para capacitarlas e impulsar su trabajo, algunas academias ofrecen clases de modelaje y refinamiento, en donde enseñan técnicas de maquillaje, protocolo, proyección y autoestima.
“Ahí se dan cuenta de que mucho de lo que les pasa es debido a que les falta quererse mejor, confiar en ellas mismas”, dice Aida Cabrera, presidenta de AC Model Fashion, una agencia de modelaje establecida en Utuado. Cabrera también trabaja con 12 modelos mayores de 40 en la agencia Lady and Gentleman Top Model, en San Juan.
La experta detalla que, en las clases de su agencia, existe una dinámica inicial en la que las modelos responden un cuestionario de autodescubrimiento en pareja. Durante la actividad, identifican cuáles son los aspectos que las hacen sentir incómodas consigo mismas y cómo las ven las demás.
A partir de ahí, se desarrollan planes para impulsarlas tanto dentro como fuera de la pasarela.
“¿De qué vale que aprendan a modelar si su autoestima está baja, si no cuentan con herramientas para enfrentar lo que no les gusta de su físico o a trabajar con dolores más profundos que las hacen sentir que no sirven para estar allí?”, dice Cabrera.
Como resultado de estas clases, muchas modelos han obtenido herramientas para abrazar su belleza.
Mirta Abad, una modelo talla grande de 38 años de AC Model Fashion, dice que aprendió a considerar su peso como algo sobre lo que necesitaba trabajar y no como un aspecto que define su capacidad como modelo. Por su parte, Alexandra Ruiz, ingeniera e integrante del grupo Curvy Models by María María, otra agencia de modelaje, considera que su proyección laboral se incrementó después de comenzar su carrera en las pasarelas, pues adquirió la confianza para relacionarse socialmente.
“Aumentaron mi autoconfianza”, coincide Nancy Meléndez de 61 años, quien incursionó en las pasarelas en 2023.
Para Reyes, las clases de modelaje y refinamiento marcaron un antes y un después. Tras participar en los talleres impartidos por Rivera, se animó a pedir ayuda psicológica para salir completamente del ciclo de violencia en el que estaba inmersa y recobró la esperanza en su futuro. Ahora, incluso se ha vuelto un ejemplo para otras compañeras que atraviesan por situaciones complicadas.
“Gracias a la pasarela volví a sentirme alegre, segura. Renací”.
Yasmín Porrata Morán es reportera asociada de Global Press Journal con base en Puerto Rico.