SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, MÉXICO — A José María Hernández Santiago nunca le ha gustado trabajar bajo un esquema convencional.
En 2020, perdió su empleo como chofer de camiones de carga en una empresa de construcción luego de tener un desacuerdo con su jefe por lo que consideró “mal liderazgo”. Entonces, decidió crear su propio negocio, un servicio de entregas que atendiera a la población de San Cristóbal de Las Casas, en el estado de Chiapas.
Con su motocicleta y un teléfono, Hernández Santiago, de 26 años, comenzó a repartir pedidos de comida dentro de esta localidad de casi 216,000 habitantes. Durante la pandemia, el negocio de reparto, Servidito, tuvo un gran impulso y pronto ganó popularidad entre residentes y establecimientos de la zona.
En solo siete meses, la empresa rebasó los 20 servicios al día, por lo que Hernández Santiago se acercó a su hermano, Jesús Guadalupe Hernández Santiago, de 24 años, para sumarlo al proyecto.
“Estamos coordinados; nos entendemos muy bien, la verdad creo que eso es una de las cosas que ha ayudado”, dice.
Los hermanos también sumaron esfuerzos con el programador Fausto Valdiviezo, de 25 años, quien estaba desarrollando una aplicación similar al servicio que ofrecían. Juntos, crearon el concepto de Servidito para diferenciar a la empresa de otros negocios de reparto tradicionales.
Kim Fuensanta, propietaria del restaurante Kim Cocina Panasiática, es clienta de Servidito desde 2021. Dice que conoció la empresa “de forma casual”, luego de malas experiencias con otros servicios de entregas y que, hasta el momento, está contenta. “Son muy responsables, son rápidos; es más barato, son cuidadosos y muy pocas veces hay accidentes”, dice.
Actualmente, el equipo de Servidito reparte semanalmente 700 pedidos de 30 restaurantes locales. En los días más ocupados, los hermanos Hernández Santiago salen con sus motos a apoyar a sus compañeros en las calles.
“Cuando hay necesidad, cuando se satura el servicio y hay muchísima demanda, salimos también a hacer los servicios, nos compartimos las responsabilidades”, dice Jesús Guadalupe Hernández Santiago.
Los repartidores son la base de Servidito. Por eso, son quienes reciben la mayor parte de la ganancia en la aplicación, asegura José María Hernández Santiago.
Existen dos modalidades de trabajo. En la primera, la empresa entrega mochilas, casco y una motocicleta a los repartidores para que tengan un horario definido de ocho horas, con el que perciben aproximadamente el salario mínimo en México: unos 6,200 pesos (aproximadamente 365 dólares estadounidenses) mensuales. La segunda está pensada para repartidores independientes que tienen una motocicleta propia; ellos eligen su horario y ganan un porcentaje por cada pedido. Al final del mes, reciben aproximadamente 10,000 pesos (alrededor de 590 dólares) más propinas.
Estos salarios superan el promedio para el estado de Chiapas, que es de 4,610 pesos (aproximadamente 272 dólares), según información de la Secretaría de Economía.
Antonio Domínguez García, de 28 años, tiene tres años trabajando en Servidito, usando su propia motocicleta. “He visto crecer la empresa, ir y venir gente. Es muy grato trabajar aquí, hacía falta algo de esta calidad. Yo, como he estado del lado de los clientes, intento dar un buen servicio”, dice.
Para José María Hernández Santiago, el crecimiento de la empresa ha reforzado su perspectiva sobre lo que implica ser un líder y le ha permitido desarrollar estrategias para no convertirse en un mal jefe.
“Algo que me ha ayudado [a evitar el mal liderazgo] es la convivencia y la relación que tenemos [con el equipo]”, dice. “Nunca nos hemos impuesto como jefes, sino que tenemos un trato de compañeros de trabajo y eso ha ayudado muchísimo”.
Actualmente, Servidito entrega productos de 30 restaurantes. Con una plantilla de 12 personas y reconocida como una compañía local, la plataforma busca ampliar sus servicios. En este primer trimestre de 2024, incorporará la opción de pedir taxi seguro, servicios de mudanza, compra de abarrotes, contratación de pipas de agua y la posibilidad de pedir fontaneros, carpinteros y otros oficios de trabajadores locales.
“Nuestra intención es que todos los servicios locales que han sido olvidados se encuentren en la plataforma para que lleguen a más personas”, asegura José María Hernández Santiago.