Los costos ocultos de la educación pública en México
El derecho mexicano establece educación pública gratuita, pero cada vez más las familias corren con los gastos por cuotas de inscripción, costos de mantenimiento, útiles, uniformes y gastos incidentales.
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO — Las escuelas han reiniciado las clases presenciales por primera vez desde la pandemia y las familias están acostumbrándose al costo de equipar a sus hijos e hijas para las aulas, pero a un precio que a muchas familias les cuesta trabajo pagar.
En un país donde la educación preescolar, primaria, secundaria y preparatoria es obligatoria y gratuita, las familias de estudiantes de las escuelas públicas dicen que, no obstante, gastan cientos de pesos en útiles escolares, uniformes y, en algunos casos, cuotas por inscripción y productos de higiene como jabón y papel higiénico.
Cada año, la Secretaría de Educación Pública (SEP) publica una lista de útiles sugeridos para cada grado escolar, los cuales según la SEP, constituyen los recursos básicos y necesarios para que los estudiantes inicien sus estudios. En una papelería de la Ciudad de México ubicada a un kilómetro (0.6 milla) de distancia de nueve escuelas, el precio más barato por los útiles en la lista para cuarto grado es de 291.50 pesos ($15), pero si se compran las marcas más caras, este precio aumenta hasta los 738 pesos ($38).
Aunque el uso de uniformes en las escuelas públicas del país no es obligatorio, la Secretaría de Educación Pública recomienda que se usen como “medida de seguridad”. Esta recomendación cuesta bastante, según las familias entrevistadas, quienes dicen que a sus hijos e hijas se les exige llevar uniforme. Dependiendo de la escuela, el uniforme que comúnmente se requiere incluye una falda o pantalón de gala para los honores a la bandera cada lunes; falda o pantalón de diario; camisas o blusas; “shorts” o pantalones deportivos; suéter, zapatos y tenis. Dependiendo de la tienda, las familias pagan entre 530.80 pesos ($27) y 995 pesos ($51) por los uniformes, sin incluir el calzado.
En la mayor parte del país, el ingreso promedio en los hogares es de 6,534 pesos ($335) al mes, así que las familias con más de un hijo o hija enfrentan gastos en las escuelas públicas que exceden la mitad de su ingreso mensual.
Todas las familias entrevistadas dicen que se les pide pagar una cuota de inscripción anual a pesar de que la ley lo prohíbe. Esta cuota puede ser adicional a las aportaciones por mantenimiento y limpieza. Las escuelas establecen el monto de estas cuotas, que de no pagarse pueden dar lugar a la retención de boletas de calificaciones y certificados, dice una madre de la Ciudad de México que pidió no se revelara su nombre para proteger a sus hijos. Rosa Espinoza, madre de un hijo y una hija, dice que hay docentes que exhiben los nombres de estudiantes que no han pagado las cuotas o que no han traído los artículos solicitados. La Secretaría de Educación Pública declinó hacer comentarios.
Los gastos para las familias no terminan al inicio del año escolar. En muchos casos tienen que realizar gastos extra durante todo el año que pueden ser para disfraces, alimentos para convivios y materiales adicionales.
Con la pandemia aparecieron en las listas de útiles escolares el gel antibacterial, los cubrebocas (mascarillas) y las toallas desinfectantes. Sin embargo, la crisis mundial de salud no solamente ha generado la necesidad de protección personal en lugares públicos, sino que ha empeorado la situación económica de muchas familias. Esto, aunado al peor periodo de inflación que se ha vivido en México en los últimos 20 años, y a una tasa de desempleo mayor que antes de la pandemia, ha significado que muchas familias sientan los estragos económicos de mandar a sus hijos a la escuela pública gratuita.
Espinoza es viuda y vive con su suegra. Vende antojitos en la calle cuando puede, pero a menudo no le alcanza para todo lo que sus hijos necesitan para la escuela. Comenta que recibió 1,000 pesos ($51) por su hijo y otros tantos por su hija por medio de la beca gubernamental otorgada a estudiantes de todas las escuelas públicas de la capital. Espinoza gastó este dinero en uniformes.
Aunque su hija ya terminó la escuela primaria y asiste a la secundaria, Espinoza sabe que debe cubrir los gastos extra que exige la primaria de su hijo, pese a que el personal dice que son voluntarios.
“En la primaria nos pidieron una cuota de 100 pesos [$5] para la escuela. Supuestamente es cooperación pero tienes que darla”, dice Espinoza.
Encima de la lista recomendada de útiles, a Espinoza se le pidió que donara un rollo de papel higiénico, artículos de limpieza, gel antibacterial, jabón y toallas húmedas desechables. Hasta ahora, ella no ha podido hacer el gasto de estos artículos.
“La maestra no nos pone tal cual en evidencia pero pone una hoja afuera del salón con los nombres de quienes faltan por pagar o llevar las cosas”, dice Espinoza, cuyo nombre no se ha agregado a la lista porque explicó a la maestra su situación.
A cada alumno y alumna se le exige tener su propio gel antibacterial, toallas desechables, cubrebocas y un trapo para limpiar su mesa. También hay que pensar en los disfraces para los festivales. Hace poco, la escuela pidió a las familias aportar un platillo para repartir entre 24 estudiantes en un convivio.
Espinoza dice que se le va la mitad de lo que ella gana en las necesidades escolares de sus hijos, pero hay meses en que batalla por solventarlo todo.
“Moralmente me siento mal porque yo quisiera darles más, pero no puedo”, dice. “Luego no me alcanza ni para la comida de ellos”.
Por Mar García
López Hernández dice que en la secundaria a la que asiste su hijo, el uniforme es mucho más caro comparado con el de la primaria donde su hija, Sara Abigail Gutiérrez López, cursa el quinto grado.
“Con mi esposo gastamos alrededor de 1,500 pesos [$77] en uniformes y zapatos, y todo fue de un solo jalón, no hubo prórroga. No hubo chance de ir a la escuela sin uniforme. Nos dijeron que desde el primer día debía llevar su uniforme, si no, no lo dejarían entrar a la escuela”, dice López Hernández.
Su hijo, Daniel Alonso Gutiérrez López, tuvo que tomar un examen de selección por el que pagaron 120 pesos ($6), además de los 300 pesos ($15.50) de cuota de inscripción.
López Hernández dice: “Bendito Dios pasó el examen Daniel Alonso, si no, no sé qué hubiéramos hecho. Tal vez correr para conseguir un lugar en otra escuela”.
Con la escuela nueva de su hijo, ahora pagan dos cuotas de inscripción, además de uniformes, calzado, útiles y mascarillas con lo que los gastos de la familia han ascendido a casi 3,500 pesos ($180) por ambos hijos. Lo anterior ha hecho que López Hernández haga un recuento de la situación económica de su familia. Su esposo gana entre 1,200 pesos y 1,500 pesos ($61-$77) a la semana como albañil.
“A veces estamos un poco apretados con los gastos”, dice López Hernández. “Ahora yo no estoy trabajando, pero pienso que tendré que buscar un trabajo, pero me gustaría que sea compatible con la escuela de mis hijos”.
Por Adriana Alcázar González
Ella es madre soltera de su hijo de 9 años, Ares Hasiel Flores Salgado. No recibe apoyo económico para solventar los gastos que se le exigen para que su hijo asista a la escuela.
Flores Salgado sabe que la inscripción anual de 250 pesos ($13) aumentará a 300 pesos ($15.50) el próximo año. Este año pagó 500 pesos ($25) en material didáctico que se utiliza en el salón de clases, pero mientras estuvo cerrada la escuela durante la pandemia, tuvo que pagar esta misma cooperación. Dice que la escuela indicó que se utilizaría el dinero para comprar material de limpieza para cuando regresaran a clases presenciales.
Estos gastos van aunados a los útiles escolares recomendados, un diccionario y alrededor de 2,500 pesos ($128) por el uniforme de su hijo.
Flores Salgado vive con su madre y hermana, y sobreviven de su trabajo ocasional como asistente en una agencia de publicidad y la pensión de su madre.
“Hay gastos que no puedo pagar”, dice. “Me tiene que ayudar mi mamá”.
Por Avigaí Silva
Su hijo mayor, Eder Gael Vargas Hernández, estudió su primer año de primaria en casa, en San Francisco, estado de Nayarit. Únicamente necesitó un cuaderno y lápices porque la educación era en línea, pero cuando llegó el momento de las clases presenciales, los gastos aumentaron mucho para Vargas, quien es madre soltera.
Ella también está estudiando para titularse en nutrición. Dice que el costo del uniforme de su hijo fue pagado en gran medida con una beca de Entreamigos, un centro comunitario local. Vargas explica que la beca también solventó la mitad de los útiles escolares de su hijo de 8 años y ella pagó por el uniforme de educación física, así como por unos cuadernos y plumones especiales.
Dice que la escuela exige una cuota de inscripción de 200 pesos ($10.20) y una cuota semanal de 40 pesos ($2) para limpieza y mantenimiento.
“Sí, es un poco difícil porque soy mama soltera”, dice Vargas, “entonces hay que recortar gastos aquí y allá”.
Por Maya Piedra Galindo
Por la necesidad de estudiar en casa, Gallegos había tenido que comprar a su hija, María Isabela Altamirano Gallegos, una laptop de 3,600 pesos ($184) y pagar 560 pesos ($28.50) mensuales por el servicio de internet.
Este año, María Isabela regresó al cuarto grado en la escuela después de 18 meses en casa y los gastos se acumularon. Gallegos pagó la cuota de inscripción y compró los útiles recomendados así como un uniforme escolar nuevo. Todo por casi 3,000 pesos ($154). Sin embargo, a pesar de que María Isabela regresó a las clases presenciales, se le piden tareas que ha de realizar en línea, por lo que todavía se tiene cada mes el gasto adicional del internet.
Gallegos dice que gasta alrededor de 700 pesos ($36) mensuales en la educación de María Isabela con el servicio de internet, unos 60 pesos ($3) mensuales para materiales extras, más las actividades organizadas por la escuela. Como madre soltera ha sido difícil para ella pagarlo todo, pero ha salido adelante, dice.
“Cuando no tienes dinero para las aportaciones mensuales tienes que ayudar en la escuela con servicio, por así decirlo”, dice. Estos servicios podrían incluir ayudar a docentes a dejar y recoger a estudiantes.
Por Lilette A. Contreras
Pérez, quien tiene además un hijo de 14 años que asiste a la escuela secundaria cerca de su casa en las afueras de la capital, Oaxaca de Juárez, dice: “Tenemos reuniones con el director y él nos da una lista de las necesidades. Él nos explica que todos esos detalles no pueden ser atendidos por la escuela porque ese no es parte de su trabajo”.
Pero esos “detalles” van más allá de los materiales educativos, dice Pérez, ya que incluyen agua, electricidad, recolección de basura, líneas telefónicas, internet, artículos para limpieza y papel higiénico.
Para sufragar lo anterior, dice, a todas las familias se les pide pagar una cuota de inscripción de 250 pesos ($13), que se les dice cubre los servicios que necesita la escuela durante el año, además de 30 pesos ($1.54) mensuales para las necesidades en el aula.
Pérez agrega que el gobierno da un bono de 400 pesos ($21) cada año para los uniformes, pero no es suficiente porque hay que comprar cuando menos dos: uno para educación física y el otro del diario. “Si pienso en cuánto invierto diariamente en los gastos, pienso que un 50% de mi gasto diario se va en gastos de la escuela. Tengo un hijo en secundaria y a él le han pedido que pague por su examen, y si no lo pagan no puede presentar examen”, dice.
En una declaración por texto, Juana Aguilar Espinoza, diputada del Congreso de Oaxaca y presidenta de la Comisión Permanente de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, dice que las escuelas reciben el 50% de sus presupuestos de fondos federales y el otro 50% del estado.
“Los padres de familia no deberían de cubrir esos gastos de su bolsa y quitar cualquier gasto innecesario”, dice Aguilar Espinoza respecto al gasto en las escuelas por servicios.
“El gobierno federal actual creó un programa ‘La Escuela es Nuestra’ en 2019 para infraestructura de escuelas, fondos que llegan directamente a los comités de padres de familia, y si el dinero es bien administrado por el comité, la escuela puede obtener fondos por un segundo año”, agrega Aguilar Espinoza.
Pérez dice que la escuela de su hija de 10 años recibió fondos de este programa el año pasado y se usaron para comprar una cisterna que las familias ayudaron a instalar.
Por Ena Aguilar Peláez
Santiz, de 57 años y originaria de la comunidad de Santa Martha en Chenalhó, Chiapas, dice que pagó una “cuota de preinscripción” de 200 pesos ($10.20) en la escuela primaria de su hija, Rocío Santiz.
“Si no pagamos la cuota de la escuela, la sacan, creo”, dice Santiz aludiendo a lo que ha escuchado decir a otras familias.
Santiz, quien además tiene un hijo adolescente en la preparatoria, gastó 1,200 pesos ($61) en el uniforme de Rocío.
“De lo que gano en el trabajo se va como la mitad en pagarle cosas de la escuela a Rocío”, dice Santiz, que gana entre 150 y 200 pesos ($7.69 y $10.20) por día.
Santiz antes complementaba sus ingresos con la venta de collares y pulseras, pero su presión alta le afectó la vista. Algunos de los costos se cubren con la beca Benito Juárez: 1,300 pesos ($67) que se entregan dos veces al año a las familias cuyos hijos corren el riesgo de abandonar sus estudios por falta de recursos económicos.
Pese a ser madre soltera responsable de todos los gastos familiares, Santiz dice que no quiere arriesgar la educación de sus hijos.
“Tengo que trabajar porque quiero que aprendan”, dice Santiz. “En mi comunidad yo no estudié y me gusta que mis hijos estudien. Quiero que Rocío termine su carrera. Hay que luchar”.
Candelaria Hernández, directora de la Telesecundaria 297, de San Cristóbal de Las Casas, dice que los fondos federales y estatales no cubren gastos como los de limpieza de las escuelas, así que no queda otra opción que pedir la ayuda de las familias.
“En mi escuela siempre se han pagado 250 pesos [$13] que sirven para pagar salarios de intendentes porque no son suficientes los que tiene la Secretaría de Educación contratados, más un apoyo a un policía escolar, más material de limpieza, todo eso”, dice, y agrega que esa cuota es anual. Así funcionan muchas escuelas con cuotas entre 300 pesos y 500 pesos ($15.50 y $25.50) por hogar, dice.
Por Marissa Revilla
Dice que sus cuates, Donovan y Owen Caballero Mandujano, tenían muchas ganas de ir a la escuela, pero unas semanas después del primer día de clases, los niños de 3 años se enfermaron y ella tuvo que sacarlos de la escuela. Se les diagnosticó COVID-19 de larga duración. Ahora ella hace todo lo posible para que no se atrasen. Después de su trabajo en una refaccionaria automotriz, ella pasa a la escuela para saber qué actividades tienen que hacer los niños y les ayuda a realizarlas. Por ahora, ella es su maestra.
Es un golpe adicional a los gastos que tuvo que hacer para que sus hijos asistieran a la escuela, la cual llamó a la cuota de inscripción de 300 pesos ($15.50) una “cooperación voluntaria”, dice ella, pero la pagó. Como tiene sobrinos mayores en la escuela, ella sabe que existe una “coerción sutil”, un recordatorio diario de que si no paga, los nombres de sus hijos podrían aparecer en una lista que se exhibe en la puerta del aula.
Después de la cuota de inscripción, se le pidieron 325 pesos ($16.45) por niño para cubrir los gastos de aseo de la escuela por todo el año, así como 250 pesos ($13) por cada uno de sus hijos para el material que utilizarían en clase, y que sus hijos no están aprovechando en casa, dice.
El costo por los dos uniformes para los niños fue de 2,500 pesos ($128), gasto que esta madre no pudo hacer en un solo pago. Su ingreso mensual es de 8,000 pesos ($412).
“Aún no los tengo”, dice respecto a los uniformes. “Pagué la mitad y estoy por pagar el resto”.
Por Aline Suárez del Real Islas
Es el primer año en la escuela primaria para Korima Hernández Rosas, pero sus papás ya conocen las exigencias de comprar y forrar libretas para la escuela. Korima es la hija más pequeña de cuatro.
“Cose y cose, forre y forre”, dice Rosas. Agrega que a sus hijos de secundaria les pidieron “infinidad de libretas”.
Rosas tiene un negocio de venta de botana, antojitos y micheladas que solo abre de viernes a domingo. Fueron muchas horas de trabajo para reunir el dinero para los útiles escolares. Ella ya no está con el padre de Korima, Javier Miguel Hernández López, quien colabora con los gastos.
Encima del costo por los útiles de este año, se les pidió que pagaran 610 pesos ($31) para cubrir la cuota de la asociación de padres de familia, el seguro escolar y los gastos de oficina, dice Rosas.
Ella dice que los niños “en todo se fijan” así que quiere asegurarse de que tengan todo lo necesario para las clases. Hernández dice que los gastos no se comparan con lo que tendrían que pagar si Korima asistiera a una escuela privada.
Ana L., maestra de preescolar federal en la ciudad de Puebla, quien no quiso divulgar su nombre completo por temor a las repercusiones, dice que las familias pagan por todo, ya que los fondos gubernamentales se destinan al pago de salarios. Las familias contribuyen hasta para que se corte el pasto en la escuela donde ella enseña.
“Las escuelas dependen en gran medida del apoyo financiero de los padres [de familia] porque de sus cuotas voluntarias se mantiene la escuela”, dice Ana. “Sus cuotas permiten impermeabilizar, componer los baños, reponer chapas de los salones, vidrios rotos, toner [de impresora], internet, pintura, tinacos para el agua, tubería, etc. Mucho, mucho ayudan los padres”.
De vez en cuando, dice Ana, mandan programas del gobierno que aportan fondos adicionales, pero durante los últimos 10 años, su escuela ha estado pidiendo apoyo para construir un domo que proteja a alumnos y alumnas durante sus clases de educación física. Sin embargo, no han tenido éxito.
Por Patricia Zavala Gutiérrez
EQUIPO EDITORIAL
Reporteras y fotógrafas: Mar García, Adriana Alcázar González, Ena Aguilar Peláez, Patricia Zavala Gutiérrez, Aline Suárez del Real Islas, Avigaí Silva, Maya Piedra Galindo, Lilette A. Contreras, Marissa Revilla
Editora: Louise Scrivens
Traductoras: Shannon Kirby, Sarah DeVries
Verificadora de datos: Felicity Laughton
Correctora: Allison Braden
Editor de gráficas e ilustraciones: Matt Haney
Editor de fotos: Juan Pablo Ampudia
Traductora: Martha Macías
Diseño y desarrollo: Andy Neale, Katie Myrick